MI RETORNO A MI TRINCHERA
PERCY ANTONIO COLLAO ALVA
- O dejas de escribir o te mueres.
Mi respuesta fue:
- ME MUERO.
- Es tu decisión,
Concluyó el galeno. Me sentí como JM Arguedas: si no puedo escribir me mato. Así, que estoy, aquí, nuevamente.
Nunca me gustaron las fiestas navideñas ni de año nuevo ni de 28 de julio. Y es que desde muy pequeño se me quedó grabado en el corazón la imagen de un niño, con su sombrero de lana que sentadito al filo de una vereda pedía, un solidaridad -no una caridad-, así lo interpreté yo. Sin decir una palabra a mi mamá -que tenía su carácter-, yo iba pateando un paquete mediano, algo pesado para mi edad, que estaba envuelto en una bolsa de Sears, ¿A quién se le habría caído? Como dos cómplices, que habían cometido un delito, pateé, prontamente con fuerza el paquete que golpeo al mocoso. Y este en menos de lo que canta una gallo -esos dichos viejos, verdad-, lo cubrió con su vieja vestimenta. Y no pasó nada. En esos momentos, un señor rechoncho colorado, buscaba desesperadamente, algo. De pronto grito
- Es el Papa Noel, que recién le compré mi hijo en Sears, me costo 100
soles.
En eso, mi mamá me sacó del letargo.
- Si te pierdes te llevan los gitanos.
Así es que me puse al costado de mi mamá, sujetándola de su amplio vestido. Huy, yo pensaba, ¿Y si me llevaban los gitanos?, dicen que se comen a los niños. Y su pipi, lo convierten en amuletos, asu. no... eso no...
Año Nuevo tampoco me gustaba, reventaban cohetones, pucha había mucha bulla. Pero, esa fiesta si la esperaba con ansias. Como había fiestas en las casas. Yo me encontraba con mi amiguita Yolanda, un año menor que yo. Tenía seis años. En esos tiempos darle un beso a una chica, te limpiabas la boca, rapidito, eran juegos de inocentes niños.
Otro día, escribiré de las fiestas patrias.
Pero cuántos niños, no tienen navidad, no tienen juguetes, no comen panetón. Además comer panetón con chocolate caliente en pleno verano. Y esperar hasta las 12 de la noche para la Cena Navideña. Si nosotros cenábamos a los 8 de la noche. Después no enviaban a dormir para que a las 12 de la noche abramos los regalos que nos trajo Papa Noel, en su trineo, ingresaba por la chimenea. Si en el callejón donde vivíamos nadie tenía chimenea. Bah a mis ocho año me decía como va a ingresar ese viejo gordo y no se ensuciaba nada. Pamplinas.
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