UN DOMINGO DE GLORIA EN PUEBLO LIBRE

LA GLORIA Y LA FE CAMPEARON EN PUEBLO LIBRE.

Ayer, resucitó EL HOMBRE que cierta vez le dijo a los judíos, “Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar”. Los necios que siempre entienden al pie de la letra, no vieron más allá de su cerebro. Jesucristo no se refería al edificio del templo. Se refería a su cuerpo. Miserias de la mente y la comprensión humana, y de sus acusadores.

Hacia muchos años que iba por esas tierra benditas. Yo mismo me impuse el ostracismo, por razones que no voy a explicar de ninguna manera.

El Domingo de Gloria se celebró en el distrito de Pueblo Libre, Lima. A las 5 de la mañana se celebró la misa, en la Parroquia de la Santa María Magdalena de la orden de RR PP Agustinos Recoletos, del distrito de Pueblo Libre. Enseguida salieron las imágenes, en andas, de La Virgen de la Dolorosa, El Cristo Resucitado y San Juan Bautista, acompañados de una buena cantidad de feligreses.

Los organizadores y promotores de este acto de fe fueron los miembros de la Hermandad del Señor del Santo Sepulcro, de Pueblo Libre.

Una multitud seguía devotamente a las tres imágenes. Que alternaban sus puestos. Pero llegó el momento en que Jesucristo resucitado encabezó la comitiva. Algunas señoras mayores dejaban escapar algunas lágrimas, emocionadas por el acto procesional.

En ambas hermandades se encontraban pequeños entre los 6 y 9 años que ataviados por sus hábitos correspondientes, acompañados de sus padres, caminaban entre la multitud.

La VI Cuadrilla la Hermandad del Señor de los Milagros, de Magdalena del Mar, fue invitada a tan magnífica celebración de fe. Devotamente por turnos organizados participamos de los cargíos, en los momentos en que se nos solicitó. El Mayordomo de la Hermandad en general, del SMMM, estuvo presente como debe ser, desde un inicio hasta el final. Llegó un momento en que los integrantes de la Hermandad del Señor de los Milagros, de Magdalena del Mar superaban ampliamente en miembros a la Hermandad del Señor del Santo Sepulcro, de Pueblo Libre, pero eso no era óbice, ni razón para que la fe decayera ni flaqueara. Toda la asistencia acompañaba contrita a las tres imágenes. Algunos feligreses portaban pequeñas antorchas para alumbrarse el camino por cuanto todo comenzó cuando no había luz solar.

El Cuerpo de Bomberos del distrito de San Miguel, también se hizo presente y demostró su fe. Los hombres de rojo, en una de sus unidades provistas de escalera telescópica, se apostaron en una esquina y demostraron su regocijo, con una lluvia de flores que fue festejada por fuertes palmas de parte de la concurrencia.  

Es menester también resaltar la asistencia de familias enteras inclusive con niños muy pequeños que acompañaban a las procesiones.

Aparentemente, a simple vista, no existía diferencia entre los miembros de las Hermandad del Señor del Santo Sepulcro, de Pueblo Libre y los de la Hermandad del Señor de los Milagros, de Magdalena del Mar. Eso fue al inicio de las procesiones. Pero al rayar la aurora. Ante los primeros rayos de luz que el astro rey derramaba sobre todos los participantes de este acto de fe, se comenzó a notar la diferencia.
Las hermanas sahumadoras de la Hermandad del Señor de los Milagros de Magdalena del Mar, también se hicieron presente.

Un grupo de una Banda de música acompaño desde sus inicios hasta el final del acto de fe hacia el resucitado Salvador.

El hábito de los integrantes de la Hermandad del Señor del Santo Sepulcro, de Pueblo Libre, tenía una capelina negra y el resto del hábito era color morado. El cordón era de los colores morado y negro. 

De otro lado el hábito de los miembros de la Hermandad del Señor de los Milagros, de Magdalena del Mar, era el clásico morado en su totalidad y el cordón color blanco.

La participación de la Hermandad del Señor de los Milagros, de Magdalena del Mar, fue hasta las 8 y 30 de la mañana. Seguidamente los directivos de la Hermandad del Señor del Santo Sepulcro, de Pueblo Libre, nos invitaron a un compartir en su local institucional. 

La fe nunca decaerá en un pueblo como el peruano, católico por excelencia.