LA PENOSA Y CRUEL MUERTE DE UNA NIÑA

LA PENOSA Y CRUEL MUERTE DE UNA NIÑA

Colaboración de Carlos José Fernández Revoredo

Cuando, casi, era la víspera de la marcha por la defensa de los derechos de las mujeres en nuestro país, se suscita una muerte de una menor en medio de una serie de circunstancias totalmente oscuras.
Y al margen de sus condiciones de deportista destacada y sus méritos como promesa para el voleibol nacional, yo resalto con pena el momento de indefensión de esta niña entre gente que sabiéndola menor de edad la llevaron hasta ese lugar, debido a que eran conscientes que sus padres no estaban para protegerla.
Me hace recordar el caso de la hija del empresario Ricardo Flores (riflo) a manos del psicópata holandés en parecidas circunstancias, en las que estas jóvenes se expusieron al estar con extraños en ambientes privados e ingenuamente confiadas.
Hay en estos casos responsabilidades múltiples, desde las generales que nos compromete a todos como sociedad, una sociedad insensible acaso al riesgo de las mujeres frente al acoso de personas enfermas, que fingiendo amistad o buscando ligeras cercanías terminan cometiendo actos abyectos.
Pero también hay responsabilidades particulares e individuales, que van desde los que sabiendo sobre un ilícito lo permiten, así como permitir a menores ingresar a un lugar solo apto para mayores o los que colaboran y dan facilidades a estos violadores para alquilar o tener ámbitos propicios para sus orgias.
Y claro las responsabilidades directas de quienes han practicado la agresión, disfrazada de acto sexual consentido, de los que sabiéndolo lo han permitido, de quienes fungieron de socorristas y en realidad solo trataron de encubrir un acto doloso. Y aunque sea doloroso y pueda parecer injusto; también hay responsabilidad de los padres que no tomaron las previsiones para cuidar a una hija menor de edad, encomendándola a las manos de malos dirigentes a quienes también alcanza responsabilidad legal.

Este doloroso caso nos tiene que llevar a reflexionar como sociedad civilizada y a mejorar nuestra interacción social desde los distintos roles que desarrollamos, como padres, hermanos, hijos, tíos, abuelos, vecinos, profesores, dirigentes, políticos, autoridades,...etc. no solo estamos perdiendo una valiosa y prometedora vida humana, estamos perdiendo con esta niña nuestra conciencia.

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