He escogido este trabajo de don MANUEL GONZÁLEZ PRADA, porque es el que más se ajusta a la realidad. Todos los trabajadores son iguales: no existe el trabajador manual y el trabajador intelectual.
SOBRE EL INTELECTUAL Y EL OBRERO: DISCURSO DE MANUEL GONZÁLEZ PRADA
Augusto
Lostaunau Moscol **
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhu-Qf0KFKRyzWd24dWHWyxfPUlfXcHt7Wvijxn34ukFUQQL9ZxirhNBjD4e_bZJUjduyKKT0erB6U7MzgGlnmJ8OtK_uEbqYislci4FUjT1XtHs54Olws83K2Rh2hsnZAPdzl3w91w9ak/s320/Manuel+Gonz%25C3%25A1lez+Prada.jpg)
En
la noche, los obreros de Lima y El callao se concentraron otra vez en el local
de la Confederación de Artesanos Unión Universal, para realizar el acto
literario musical en conmemoración del Día Internacional de la Clase
Trabajadora. Las notas periodísticas resaltan la asistencia de más de mil
personas, el local totalmente adornado y con luces, así como banderas y
estandartes de los gremios y sindicatos asistentes al acto. Una orquesta
conformada por los propios obreros amenizó el ingreso de las delegaciones,
tocando canciones e himnos del momento. Los asistentes coreaban canciones
proletarias. Era costumbre en aquellos años que, los músicos obreros cambiaran
las letras de la canciones más populares, creando así verdaderos himnos
proletarios.
El
acto central se inició a las 9 de la noche. El Dr. Santiago Giraldo tomó la
palabra y felicitó a los organizadores por la romería a Florencio Aliaga,
nombrándolo el Primer Mártir de la Clase Obrera Peruana. Siguió el dirigente panadero Manuel Caracciolo
Lévano, quien leyó su discurso ¿Qué son los Gremios Obreros y lo que deben
ser?”. Finalmente, fue leído el discurso El Intelectual y el Obrero, del
pensador anarquista Manuel González Prada. La expectativa era general ya que,
desde diferentes medios y, principalmente desde el periódico Los Parias,
fundado por él, González Prada difundió su pensamiento anarquista, así como la
necesidad de la organización de los trabajadores para luchar por sus derechos.
El
discurso es iniciado con los versos de un hermoso poema, pero rápidamente pasa
a explicar el por qué de este modo de empezar su disertación. González Prada
señaló que:
“Esta
poesía nos enseña que se hace tanto bien al sembrar trigo en los campos como al
derramar ideas en los cerebros, que no hay diferencia de jerarquía entre el
pensador que labora con la inteligencia y el obrero que trabaja con las manos,
que el hombre de bufete y el hombre de taller, en vez de marchar separados y
considerarse enemigos, deben caminar inseparablemente unidos”.
Lo
que hace González Prada es identificar al interior de una sola clase social a
los integrantes de los sectores que trabajan utilizando su intelecto y, a los
sectores que trabajan utilizando su fuerza física. Estos dos sectores conforman
la clase proletaria, porque a pesar de sus formas de laborar tan distintas y,
muchas veces, distantes, en realidad los dos crean, producen, hacen posible la
transformación de la naturaleza en un bien de consumo. Y, en la mayoría de los
casos, estos dos sectores marchan por separado, permitiendo y facilitando el
control que ejerce sobre ellos la clase dominante.
Por
ello, González Prada añade que:
“Pero
¿existe acaso una labor puramente cerebral y un trabajo exclusivamente manual?
Piensan y cavilan: el herrero al forjar una cerradura; el albañil al nivelar
una pared; el tipógrafo al hacer una compuesta; el carpintero al ajustar un
ensamblaje; el barretero al golpear en una veta; hasta el amasador de barro
piensa y cavila. Sólo hay un trabajo ciego y material: el de la máquina; donde funciona
el brazo de un hombre, ahí se deja sentir el cerebro. Lo contrario sucede en
las faenas llamadas intelectuales: a la fatiga nerviosa del cerebro que imagina
o piensa, viene a juntarse el cansancio muscular del organismo que ejecuta.
Cansan y agobian: al pintor los pinceles; al escultor el cincel; al música el
instrumento; al escritor la pluma; hasta al orador le cansa y le agobia el uso
de la palabra. ¿Qué menos material que la oración y el éxtasis? Pues bien: el
místico cede al esfuerzo de hincar las rodillas y poner los brazos en cruz…Las
obras humanas viven por lo que nos roban de fuerza muscular y de energía
nerviosa”.
Manuel
González Prada rechazó en forma tajante la falsa división entre un trabajador
manual y otro trabajador netamente intelectual. El trabajo es la conjunción de
la acción del pensar y la acción muscular, por lo tanto, quien trabaja realiza
ambas acciones a la vez. Rompe con quienes sostienen una visión “biologista” de
la sociedad, la cual sostiene que existen hombres que han nacido para pensar –y
por lo tanto dirigir- y, otro grupos de hombres que han nacido para realizar el
esfuerzo físico de producir –la gran mayoría de debe obedecer-. Los primeros,
son los intelectuales, inteligentes, muy capaces y su acción intelectual les garantiza
un estatus privilegiado en la sociedad; mientras que, los segundos son los
obreros, las grandes mayorías, que deben obedecer y jamás desear cambiar el
orden de las cosas. El anarquismo y el comunismo, internacionalmente, siempre
han negado esta supuesta división de manuales e intelectuales, por el
contrario, han buscado una sociedad diametralmente distinta, donde todos tengan
capacidad de discernir sobre su propio destino político. Han sido las
organizaciones fascistas del siglo XX las que han defendido y divulgado la
supuesta división de trabajadores manuales e intelectuales, buscando de esa
forma encaramar en el poder a quienes siempre más han tenido y, dejando fuera
de todo tipo de poder, a quienes menos han tenido.
Luego,
González Prada anotó que:
“Cierto,
el diario contiene la enciclopedia de las muchedumbres, el saber propinado en
dosis homeopáticas, la ciencia con el sencillo ropaje de la vulgaridad, el
libro de los que no tienen bibliotecas, la lectura de los que apenas saben o
quieren leer”.
Es
por ello que, bajo esta idea, Manuel González Prada inició la titánica labor de
escribir para todos los periódicos de ideas anarquistas y anarcosindicalistas.
Animó a los sindicatos a que publicasen sus propios medios escritos. Logró que
muchos obreros escriban ensayos, artículos de actualidad mundial y nacional,
crónicas de las luchas obreras, denuncias, narraciones, cuentos, poesía, letras
de canciones, etc. Sabía muy bien que los medios de comunicación escritos de
bajo costo, son los preferidos de las clases trabajadoras, ya sea por su precio
insignificante o por la facilidad de leer su contenido, muy limitado en calidad
literaria y lleno de argot. Para enfrentar esa fuerte alienación que producen
estos medios escritos particulares era necesaria una alternativa, surgiendo
luego las hojas de erogación voluntaria. Estas hojas eran de dos páginas, con
información sobre la vida sindical del Perú y el mundo, en un lenguaje sencillo
pero depurado y, sobre todo, el costo era la voluntad del trabajador. Se repartían
en las puertas de las fábricas. Sirvieron mucho para difundir las ideas
anarquistas y anarcosindicalistas. Al principio, cuentan sus editores, eran
entregadas como simples volantes, luego los mismos trabajadores las exigían
cada semana e incluso, realizaban colectas para que la publicación se mantenga.
Fueron medios de comunicación alternativos a los que manejan los grupos de
poder.
Luego,
anotó que:
“Cuando
preconizamos la unión o alianza de la inteligencia con el trabajo no
pretendemos que a título de una jerarquía ilusoria, el intelectual se erija en
tutor o lazarillo del obrero. A la idea de que el cerebro ejerce función más
noble que el músculo, debemos el régimen de las castas: desde los grandes
imperios de Oriente, figuran hombres que se arrogan el derecho de pensar,
reservando para las muchedumbres la obligación de creer y trabajar…Los
intelectuales sirven de luz; pero no deben hacer de lazarillos, sobre todo en
las tremendas crisis sociales donde el brazo ejecuta lo pensado por la cabeza”.
Con
estas afirmaciones, una vez más, Manuel González Prada niega la existencia de
una supuesta división entre un supuesto manual y un seudo intelectual. Además, rechaza que quienes se autoproclaman
trabajadores intelectuales tengan la potestad de dirigir, condenando a quienes
denominan trabajadores manuales a seguirles. Es por ello que Manuel González
Prada estaría en total desacuerdo –además que reprobaría cualquier intento de
vincularlo- con aquellas organizaciones políticas que proclaman a los cuatro
vientos la existencia de trabajadores manuales e intelectuales. Esta división
en la realidad concreta y objetiva no existe, sólo es parte de un discurso muy
ideologizado de quienes buscan siempre usufructuar el poder político en
beneficio particular, realizando incluso actos que lindan con lo ilegal.
*El
texto revisado de El Intelectual y El Obrero se encuentra en el libro Anarquía
(Lima-Perú 1948).
**Historiador a favor del
Colegio Profesional de Historiadores del Perú.Víctor
Roberto Núñez Zacarías
La historia le da razón, nos
plantea un frente único de clases explotadas que haya de la Torre defendía
frente al clasismo de las corrientes marxistoides que en la actualidad de da
cuando las pymes que es un frente único luchan para sobrevivir.
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