La vida es dura, es una gran verdad. Se lucha todos los días, es otra gran verdad ¿Pero qué derecho le asiste, alguien, pedir, que respeten su cuando mató, a alguien, por no dejarse robar un celular? O uno que violó, quemó el cuerpecito de una niña. O uno que mató a su pareja dejando huérfanos a sus hijos, porque su mujer harta de tanta golpiza, no quiso regresar con él. O alguien que mato a un muchacho -que era sostén de su hogar-, por no dejarse robar las zapatillas?
¡LOS DERECHOS HUMANOS SON PARA LOS HUMANOS DERECHOS!
Acá está la respuesta de una madre ciudadana, hacia la madre que protestaba:
DE MADRE A MADRE:

Vi cómo te quejabas de la distancia que te separa de tu hijo, y de lo que supone económicamente para ti, ir a visitarlo como consecuencia de esa distancia.
Vi también toda la cobertura mediática que dedicaron a dicha manifestación, así como el soporte que tuviste de otras madres en la misma situación y de otras personas que querían ser solidarias contigo, y que contabas con el apoyo de algunas organizaciones y sindicatos populistas, comisiones pastorales, órganos y entidades en defensa de los derechos humanos, ONGs etc. etc.
Yo también soy madre y puedo comprender tu protesta e indignación.
Enorme es la distancia que me separa de mi hijo.
Trabajando mucho y ganando poco, idénticas son las dificultades y los gastos que tengo para visitarlo. Con mucho sacrificio solo puedo visitarlo los domingos, porque trabajo incluso los sábados para el sustento y educación del resto de la familia.
Felizmente, también cuento con el apoyo de amigos, familia, etc.
Si aún no me reconoces, yo soy la madre de aquel joven que se dirigía al trabajo, con cuyo salario me ayudaba a criar y mandar a la escuela a sus hermanos menores, y que fue asaltado y herido mortalmente a balazos disparados por tu hijo.
En la próxima visita, cuando tú estés abrazando y besando a tu hijo en la cárcel yo estaré visitando al mío y depositándole unas flores en su tumba, en el cementerio.
¡Ah! Se me olvidaba: ganando poco y sosteniendo la economía de mi casa, a través de los impuestos que pago, tu hijo seguirá durmiendo en un colchón y comiendo todos los días. O dicho de otro modo: seguiré sosteniendo a tu hijo malhechor.
Ni a mi casa, ni en el cementerio, vino nunca ningún representante de esas entidades (ONGs), que tan solidarias son contigo, para darme apoyo ni dedicarme unas palabras de aliento.
¡Ni siquiera para decirme cuáles son MIS DERECHOS!
¡Si estás de acuerdo con esta carta, hazla circular!
Quizás entre todos, podamos revertir estos valores que existen en nuestro país, donde los delincuentes, ladrones, terroristas y corruptos tienen más derechos que los ciudadanos honrados y trabajadores, que solo queremos vivir en paz.
¡LOS DERECHOS HUMANOS SON PARA LOS HUMANOS DERECHOS!
CV
Yusi 17 de abril a las 19:16
Comentarios
Publicar un comentario