GAYS QUE SE CASAN CON MUJERES, EL DEBATE DE LA BISEXUALIDAD

Brent y Joshua viven en lo que se ha dado en llamar “matrimonios de orientación mixta”, una tendencia que ha salido a la luz en Estados Unidos, con motivo de la actual evaluación, por parte de la Corte Suprema de Justicia, de si los estados de la unión deben permitir los matrimonios entre personas del mismo sexo. “Somos una legión”, asegura Doug Mainwaring, otro gay que sostiene ser muy feliz de haber formado un hogar con una mujer heterosexual.
“Esto es algo que forma parte de la vida de mucha gente y casi nadie ha hablado de ello”, declara Lolly Weed, otra practicante de esta índole de casamiento, al tiempo que su par, Jeff Bennion, acota: “La gente como nosotros siempre ha existido, pero raramente habíamos tenido una razón para hablar”.
Ahora, con el debate en la Corte Suprema, han encontrado la oportunidad para manifestarse y no precisamente en favor del matrimonio igualitario, como pudiera creerse. Joshua, Brent, Lolly y Jeff son parte del grupo de ciudadanos que acaba de presentarle al tribunal un amicus brief o declaración en la cual piden que no se autoricen las bodas gays porque ello insultaría sus arreglos conyugales, pues “enviaría el mensaje perjudicial de que es imposible, antinatural y peligroso para los gays y lesbianas casarse con personas del sexo opuesto”.
Los practicantes del matrimonio de orientación mixta aclaran que no son exgays o gays arrepentidos y por eso prefieren autodenominarse “atraídos por el mismo sexo” (SSA, por su sigla en inglés) y establecen lo que los distingue de aquellos: Si los exgays aseguran que se “curaron” de la homosexualidad, ellos aceptan su atracción por otros hombres aunque han escogido unir sus vidas a esposas heterosexuales. Mientras que los exgays tienen fama de ser intolerantes y llenos de prejuicios hacia la homosexualidad, los SSA no necesariamente se oponen a ella.
El psicólogo Warren Throckmorton ha estudiado este grupo y explica que se divide a su vez en tres subgrupos básicos. En el primero se ubican los bisexuales. “Se trata de hombres que se ven atraídos por mujeres y hombres, en diversos grados; sienten un interés general por la gente”, dilucida. El siguiente conjunto lo forman los exclusivamente gays, quienes no se sentían muy fascinados por sus esposas cuando se casaron, pero necesitaban hacerlo y con el tiempo desarrollaron afinidad erótica con ellas. Muchos de ellos optaron por estos enlaces por razones religiosas. Tal es el caso de Joshua Weed, un mormón practicante de Utah, quien le contó su historia a la revista Salon. Primero consideró tener relaciones con sus congéneres, pero finalmente viró hacia el sexo femenino, teniendo en cuenta los dictados de su credo, para el cual la atracción homosexual en sí misma no es un pecado, pero llevarla a cabo, sí (algunos sectores católicos defienden esta misma idea). Entonces, se casó con Laurel, su mejor amiga desde la infancia y la primera persona a la que le confesó su homosexualidad.
El tercer segmento de casados en matrimonios de orientación mixta se compone de hombres homosexuales que desarrollaron una preferencia muy ávida por una mujer en especial. El doctor Throckmorton, quien es profesor de Grove City College, en Pensilvania, recuerda el modo en que se lo expuso uno de sus pacientes: “Ella es, literalmente, la única para mí”. Él estaba determinado a seguir el camino gay, hasta que la conoció y se convirtieron en los mejores amigos. Luego sintió deseos eróticos por ella y fueron al altar. “Ahora tienen una vida marital plena. Él no fantasea con otra, porque su esposa es la única en el mundo que lo enciende sexualmente”, narra el psicólogo, quien es creador de un esquema para ayudar a pacientes a aceptar su identidad sexual.
Esta postura, como era de esperarse en un asunto tan sensible, ha suscitado opiniones enconadas. Los que a la luz de sus creencias liberales aspiran a que cada cual practique una total autonomía en su sexualidad, creen que esto es un retroceso. A ellos, el doctor Throckmorton los exhorta a abrir más sus mentes. “Si vamos a ser tolerantes y a no juzgar, reconozcamos que eso es lo que ellos quieren hacer. De alguna manera, un hombre gay, que es muy religioso, se puede casar con una mujer asexual y tener una gran amistad, una estupenda relación con ella. Si bien este no es el vínculo soñado para un terapista de familia, está bien para ellos”. De hecho, ese es el caso de Joshua Weed, quien le declaró a Salon que su vida sexual con su esposa es gratificante. “La sexualidad implica mucha intimidad y conexión entre dos almas y no solo el fuego carnal. Sin embargo, ambos reconocemos que así nuestro compartir sea tan grato, le hace falta algo y a veces resulta triste, lo lamentamos y desearíamos que las cosas fuesen de otro modo”.
Otros creen que eso de los matrimonios de orientación mixta es dar una vuelta muy larga para seguir ocultando otra gran realidad. “Si las personas que sienten atracción por su mismo sexo son capaces de involucrarse romántica y sexualmente con personas del opuesto, eso los hace, por definición, bisexuales”, opina Eliel Cruz, cronista de «The Advocate», revista especializada en la comunidad LGBTI. Para él, estas autoproclamadas historias de gays bien casados lo que recuerdan de nuevo es que la sociedad se niega a reconocer que la bisexualidad existe y se empeña en establecer, por decreto, quién debe casarse con quién y quién debe acostarse con quién.
Comentarios
Publicar un comentario