ACTOS INENARRABLES DEL «DEMÓCRATA» FERNANDO BELAÚNDE TERRY
LOS
CRÍMENES DE FERNANDO BELAÚNDE

Veamos
los rasgos más resaltantes de su gobierno.
Estrategia
contrasubversiva.
Las
acciones contra los rebeldes maoístas estaban principalmente a cargo de los
“sinchis”, cuerpo especial de policías antisubversivos organizado en la base de
Mazamari, cerca de Satipo. Ellos habían aniquilado las guerrillas de los 60’s.
Pero la zona de emergencia en Ayacucho estaba al mando de un general del
ejercito. Se suponía que las FFAA solo prestaba apoyo a las fuerzas policiales,
en realidad ya existía intervención militar directa en las operaciones. Por
ejemplo, en diciembre del 82, el general Noel ordenó liquidar a prisioneros y
sospechosos de actividades subversivas (confirmado en la entrevista a un
policía en la TV por el periodista Hildebrant en 1991).
Noel
ordeno asesinar a subversivos hospitalizados en Ayacucho. El mismo General Noel
mataba y hasta hizo construir un horno para quemar vivos a seres humanos.
Belaúnde declaro que aniquilaría al PCP en menos de tres meses. El término
“terrorista” todavía no existía para demonizar a los revolucionarios, Belaúnde los
llama abigeos. Pero al darse cuenta que se trataba de una poderosa guerrilla
maoísta, ordeno a las FFAA estudiar la guerra revolucionaria. Las FFAA actuaban
en operaciones limitadas y selectas con las fuerzas policiales. Así las FFAA
entraron con ventaja y de inmediato pusieron en marcha el plan de acción
diseñada por el Pentágono yanqui: utilizar masas contra masas, contraponer
nativos contra nativos. Primero puso en acción a licenciados y campesinos
ligados al gamonalismo que tenían infiltrados en el campo desde los 70’s, sobre
esta base montaron una red de agentes, infiltrados, espías y soplones. Pero eso
no era suficiente, con la ayuda de las autoridades y militares disfrazados de
campesinos formaron las “mesnadas” paramilitares que desataron el terror blanco
en el campo siguiendo 3 reglas: robar todo, quemar todo y matar a todos. Así
agruparon a la gente de las zonas aledañas para formar nucleamientos bajo
directo mando militar organizadas en “rondas” y “comités defensa” que les sirva
no solo para desatar el terror blanco sino como carne de cañón o parapetos
contra las guerrillas, así sufrieron 2,600 bajas.
Los
periodistas.
Al
principio periodistas nacionales y del extranjero visitaban Ayacucho
identificándose confiadamente en los controles de carretera, hasta daban su
iterinario a la oficina de “relaciones publicas” del comando político-militar.
Pero para implementar una guerra sucia que termine de despoblar una región con
terrorismo estatal (secar el agua para matar al pez) necesitaron eliminar
periodistas (dar ejemplos de escarmiento para no tener testigos). En Uchuracay,
las fuerzas armadas desaparecieron al pueblo, sus habitantes fueron asesinados
o se escaparon. Los 8 periodistas aniquilados por las fuerzas del orden
(disfrazados de campesinos) querían averiguar los detalles de la operación
militar, hasta querían sacar fotografías. Los militares los aniquilaron (la
Comisión Vargas Llosa le echo la culpa a los propios campesinos). En Lima, un
emisario del Ministro del Interior Fernando Rincón, explica que los periodistas
habían llegado a Uchuraccay dando vivas al Partido Comunista y agitando la
bandera roja. Noel repitió la misma historia en una conferencia que dio en el
cuartel los Cabitos (Revista Ayllu, 13/11/91). Un periodista se enteró de toda la
verdad, el que se había quedado dormido y no acompaño a los 8 periodistas era
nada menos que Luis Ortega, corresponsal del Diario, había logrado fotografiar
a los victimarios. El General Noel se entero y lo mando asesinar en la puerta
de su casa en Ayacucho. Mas tarde, el 91, Fujimori mando asesinar al testigo
del crimen del periodista Luis Morales. Hasta ahora ese crimen esta impune. A
los 8 periodistas se le enterraron en fila india dos en cada tumba, un método
aprendido de los manuales de guerra de baja intensidad de los EEUU.
Desaparecidos.
Del
80 al 85 hubieron 1,473 desaparecidos. Amnistía International reportó que el
Perú tenía más desaparecidos en el mundo.
El
PCP le declaro la guerra al Estado. La rebelión estuvo justificada. El mundo
entero sabe que las fuerzas armadas usaron el terrorismo de Estado y el
genocidio contra el pueblo para combatir a las guerrillas, por lo tanto, las
FFAA son culpables de la gran mayoría de las muertes. El pueblo sabe que los
genocidios lo cometieron las FFAA y policiales (cerca de 30,000), pero la CVR
con seudo estadísticas inflaron las cifras de victimas fantasmas para achacárselos al
PCP.
Violencia.
La
violencia es patrimonio de las clases dominantes en cualquier país del mundo,
Perú no es la excepción. El imperio lo ha usado a través de toda su historia
para invadir y subyugar pueblos, en el Perú desde Pizarro a Toledo su uso es
generalizado como parte de la opresión y control de una clase sobre otra. Lo
raro e inaceptable es la violencia de los oprimidos contra sus opresores, a esa
violencia revolucionaria organizada y selectiva del PCP se les combate como
“terrorismo”. Reagan empezó a tildar de terrorista a todo movimiento
revolucionario. Lo grave es que el PCP ha tomado las armas para derrumbar el
viejo orden, a esa amenaza se le combate con todos los medios disponibles
llegando al genocidio. Mariátegui decía que solamente destruyendo el viejo
orden se podía generar un nuevo orden social. El PCP uso la violencia
revolucionaria como Partido, con un plan, con un Ejercito, con un frente. La
imputación de terrorista al PCP es una infamia.
Los
genocidios de Belaúnde.
El
gobierno de Belaúnde autoriza los genocidios militares en Huambo, Iquicha,
Huaychao y Uchuraccay. El 83 ordena el aniquilamiento del campesinado y la
destrucción de comunidades y pequeños poblados; en Espite, provincia de
Cangallo, en junio dispuse el ametrallamiento del pueblo y a los que
se escapaban a los cerros les arrojamos granadas; y en Paccha, pueblo de Vinchos,
Huamanga, la mayoría de la población fueron pasados por las armas y el resto
fueron enviados a Lima. En julio, en la ciudad de Ayacucho nuestros escuadrones
de la muerte de la marina y el ejercito empezaron a arrojar cadáveres
monstruosamente torturados en las calles; en los dos meses anteriores a las
elecciones municipales de noviembre arrojaron más de 800 cuerpos rematados
después de bestial tortura. En Sivia, provincia La Mar, en noviembre como
represalia a una emboscada sufrida por el Ejército, ordenó el arresto de 60
personas de los cuales el ejército asesinó a 20. En Sillco, provincia de
Huanta, el ejercito lanzo granadas y disparo contra las masas y en Soccos,
provincia de Huamanga, el destacamento policial del lugar asesino a mas de 50
personas reunidos en una fiesta de matrimonio, luego de torturarlos
oficialmente murieron 37. En Ayacucho formaron los primeros campos de
concentración y los grandes centros de tortura masiva controladas por el
Ejercito en el cuartel “Los Cabitos” de la ciudad de Ayacucho, allí mismo Noel
ordeno construir un horno para quemar los cuerpos de los revolucionarios
maoístas, otros campos de concentración fueron los de Totos en Cangallo hasta
julio del 83 con 100 enterrados clandestinamente y Qoisa y Pichari (La Mar); y
en Huanta a cargo de la Marina donde degollaron a mas de 20 personas,
enterraron vivos a los mas torturados y los nuevos prisioneros fueron obligados
a cavar las fosas de mas de 3 metros de profundidad y fueron empujados a las
mismas, mientras otros eran arrojados atados de pies y manos; Allá la tortura
era brutal y sádica, para aterrar al pueblo, la Marina clavaba en estacas
cabezas degolladas. En la zona de San Francisco las FFAA asesinaron a 150
personas.
Belaúnde,
el primer mataniños.
Las
FFAA y policiales, incluidas las rondas paramilitares controladas por el
ejército, no distinguían a los niños de los adultos, ni a las mujeres y
ancianos. El 3 de agosto del 84, 17 adolescentes y niños fueron torturados
hasta que mueran en Cocahuichun, sus cadáveres fueron arrojados en la Via
Libertadores; en el Departamento de Huancavelica, entre el 15 y 23 de octubre,
operativo del Ejercito asesina a 75 campesinos en Milpo y 15 en
Pillo-Pachamarca, muchos de los victimas fueron adolescentes. En Remillapata
fusilan a dos niños de 9 y 11 años junto con su madre y padre que era Comisario
de Seguridad del nuevo poder y en Moyopampa un comisario maoísta junto a sus 2
niños de 2 y 5 años fueron aventados a una casa ardiendo. En Bacón incursionan
70 marinos y asesinan 18 campesinos, entre ellos 6 niños, cuyos cadáveres se
llevan; un tercio de muertos fueron niños, es que el asesinato de niños fue una
política persistente para amedrentar y doblegar a los padres y escarmentar a
los revolucionarios; y para ganarnos a las almas aterrorizadas del pueblo y en
despreciativo sarcasmo, las FFAA volvía con alimentos siendo justa e
iracundamente rechazados.
Belaúnde
imputa sus crímenes a la guerrilla.
Esta
era otra política usual de las fuerzas del Estado que comúnmente se disfrazaban
con ropas campesinas para cometer atropellos, saqueos, violaciones, incendios,
arrasamientos y espeluznantes crímenes incluyendo particularmente niños, e
imputarlos a los guerrilleros y así buscar contraponerlos a las masas, una
muestra de esto es el aniquilamiento de 50 campesinos por la Marina en el lugar
denominado Azángaro a 20 kilómetros de Luricocha en agosto del 84. Otro es la
emboscada de Pichari en el cual fuerzas maoístas destruyeron un contingente
militar, en represalia la benemérita “guardia civil” paro un camión que traía
pasajeros y los bajaron y aniquilaron a 20 pasajeros; fuerzas del Ejercito
Guerrillero Popular los enterraron, pero se les imputo el asesinato. En
Huamanguilla el ejercito asesino a 9 campesinos, pero a uno de ellos lo
quemaron, este método es muy usual para amedrentar a los comunistas o
guerrilleros en el terreno de los hechos y en la prensa nacional imputarles de
esos crímenes a la guerrilla (el gobierno de Belaúnde tuvo todos los medios de
información a disposición). En Chuschi a un campesino le ataron dinamita al
cuerpo y lo volaron mientras los soldados gritaban: “así mueren los terrucos”.
En el operativo de Incaraqay, el 10 de enero del 83 una columna del ejercito
entró al poblado y luego de saquear las casas y violar a las mujeres, quemaron
500 viviendas; y el exterminio llega hasta hacer desaparecer pueblos, así el 15
de julio del 83 el Ejercito con el apoyo de las Comités de Defensa aniquiló a
toda la población de Quinuas y desapareció el pueblo totalmente, borrándolo del
mapa. El 22 de agosto del 84, el operativo de la Marina en Sivia, en represalia
por emboscada, apreso a 50 jóvenes indiscriminadamente y los fusiló, de esta
manera emulando a los fascistas alemanes que incendiaron Europa en la Segunda Guerra
Mundial, como regla asesinaron a 10 hijos del pueblo por cada miembro de la
Marina que cayó en combate. Y el 10 de noviembre de 1984, la Marina con el
apoyo de la Guardia Republicana remata a 40 campesinos en Quimbiri, luego de
torturarlos salvajemente en Luisiana.
Las
fosas comunes.
El
19 de agosto del 84, se encontró una fosa con 10 cadáveres en la Via de los
Libertadores; el 22/8/84 una fosa de 30 muertos en la carretera Huanta-Mayo, a
30 km de Huanta. El 23/8/84 se encontraron 7 fosas con 89 cadáveres en
Pucuyacu, el mando político-militar de la zona era el general Adrián Huamán
Centeno y el responsable directo era el capitán de corbeta Álvaro Artaza
Adrianzen (alias el Camión), al primero Alan García intento volverlo a nombrar
jefe en el mismo Ayacucho y el “socialista” Barrantes lo apelaba “el general
campesino”, al segundo el gobierno de García Pérez lo ascendió y fue enviado a
España para protegerlo. El mismo día 23/8/84 se encontró una fosa con 30
cadáveres en Ayahuarcana (Macachacra); el 25 otras fosas en quinua y Muyuri, el
28 una fosa con 12 degollados en Cocahuichaca, Via de los Liberadores, otras 5
en Víctor Fajardo, etc. que no merecieron atención alguna de las autoridades o
los medios de prensa controlados por los grandes grupos de poder, por el afán
de ocultar el genocidio era más fácil de imputar de sus crímenes al PCP o
declarar que el PCP es culpable porque la “rebelión no se justifica”. Así el
gobierno acciopopulista que inicio el gran baño de sangre en el país terminó
totalmente empapado en ella. Una lección que dejo Belaúnde es que cuanto más
pregonan los gobiernos de turno del Estado “derechos humanos”, “democracia” y
“paz”, más hambre, más miseria, represión, terror y muerte hasta el genocidio
desencadenan furibundos
contra el pueblo peruano.
Fuente: William Palomino
Quilla Gonzalo Picasso
23 de enero a las 13:17
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