CUANDO LOS HIJOS SE
VAN...
Marita Lozano Dulanto
Marucha Fina
Cuando
los hijos se van nos queda un gran vacío en el alma, que jamás podrá ser
reemplazado por sentimiento alguno. Es parte de la vida de ser una madre viuda
que los crio y educó con ejemplo, todas sus vidas. Ese era mi deber y lo
cumplí, esposo mío. Claro que no soy una madre perfecta y hasta algunos dirán
que no soy una buena madre, sólo sé que hice lo que pude, porque soy lo que
soy. Mi amor es puro y los amaré aún más aunque ya no sea a mi lado. Hijos
míos, ya tienen las alas bien emplumadas, les enseñé a ahuecar y ser libres en
pensamiento y obra. Ahora volarán tan lejos como su imaginación se los permita,
sin límites ni cobardías. Sean valientes siempre, que este mundo más tarde o
más temprano, siempre castiga a los cobardes. Además, aquí estaré yo, en
nuestro eterno hogar, calentando la hoguera y al pie del cañón, como siempre.
Misión cumplida mi amor eterno, mi alma noble, mi mejor amante, mi esposo y
padre de mis hijos. Nos dejaste muy pronto y hoy más que nunca la vida me ha
demostrado con creces que el único y verdadero amor fuiste, eres y serás siendo
tú, mi amante salvaje, mi churrazo, mi pata del alma, mi causa mi chocherita,
el que me daba cobijo sin pedirlo. El que me dio todo su amor y para
demostrarlo me dio su apellido, para llevarlo siempre con honor. En 25 años de
feliz matrimonio jamás tuvimos una discusión por celos o infidelidad. Nuestras
discusiones sólo eran por la educación de ustedes hijos míos. Él, padre con
corazón de madre y yo, madre con corazón de padre. Alguien tenía que hacer ese
papel para compensar la balanza. No fuimos los perfectos padres, claro que no,
quienes lo son. Pero nos amamos hasta la muerte y los amaremos igual.
Hijos
míos, sólo deseo que siempre haya paz en sus almas, no juzguen y jamás sean
cobardes, lleven con honor y orgullo sus apellidos, con la cara en alto, que es
la mejor herencia que podemos dejarles.
Mamá. |
| Marita Lozano Dulanto |
WHEN THE CHILDREN ARE GOING ...
Marita Lozano Dulanto
Fine Marucha
When the children leave we have a great emptiness in the soul, which can never be replaced by any feeling. It is part of life to be a widowed mother who raised and educated them with example, all their lives. That was my duty and I complied, my husband. Of course I am not a perfect mother and some will say that I am not a good mother, I only know that I did what I could, because I am what I am. My love is pure and I will love you even more even if it is no longer by my side. My children, they already have wings well feathered, I taught them to cup and be free in thought and work. Now they will fly as far as their imagination allows, without limits or cowardice. Be brave always, that this world sooner or later, always punishes cowards. Besides, here I will be, in our eternal home, warming the bonfire and at the foot of the canyon, as always. Mission fulfilled my eternal love, my noble soul, my best lover, my husband and father of my children. You left us very soon and today, more than ever, life has amply demonstrated to me that the only true love was, you are and will be you, my savage lover, my churrazo, my paw of the soul, my cause my chocherita, the one who He gave shelter without asking. He who gave me all his love and to prove it gave me his last name, to always wear it with honor. In 25 years of happy marriage we never had an argument because of jealousy or infidelity. Our discussions were only for the education of you my children. He, father with mother's heart and me, mother with father's heart. Someone had to do that role to make up the balance. We were not the perfect parents, of course not, who are. But we love each other to death and love them equally.
My children, I only wish that there is always peace in your souls, do not judge and never be cowards, bring your names with honor and pride, with your face up, which is the best inheritance we can leave you.
Mom.
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