
UN GRAN TRÍO DE LAS LETRAS SE HAN REUNIDO EN «LA ESQUINA DE PERCY ANTONIO». ES UN GRAN LUJO. UN GRAN PRIVILEGIO CONTAR CON TREMENDOS ASTROS DE LUJO: EL PRIMERO COMBATIENTE CAÍDO, POR EL IMPERTINENTE INFORTUNIO, QUE APAGO SU VOZ INMISERICORDE. EL SEGUNDO UNA VOZ, UNA PLUMA YA CONSAGRADA, RECONOCIDA, PERO SIEMPRE DISCIPLINADO, HUMILDE Y SOLICITO CUANDO SE TRATA DE IR A LAS TRINCHERAS DE LUCHA Y LA VOZ DE NUESTRO DECLAMADOR: JAIME YSAAC GUADALUPE BOBADILLA, «JAIMITO», PARA LOS HERMANOS Y AMANTES DE LAS LETRAS.
MANUEL SCORZA
EN SU NOMBRE SE LIBRARÁN NUEVAS BATALLAS
DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
Sin embargo, Manuel Scorza sigue significando ejemplo de lucha y de militancia por alcanzar una patria grande, un pueblo liberado, una sociedad con justicia, una comunidad alentada y orientada en su desarrollo y devenir por ideales sociales.
Poeta para salvar al hombre, abolir las injusticias, arengándonos a ser libres. Para hacer que la vida vibre todavía más que aquella que palpita en la realidad misma.
Porque asumió al Perú con toda su miseria y con toda su grandeza, con toda su pena y también con su indoblegable esperanza, como cuando dice:
Yo no conocía el rostro de mi patria.
Tuvo que caérseme el corazón a un pozo,
tuve que alzarla chorreando alaridos,
tuve que oírla llorar de miedo en las prisiones,
tuve que verla con su cartel de ciego en los suburbios,
para comprender que la patria
era lo que me dolía bajo tanto dolor
Poesía en donde no solo relumbra el relámpago, sino que contiene y es el relámpago mismo.
Y supo ser un poeta del mañana, de esta hora en que lo sobrevivimos y tenemos todavía la oportunidad de pelear por instaurar una patria hermosa, como cuando advierte:
Para entonces, guardadme lo soñado.
Soñad nomás, no tengáis miedo de soñar.
Yo os traeré las increíbles cosas que soñábais,
la novia traeré al muchacho feo
y cantaré hasta que el sapo sea hermoso.
Yo, poeta,
nombro al pueblo
heredero universal de la risa y del rocío.
¡Camaradas!
En esa hora aguardadme.
Pero si ese día llega y estoy callado y no respondo;
si la tarde me llama y estoy callado y no respondo;
si el viento me llama y estoy callado y no respondo;
si, con palomas de amor,
el amor me llama y estoy callado y no respondo,
¡llámame, América!,
¡llámame con tu voz!,
¡y marchará mi polvo tras tu bandera roja!
En suma, porque supo comprometerse con lo humano y, junto al dolor, supo ser solidario y jubiloso y feliz, que es una moral que debemos rescatar para los hombres de nuestro tiempo y de nuestro país.
Amigos:
aunque os supliquen,
jamás perdáis la fe;
aunque vengan días más sucios,
jamás perdáis la fe;
aunque mañana yo mismo os lo pida de rodillas,
no me creáis.
Amad la vida,
guardad rocío para que las flores
no padezcan las noches canallas que vendrán.
¡Sed felices, os ruego,
salid de los cuartos sombríos!
¡Sed felices para que yo no muera!
¿Qué más puede anhelar un poeta sino alcanzar aquellos dos cantos de diamante, que son el amor a la mujer amada, y el amor de la adhesión al pueblo, al hombre, a la patria pobre, a la tierra que nos vio nacer?
Lo que importa en Manuel Scorza es la emoción humana y el aliento social; la adhesión a una causa y la reivindicación de un mundo. El verbo, el alma y la vida puesta al servicio de causas nobles, coherentes con la dignidad del hombre y, en el orden vital, trascendentes.
Manuel Scorza no es un escritor de éxito por la brillantez de su obra, aunque es brillante en sumo grado.
No es un escritor de éxito por el hechizo de su verbo, ¿y quién mejor que él para hechizar?
Manuel Scorza vale por su filiación con la causa del hombre, y, por paradójico que parezca, por esta filiación es marginado, silenciado y hasta expulsado del ámbito oficial de la cultura nacional.
Pero su ejemplo vale y perdura porque es el modelo de todos los que, como él, anteponen la causa del hombre a la estética, a la literatura trivial y a los cánones en boga.
Celebremos en él, entonces, la poesía y la narrativa consagradas a defender la causa del hombre.
Comulguemos con él en la poesía que asume la causa del dolor y de la justicia por alcanzar.
Unámonos a su rebelde, irreverente e incorruptible canto a la vida y a la humanidad.
Porque él fue un conquistador, un estratega, un capitán de ejércitos invencibles. Un combatiente de tono admonitorio, de carácter indómito.
Siempre fue un militante, un líder, un abanderado. Siempre abrazó una causa justa, de la que fue, invariablemente, su promotor y su adalid.
Su poesía es para ser proclamada en las plazas públicas, en las marchas de los trabajadores, en los mítines populares.
Como también en las noches profundas, cuando se desgranan las notas de una guitarra, y surgen del oleaje del tiempo los rasgos de un rostro apenas presentido en el alba; cuando se perfila una imagen en aquel mar infinito e insondable, adonde los poetas enrumban sus barcas, enfilan sus lanzas y rescatan milenarias estrellas.
Manuel Scorza es una herencia, es una consigna, es un estandarte y una imperativa convocatoria. Es una bandera de combate en estos tiempos oscuros y aciagos.
Hacia él se orienta y se dirige el cauce de la historia.
En su nombre se librarán nuevas y más grandes batallas, donde será vencido ese silencio infame, tenebroso y claudicante que ahora nos cerca.
Así como lo hace Jaime Guadalupe Bobadilla, quien está siempre a la vanguardia de esta brega libertaria, cumpliendo apasionadamente una ejemplar misión cultural y social humanista, un apostolado por difundir y acrecentar, en todo lugar y circunstancia, a Manuel Scorza y su obra monumental.
¡Yo te saludo Manuel Scorza, guerrero invicto, ileso de mil batallas, integérrimo, orífice de cantos que son diamantes!
PROHIBIDO FALTAR.
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