LA SERENATA AL SOBERANO FELIPE PINGLO ALVA

LA SERENATA

Esta etapa de la fiesta era infaltable en el mundo del criollismo. Generalmente comenzaba el día anterior al cumpleaños. Llegaban los cantores, los guitarristas, los invitados y de vez en cuando algún “paracaidista” de esos que –que no son invitados y a veces hasta no muy conocidos por el homenajeado-, animan la fiesta a más no poder.

Hay que tener en cuenta que el Bardo Felipe Pinglo Alva, cuando plañía la guitarra como los dioses, se juntaba con sus amigos en la Plazuela de La Buena Muerte o en todo caso en una de las habitaciones del Callejón de al Fondo –era un gran callejón, dentro de otro inmenso callejón-.
Y a las primeras sombras de la noche que cubrían la ciudad. Afinadas las guitarras empezaban a armar el repertorio que iban a interpretar. Los intérpretes con tremenda voz hacían remecer los cuartos de quincha del mencionado paraje.
Debe de haber sido muy dura la experiencia de doña María Florinda Alva, estar en los momentos previos al parto de Julio Felipe Federico Pinglo Alva, su primogénito –el 17 de julio de 1899-. Las preocupaciones del profesor Felipe Pinglo Meneses, irían a la par con los de su joven esposa.
Verdaderamente fueron años muy duros, los de la infancia de nuestro biografiado, huérfano, de madre, desde muy tierna edad. Criado por sus tías. Tenía toda la libertad del mundo para auto-formarse.
Zurdo, de los buenos, de baja estatura, de menuda figura, pero buen futbolista. Tan es así que resulta lesionado en un ardoroso partido en el que fue campo deportivo de Buenos Aires, destruido, donde ahora –lamentablemente-, se levanta un moderno centro comercial. Surge la interrogante fue la pierna derecha o la izquierda; a mi humilde entender, fue la izquierda porque con ella hacia sus travesuras balonpedísticas.
Estudió la primaria en la Escuela Fiscal de los Naranjos. La secundaria como debía ser la realizó en el Primer Colegio Nacional Peruano “Nuestra Señora de Guadalupe”.
Cuenta la leyenda, que cierto día saliendo de una de las tantas jaranas, vio en pleno amanecer a un labriego que ya estaba trabajando, sus hortalizas, en el campo. Cuando en eso le bien a la mente la inspiración de tan hermosa canción como lo es.

La Oración del Labriego Vals Felipe Pinglo Alva
  
Es ya de madrugada, el labriego despierta,
al entreabrir sus ojos la luz del alba ve.

Entonces presuroso, saliendo de su lecho,
musita esta plegaria, llena de amor y fe.

Señor, tú que has creado, las aguas de los ríos,
y a los prados permites, el verdor que se ve.

No niegues al labriego, el divino rocío,
que con cada caída, alegra nuestro ser.

La campiña que luce, hermosos atributos,
por ti florece siempre, cual ameno vergel.

Pero si tú nos niegas, agua, Sol y rocío,
morirán los labriegos, de inanición y sed.

Después de la jornada, la lampa sobre el hombro,
al ponerse la tarde, retorna el labrador.

Y mientras que tranquea, de vuelta a la cabaña,
cantando el pensamiento, modula esta canción:

La ansiada primavera, que exalta los amores,
te debe la pureza, de todo su arrebol.

Y el concierto admirable, de pájaros y flores,
por obra de tu gracia, conservan tu primor.

En medio de este encanto, que alegra corazones,
el labriego es el guarda, de tan rico joyel.

Como guardián te pido, que con tu omnipotencia,
multipliques los frutos, que cosechar podré.

♥♥ A mi humilde entender este vals tranquilamente podría ser interpretado en una misa en el momento de la comunión. De ninguna manera es una blasfemia mi propuesta, de todas maneras. 
Me gusta más la versión de Carmen Pinglo, hija del Genial, dice que todo surgió en una fiesta a donde fue toda la familia Alva a La Molina y al salir a tomar aire fresco y ver a los agricultores que trabajaban le vino la idea de esta hermosura de canción. Aquí nuevamente la única, la insuperable, la insustituible, LA REINA Y SEÑORA DE LA CANCIÓN CRIOLLA, JESÚS VAZQUEZ



EL HUERTO DE MI AMADA - Vals Felipe Pinglo Alva

Si pasas por la vera del huerto de mi amada
al expandir tu vista hacia el fondo veras
un florestal que pone tonos primaverales
en la quietud amable que los arbustos dan.

Allá donde he dejado lo mejor de mi vida
ahi mis juramentos vagando han de flotar
porque ese ha sido el nido de amargos sufrimientos
y allí la infame supo de mi amor renegar.

Quien quiera con el alma y el corazón no mande,
quien busque amores buenos que deje de soñar;
el corazón y el alma son dos fuerzas humanas
que emprenden una senda para no regresar.

Sus afectos son leyes que gobiernan y mandan
labrando así la dicha como también el mal
y reciben y cumplen las voces del destino
que tan pronto nos ríe o nos hace llorar.

No sé por qué recuerdo con algo de tristeza
las hieles que el destino me supo deparar
y el afecto bendito que tanto idolatraba
ha convertido en odio mi férvido adorar.

No sé por qué me apena hablar de aquellos días
que el engaño me trajo en forma de mujer,
no sé si es algo bello vivir de desengaños

porque es mas halagüeño reírse del querer.

♥♥♥ Otra de sus bellas canciones, valses, sin duda es el HUERTO DE MI AMADA. Algunos me han contado que fue inspirada al visitar la Quinta Herén; otros más audaces me han contado que fue cuando visitó, los jardines de la Facultad de San Fernando –lamento no haber vivido en tiempos más cercanos para describir lo que hubiera conocido-. La letra es hermosa. La mejor interpretación, a mi humilde entender, la realizaron LOS MOROCHUCOS Óscar Guillermo Agapito Avilés Arcos, Alejando Cortéz  Seminario y Augusto Ego Aguirre. No soy un erudito, pero basta con escuchar los primeros acordes y después toda la hermosa canción, para disfrutar embelesado tanta belleza.

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