¿FILOSOFÍA / PSICOLOGÍA? - DUEÑOS DE NADA

DUEÑOS DE NADA

PERCY ANTONIO COLLAO ALVA.

Si venimos al mundo, sin nada y nos vamos de este mundo, sin nada. Puede ser entendible, que un ignorante -ojo, todos somos ignorantes en algo, al menos en cuanto a la filosofía-, por qué compramos una un bien, orgullosamente decimos: mi casa, mi auto, mi dinero. Al formar una familia, muy sueltos de huesos, decimos: mi mujer, mis hijos, mis nietos, mis bisnietos y así sucesivamente. Hay que recordar que nada traemos -los más olvidadizos ni los recuerdos que tuvieron en la varias veces que nos tocó vivir en esto que llamamos vida y la muerte nos da-.

Esa es nuestra realidad. He visto nacer a mi nieta. Es algo, fascinante, ver a la recién nacida, que tiene los ojos bien cerrados, las manos forman pequeños puños. Y en el aire sostenida, con las dos manos, por el médico. De pronto siente frío. Seguro se preguntará: ¿Y dónde está ese lugar tan agradable, donde no hacía frío ni calor? ¿Y, ahora, cuando tenga hambre, ya no podré comer; cómo podré calmar mi sed? ¿Dónde está ese latido, que escuchaba, dónde está? Y de pronto a lo lejos escucha el latido del corazón de la mamá, sonríe para sus adentros y se dice: vamos no te preocupes, acá está la persona que te tuvo -todo ese tiempo en que te preparabas para llegar al mundo. Y ve a su mamá. Hasta parece esbozar una sonrisa. Pero, la recién nacida, se siente segura, porque sabe que no está sola. Ahí está su mamá. Entonces se van formando y ordenando lo que va a ser, con el tiempo: el aprendizaje y al escuchar que le dicen mamá a quien la albergó. No puede vocalizar nada, pero siente ahí cerca está su mamá.

Y  en cuando evoluciona, crece, sin entender nada aparecen la primeras ideas de propiedad: mi mamá, mi papá, mis hermanos, mi casa. Vaya qué pronto hemos olvidado que vinimos sin nada.

Cierto día, llego a la casa donde vivía mi tío. Le sonrío y le digo: en qué piensa, tío. Él me responde: 

• Tengo una bronca encontrada. 

A ver dime, cuéntame a lo mejor te puedo ayudar. Entonces brota toda su amargura y frustración:

• Nada me llevo, todo se queda aquí. 

Ya estaba preparándose, para dejar la vida. Al menos, yo, lo entendí así. A los tres días vuelvo de visita. La voz quebrada, angustiada, con temor me dice: 

• Percy, tu tío. 

Luego de darle un beso. Fui a donde señalaba mi mamá. Sentadito, en el suelo, como un niño que se coge de algo firme para no caerse, estaba mi tío. Había fallecido. Lo miré y sonriendo le dije: 

• Vamos tío. Todo está bien. 

Lo cargué, en mis brazos y lo eché en la cama, donde había dormido anoche, su última noche en este mundo cruel. Le di un beso de varón en la frente y contuve las lágrimas. Un viejo tío abuelo, estaba a mi costado dijo

• Vamos cómo por qué lo besas.
• Vamos, tío, él me ayudó a crecer y convertirme en lo que soy ahora

Y haciendo una mueca. de reprobación. salió del dormitorio. Bueno, no tuve pensamientos nobles con el que abandonaba el dormitorio. 

Han pasado los años, los exalumnos, de diferentes colegios, forman grupos de egresados y cumplen 50 años y algunos se sienten dueños de los grupos. Hasta se dan el lujo de invitar a algunos, dejando de lado, excluyendo, infantilmente, a quien no goza de su simpatía. Pobrecitos, pronto llegará el día en que dejarán el mundo y comprobarán que nada nos pertenece. No se llevarán nada y lo más triste, seguro se irán amargados y solos.

Dueño de ti
Dueño de que
Dueño de nada