12 DE OCTUBRE


 12 DE OCTUBRE


Cuando estaba en el colegio había cosas que no me cuadraban cuando nos explicaban “El descubrimiento de América”. Lo primero era el argumento sobre Colon buscando una nueva ruta para ir hacia la India, pues el canal de Suez estaba tomado por los Turcos Otomanos. Cuestionaba, pues ya existiendo la brújula desde cinco siglos antes, en teoría Colon circunnavegaría el borde europeo y asiático hasta dar la vuelta y llegar a la India.
Es decir, Colon debía ir hacia el nordeste, bordeando las costas, por ser ruta virgen. Pero se vinieron cruzando un océano hostil, por ruta suroeste, derechito hasta el caribe. Y tampoco siendo cierto que solo era Colon y los presos de Puerto de Palos en tres carabelas, significa que experimentados marinos no notaron que la brújula les indicaba que se iban al otro extremo de su supuesto objetivo. Y eso, por suicida, es imposible.
Lo cierto es que a lo que conocemos como América ya lo habían visitado navegantes vikingos hacia el año 1000 y chinos hacia el 1300. Es más, Marco Polo, el navegante italiano, tenia mapas sobre el estrecho de Bering, que une el Asia con América del norte, dos siglos antes. Es decir información sobre este continente existía. Pero en los siglos que antecedieron a la invasión Española, Europa tenía problemas más grandes: estaba invadida por los Musulmanes casi 8 siglos. Eran otras las prioridades, cuando justamente en nuestras tierras, las Culturas Inca, Azteca y Maya (solo por nombrar las más conocidas) y las que las antecedieron iban alcanzando su máximo esplendor. Y llegaron justamente, y ahí mi suspicacia sobre si manejaron información al respecto, cuando estas culturas estaban en franca crisis, guerras civiles y decadencia.
Imposible que Colon muriera sin saber a dónde llego o confundiendo a los naturales de este territorio con los hermanos de la India. Nuestra gente, su fauna, flora, idioma y formas de gobierno nada tenían que hacer con aquellos. Y ver su atraso en materia de armas, en comparación con el viejo mundo que no paraba de inventar nuevas fórmulas para exterminarse y expandir territorios, no tardo en convencerlos que apropiarse de las riquezas de nuestros pueblos tenía que ser brutal y genocida, pero era accesible a la larga.
Y trabajaron en varios niveles, el primero era desconocer la humanidad de nuestros ancestros: indios sin alma, es decir sub humanos, es decir condenables a todas las humillaciones posibles, a la esclavitud y el exterminio. Una España con la moral cristiana al tope por expulsar a los musulmanes de sus tierras, vino con ánimos imperiales aquí y sostuvo que era una señal divina sus dominios sobre nuestras tierras, sus habitantes y su porvenir. Y como en toda invasión, hubo resistencia. Y esa le costó a través de los tres siglos y medio, al menos 100 millones de muertos, entre enfermedades propaladas adrede, combates y trabajo inhumano.
Sobre esto último, solo habría que recordar, que cuando pasaban los españoles por los pueblos levando indios para llevarlos a los socavones, los familiares de estos hacían ceremonias de difuntos, pues sabían que ya no volverían más, como cuentan narradores de la época.
España también aprovecho las divisiones. Como sucede hoy en otros lugares del mundo y con otro imperio dominante, muchos de los que creyeron que aliándose a España lograrían acabar con los abusos de incas, aztecas y mayas, para luego expulsar a sus socios, terminaron acribillados por estos o absolutamente sometidos. Pero si a los del sur nos fue mal con los españoles católicos, en el norte les fue peor con los ingleses y protestantes. Si aquí nos diezmaron, allá los exterminaron. Los cazaron como animales salvajes y, por ejemplo, como explican las historias de vaqueros contra indios, los invasores preferían acabar con los búfalos, alimento de las tribus rebeldes que huían, para acabar con ellos por hambre.
De lo que nos saquearon no se puede hacer un registro real. Era tanta la fiebre de España por el oro que las embarcaciones se hundían en altamar porque llevaban más peso del que podían. El resto de Europa no fue menos cruel, iniciaron la era de los piratas para robarle a España lo que esta nos robaba aquí, con apoyo de reinas y príncipes, tan creyentes como hipócritas.
Pero la demostración de que esto nunca fue una empresa colonizadora en el menos malo de los conceptos, es decir, que pudieran ir en armónico crecimiento poblacional y asimilación de su cultura, de un mestizaje sin violencia, fue la trata de esclavos venidos del África. Europa, católica y protestante, logro que se fuera extinguiendo la mano de obra y no tuvo otro camino que traer en calidad de esclavos a hermanos africanos. Hasta donde pude averiguar, al menos 7 millones de africanos llegaron a este continente sin contar un porcentaje importante que morían en el trayecto por las condiciones inhumanas en la que los trasportaban.

Inglaterra termino sus días en estas tierras de mejor manera que España. Mientras los anglosajones entendieron que debía ir muriendo la época esclavista y feudal, para dar paso a la revolución industrial y la era capitalista, España se quedó anclada en el tiempo. Tanto así que mantenían antiguos talleres y prohibían la industria, moderna para esa época. Pero como necesitaban de ella quedaron endeudados con holandeses, belgas, portugueses y otras naciones. Por eso ante la decadencia española ocupo su lugar a finales del siglo XIX el Imperio Ingles, con sus bancos sobre todas las economías de nuestra américa. Inglaterra expulsada del norte, apoyo económicamente la gesta de la independencia del sur. Ya no necesitaba colonias, en el estricto sentido de la palabra, la economía mundial. Necesitaba semi colonias, independientes en teoría, quebradas económicamente y dependientes de préstamos en realidad, a las que pudieran manejar sin necesidad expresa que se arrodillen ante su majestad, su bandera y sus símbolos. Y así ha sido hasta el día de hoy. Ya no juramos fidelidad al rey, ni somos torturados por no ser creyentes. Pero nos bloquean económicamente, es decir, nos condenan a una muerta lenta pero sin pausa, si no decimos amen a los deseos del FMI y sus salmos neoliberales, que nos privatizan por igual riquezas, derechos y servicios. Y esa blasfemia, esa herejía de oponernos al evangelio según Wall Street puede costarnos una invasión militar.
Queda por tarea hacer mucha memoria de lo que paso y comprender sobre todo la necesidad de una segunda independencia, que llene a América Latina de soberanía en la búsqueda de la sociedad sin clases sociales, amamantada por nuestra costumbre ancestral del buen vivir.

Hasta la Victoria Siempre.


Guillermo Bermejo Rojas

Comentarios

  1. Efectivamente la llamada conquista no fue tal. Fue una invasión, ventajosa, contaban con mejor tecnología bélica, etc

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