GUAJAJA, HOMENAJE CON EL ARTE A LUCILA CAMPOS


UN HOMENAJE PARA UNA GRANDE

Cuando una persona asiste al velatorio de alguien, siempre le viene a la mente, las imágenes de los seres queridos que sobreviven, llorando. Las muestras de dolor y consternación, que se viven en ese momento, reflejan la profunda pena, de la concurrencia, que dan una oración por el alma del difunto. Bueno eso es el común, denominador, pero hoy veremos otra realidad. Son las honras fúnebres de LUCILA CAMPOS.


Acaba de demostrar su arte, sólo como él sólo lo sabe hacer, al pie del ataúd que contiene los restos de la buena LUCILA CAMPOS. Me acerco y lo interpelo. 
-        Guajaja, una pregunta irreverente.
Sin demorarse, pregunta, con su sonrisa contagiante.
-                        ¿Cuál será?
Muy confiado, interrogo.
-            ¿A quién no le gustaría tener un velorio así? Se diría que el único que está quietecito es el Cristo de la resurrección que está sobre el ataúd.
-                    Ni creas, ah, él también está bailando, ahí. Es que esto era LUCILA.
Respondió mientras con una tierna mirada, indicaba que rogaba por el alma de LA REINA DEL FESTEJO. El único camino que, entonces, quedaba era seguir con LUCILA, recordarla tal como ella vivió, alegre, cantarina, bailarina. Total ella sonriente ya se había asomado a la inmensidad y miraba y disfrutaba de la inconmensurable paz y amor que irradia el RENDENTOR.

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