ESCENARIO DE GUERRA: VENEZUELA Y LA REGIÓN


ESCENARIO DE GUERRA: VENEZUELA Y LA REGIÓN

Se piensa con ligereza que una posible invasión a Venezuela solo afectaría al hermano país. Se olvida que en todos los despropósitos imperialistas los países vecinos se han visto afectados e involucrados. No es casual que la recomposición regional, con la derecha en auge, haya señalado el camino para asfixiar la economía venezolana a niveles que ni en el Chile de Allende, el abierto desconocimiento del derecho internacional por parte de un grupo de presidentes que sin ser mayoría resultan los más mediáticos, como pasos agigantados a una aventura militar.
Las bases militares norteamericanas en América latina tienen posiciones expectantes frente a la Venezuela Bolivariana y es un trabajo que han realizado con fineza quirúrgica. Desde Panamá, Aruba, Curazao, Colombia, Brasil y Guyana los norteamericanos rodean Venezuela hace más de una década esperando el escenario propicio. El Comando Sur nunca ha negado estar listo para tomar por asalto la patria de Bolívar y por eso la claridad, de Chávez primero y Maduro después, de fortalecer lazos militares con China y Rusia en mayor medida como estrategia disuasiva frente a las bravuconadas de los EEUU. Ambos gigantes han enviado dos portaviones de guerra a costas venezolanas, como quien le muestra los dientes al águila del norte.
A pesar de declaraciones que apuestan por un cambio de gobierno sin violencia, una invasión norteamericana contaría con el apoyo de los países que le sirven de tapadera a los EEUU. Colombia y Brasil son estratégicos: no solo por sus gobiernos abiertamente fascistas, no solo por ser frontera, sino por el tamaño de sus ejércitos. Colombia y su medio millón de soldados que a partir de los acuerdos de paz han ido quedándose sin mucho que hacer y Brasil, con 400 mil efectivos, intentarían abrir dos frentes de guerra. Desde el Caribe caería la lluvia de misiles sobre Venezuela. Los países de Europa se verían obligados por sus acuerdos militares en la OTAN. Panamá invadida tres décadas serviría de abastecimiento seguro. Los demás, también obligados por acuerdos militares, incluido el Perú, tendrían que enviar sus tropas, aunque en porciones menores. Colombia otra vez, con sus paramilitares más vivos que nunca, tendrían el oscuro papel de la guerra irregular. Es decir, la vieja historia de una intervención militar sin consenso de Naciones Unidas, a la que suplirían con este triste espectáculo de países sumisos repitiendo el guion del imperialismo para que así no se vea el unilateralismo.
Del lado venezolano, además de su ejército profesional y a China y Rusia cazando misiles y patrullando el cielo y el mar, cuentan con 2 millones de milicianos, lo que demuestra que el gobierno está listo para una guerra irregular o guerra de guerrillas. Y esto significa una guerra larga y dura. Es por eso que Nicolás Maduro afirma que EEUU encontrara en la patria de Bolívar su Vietnam latinoamericano.
Un escenario de guerra obligaría a que la migración se multiplique. Para EEUU que en las invasiones a Irak, Afganistán, Libia, Siria y Yemen le dejo ese problema a sus socios europeos, tampoco en Venezuela se haría un problema. Esa carga recaería sobre el lomo de los países vecinos.
Pero hay algo que agrava esta situación en Latinoamérica. Quien desde la izquierda crea o piense que la guerra no le va a afectar cae en una equivocación peligrosa. Personajes de la derecha más descarada, como Álvaro Uribe o Alan García, hablan ya de listas de socios del chavismo, al que ya sueñan derrocado, que irían presos por supuestos financiamientos. Es decir, así como se uso la imaginaria laptop de Raúl Reyes, para perseguir, así como se coloco en listas negras a movimientos en el lejano y medio oriente y norte de África, con cárceles secretas y con la cifra espeluznante de 7 de millones de muertos, y así como fue el Plan Cóndor, pasaríamos de la persecución al aniquilamiento de líderes y movimientos de toda América abiertamente. Como si fuéramos un jardín, EEUU y sus socios fascistas de la región pasarían a podar las flores de la resistencia antiimperialista.
Y que los que desde la izquierda crean que por su posición ambigua del tema no les va a llover, deberían ver en Colombia, donde han asesinado más de 300 líderes sociales en un año, de las distintas posiciones, miembros de Ongs incluidos, o en el discurso de Bolsonaro, que quiere borrar de la faz de Latinoamérica a toda la izquierda, cual va a ser el curso de esta historia. Y como en el poema aquel, primero vienen por unos, pero al final vienen por todos.
Lo que quedaría con el ala baleada es este esfuerzo que hizo y hace la izquierda revolucionaria de Latinoamérica por intentar llegar al socialismo por la vía pacífica. ¿Qué habría que ofrecerle a los que consideran cambios por vías insurreccionales si a partir de ahora a los presidentes primero los debe reconocer la casa blanca y a los procesos electorales se les puede descalificar preventivamente? ¿No lograron las invasiones imperialistas en otros lugares del mundo fortalecer a las organizaciones subversivas? ¿Cómo tragarnos una invasión en Latinoamérica sin que se desate ese sentimiento de resistencia y revancha? ¿Cómo, pues, aceptar la masacre sin respuesta? Una invasión en Venezuela, con las secuelas previsibles, convertiría en un polvorín a la región, cosa que nadie en sano juicio quiere.
Pero que la derecha latinoamericana no crea que lo tendrá fácil. La opinión mayoritaria de nuestros pueblos es contraria a la injerencia y mayor aun a colaborar con una invasión, a pesar de los medios masivos que tratan de disfrazar el crimen. Serian esos gobiernos sumisos a Norteamérica los primeros en tambalearse.
Hay que tener sentido del momento histórico, nos enseño Fidel. Hoy una agresión a Venezuela no es el fin de un gobierno al que cada cual desde su trinchera y óptica puede adjetivar, sino el comienzo de un genocidio para América Latina. Y es deber movilizarnos para denunciar estos planes de exterminio. Como diría el Che: “a la unión de las fuerzas represivas debe contestarse con la unión de las fuerzas populares”.

Hasta la Victoria Siempre!

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