UN RECUERDO MÁS SÍ IMPORTA
ALEJANDRO AYARZA DE MORALES
Escribo esta crónica porque mañana, 30 de diciembre se conmemora un
aniversario más de la muerte de ALEJANDRO AYARZA DE MORALES, EL KARAMANDUKA.
Quien no se ha equivocado en la vida, no ha vivido. Eso es tan cierto,
que siempre en algún recodo de nuestras vidas diremos, y por qué no hice eso. Sin
embargo lo vivido nadie te lo quita. Y no es porque estemos buscando figuración
ni mucho menos. Pero hay pasajes de nuestra vida que siempre recordamos con nostalgia.
Allá por 1966 en que transitaba por este mundo, tratando de no llamar la
atención, pasar inadvertido o desapercibido. Ese día nos fuimos de jarana con
unos amigos del jirón Tayacaja. Realmente no busqué pleito, este solito se
presentó ante mí y no tuve otra opción que aceptarla. Para ese tiempo yo era
una laucha, algo así como un peso pluma; mi contendor era un poco más que yo,
en primera instancia dudé pensé, este me va a dar de alma, recuerdo que me
gritó
-
Yo soy pescador. Te fregaste conmigo.
Exhibiendo toda mi destreza adquirida en el Colegio José Olaya de La
Perla, comencé a “bailar”, me consideraba bueno en eso porque así distraje a mi
enemigo. Logré asestarle algunos puñetes en ambos ojos. Él confiado en su
fortaleza se acercó, me descuidé y me cogió con ambas manos, de la cintura, apoyándome
con ambas manos en sus hombros, le calcé un cabezazo que lo hizo tambalear. Cuando
me preparaba para darle el segundo, mi contrincante con un fuerte mordisco me
cogió la mejilla derecha. No me soltaba por nada me dije, ya me fregó la cara. Desesperado,
con ambas manos libres le metí ambos pulgares en los ojos. Dejándome libre lloró
gritando
-
Me has dejado ciego, desgraciado. Te voy a denunciar
Mi “amigos” me alentaban.
-
Percy, pégale, dale más duro, ese es un cobarde te ha mordido la cara.
Al sentirme libre, me preparaba a darle verdaderamente una paliza, cuando
en eso siento que dos fuertes brazos me sujetan y me gritan
-
Ya cálmate, los dos van presos.
Adolorido de la cara, con contrincante al lado, caminamos escoltados por
dos robustos policías; nunca supe cuándo ni cómo llegaron ahí. Como eran cerca
de las 2 de madrugada, nos llevaron a la comisaria de Monserrate.
En la oscuridad, adolorido me eché en un
rincón y cuando casi me quedaba dormido, sentí el fuerte olor de dos cigarrillos
Country Club. Dos voces aguardentosas conversaban. Uno le decía.
-
¿Tú sabes que en este lugar se compuso el Vals, La Palizada?
-
Anda, te voy a creer.
-
Si, te la voy a contar como me la contaron a mí, hace mucho tiempo.
-
Ya.
-
Sucede que en ese tiempo en el Rímac, en la calle Contradicción, una casa
de tolerancia con balcones con vista al Rio Rímac, muy conocida porque ahí
estaban las mujeres más bonitas, de Lima, que se dedicaban a la prostitución.
Allí asistía el Karamanduka con sus amigos Augusto Paz, José Ezeta, El Cojo
Soria y otros.
Bueno ese día en ese lupanar se
había armado una “bronca” de las buenas, donde llovieron botellazos, muchas cabezas
resultaron rotas. Fue tan grande el pleito que intervino el Mayor de la guardia
con una buena dotación de “cachacos”, quienes metieron palo a todo el mundo. Sofocada
la trifulca trajeron a todos a este mismo lugar de la Primera Comisaría de
Monserrate. En ese tiempo estaba de Comisario Civil interino el mentado
“Dinamita” quién al oír la jarana que armaba esta banda de zamarros, llamó al
Karamanduka y le pregunto.
- Por qué hacen tanta bulla
Entonces Ayarza le contestó
- Ud. nos conoce, déjenos ir y no hacemos
bulla
-
No veo razón para dejarlos además
ustedes son muy bulleros. Cállense y a dormir.
Es ahí donde el Karamanduka le propone,
- Mire Ud. en una hora le compongo un
vals que no sea conocido.
El oficial le respondió,
- Ya está bien si no terminan antes del
amanecer, nadie sale y de aquí derechito los mando a la Intendencia.
El Karamanduka aceptó el desafío y al
cumplirse el plazo todos salieron cantando
LA PALIZADA
Somos los niños más engreídos
en esta noble y bella ciudad,
Somos los niños más consentidos
por nuestra gracia y vivacidad.
En la jarana somos señores y
hacemos flores con el cajón
y si se ofrece tirar trompadas,
también tenemos disposición.
Y así pasamos horas felices
con la guitarra, con el cajón
Y así olvidamos los sufrimientos
con los sabores del rico ron.
Pasame la agüilla, la agüilla, la agüilla,
la agüilla, la agüilla
Yo no te la paso morenita, ni de raspadilla.
Pasame la agüilla, la agüilla, la agüilla,
que así las educa
a la muchachada de Karamanduka.
Pero pasame la viola, la viola, la viola,
la viola, la viola
Yo no te la paso china chola, ni de carambola.
Pasame la agüilla, la agüilla, la agüilla,
que así las educa
a la muchachada de Karamanduka.
Vengan copitas de licor sano,
vengan copitas, sin dilación,
Venga ese rico cognac peruano
que vulgarmente llamamos ron.
Vivan los hombres de gran valía,
viva el dinero, viva el amor,
Vivan las hembras, la pulpería
y el aguardiente que da valor.
Pasame la agüilla, la agüilla, la agüilla,
la agüilla, la agüilla
Yo no te la paso morenita, ni de raspadilla.
Pasame la agüilla, la agüilla, la agüilla,
que así las educa
a la muchachada de Karamanduka.
Pero pasame la viola, la viola, la viola,
la viola, la viola
Yo no te la paso china chola, ni de carambola.
Pasame la agüilla, la agüilla, la agüilla,
que así las educa
a la muchachada de Karamanduka.
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TUMBA DEL KARAMANDUKA |
El autor de la nota ha visitado la
tumba de Alejandro Ayarza, Karamanduka, en el Cementerio Presbítero Maestro, en
los Barrios Altos, sencilla si tuvo una vida alegre, jacarandosa, de acuerdo a
su modo de ser, bien por él.
👍🏻👍🏻
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