LA JUVENTUD CHALACA SE REIVINDICA.
Cuando se trata de trabajar, honradamente, no importa la hora, el lugar, si se presenta la oportunidad. Total una monedas bien habidas, en el bolsillo, siempre están y sobre todo para sacarnos de cualquier apuro.
Serían las 9 de la noche cuando en plena esquina de la avenida Sáenz Peña y Saloom, casi en la entrada de un casino, frente a una de las puertas del mercado central en el mero, mero Callao, como dicen los mexicanos. Dos jóvenes hacían música.
Verdaderamente la noche era fría. No corría mucho viento, pero la humedad te calaba los huesos.
Uno tocaba un saxo, tenor, leía unas partituras tocando hermosas melodías, agradable para todos los que transitábamos por ese lugar. El otro le daba sabor a la música con el ritmo que le imprimía al tañer armónicamente un cajón bien peruano. Y hasta parece que los dos disfrutaban, bailando muy a su estilo, uno parado con el instrumento de viento y el otro sentado en la caja sonora.
Ambos tenían las cabezas cubiertas con gorros de lana. Es que el frío era intenso. Pero ellos tercos vehementemente seguían en su labor. Una pareja comía anticuchos, preparados por una señora de unos 50 años. Al costado de ella una bella y robusta joven jalaba un coche de mercado, ofrecía, sin palabras, mudamente, tan solo con su presencia y una sonrisa amigable, la venta de una bebida caliente.
La primera canción que reconoció la apareja que merendaba los anticuchos fue el conocido Carnaval Arequipeño, verdaderamente invitaba a la bailar. Mientras tanto unas cuantas personas, que atinaban a pasar por el lugar, se solidarizaban con el dueto musical y pasaban rápidamente. La latita que en un comienzo estaba vacía de pronto empezó a sonar con las monedas que iban cayendo.
El viandante de los anticuchos preguntó
¿Tiene café por favor?
Asintiendo con la cabeza, mientras sonreía, preguntó con la mirada. Ante la muda afirmación de un café. Al instante sacó un vaso descartable y sirvió la humeante bebida, que fue consumida por la pareja del solicitante.
Mientras tanto los músicos seguían con su tarea. Esta vez tocaron caballo viejo y fue el acabose. La solidaridad se dejaba sentir cada vez más seguida con los músicos.
Este cronista no desaprovechó la oportunidad de sacar su celular y grabar in situ esta demostración de arte. Los hizo en las dos oportunidades. No pudo completar las canciones como él hubiera querido debido a los transeúntes irrespetuosos que se cruzaban entre quien filmaba y los músicos.
La pareja terminó el tentempié. Mientras tanto la vendedora apagó su caldero, limpió el lugar y se disponía a retirarse. En esta tarea era ayudada por la joven que vendía las bebidas calientes.
La pregunta surge, quién dice que la juventud en el Callao está perdida. No estos dos jóvenes demostraron todo lo contrario. Pues ya sería arriba de las 10 de la noche pero ellos seguían en su loable tarea.
Aquí les dejo los dos videos que recogí con mi celular, vaya que si ese aparatito no saca de muchos apuros. Lo único que tienes que hacer es tener bastante cuidado de dónde lo sacas y mirar a todos lados por si se aparece algún sospechoso.
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