El Decano de la prensa peruana, nunca escribe nada de la corrupción que le atañe,embarra a Graña y Montero. Informa de todo, menos esos «problemas menores». Claro ahí gobierna, reina la democracia, que bah, se ataca y ensucian honras de los «rojetes», «rabanitos «caviares», «terroristas», «narcoterroristas» y así no saben cómo insultar a quienes les dicen sus verdades en su cara. Todo porque, ellos, manejan toda la prensa que manipula la forma de pensar del un pueblo y les hace pensar y creer, en lo que les da la gana y nada más.
EL PERIODISMO CONVIRTIÓ LA MENTIRA EN VERDAD
Esa es la "democracia" que creó el Muro de la Vergüenza en Lima, que separa a los peruanos ricos de los peruanos pobres; es la democracia que genera masas de peruanos desnutridos; es la democracia de la economía informal que alegra a los cavernarios de la economía ilustrada, quienes atribuyen “milagros” a la “mano invisible” del mercado, interesadamente, a fin de manipular el flujo de la riqueza en beneficio de quienes lo manejan y en perjuicio de los consumidores.
Es la «democracia que no permite a la mitad de los
peruanos comprar una refrigeradora para guardar alimentos y poner mantenerse en
casa a salvaguarda en tiempos epidémicos».
Es la democracia que frustra a sinnumeros de peruanos
de comprar alimentos.
Es la «democracia» que no ofrece oportunidades a todos
los peruanos, porque el sistema ha hecho de las oportunidades su privilegio.
Es la «democracia» de los moto-taxis.
Es la «democracia» que ha colocado al Perú entre los
cuatro países más ingnorantes del mundo.
Es la «democracia» que el sistema estableció con
alegría, induciendo a votar por ella a las víctimas del sistema -sí, a sus
propias víctimas- para lo cual se valió de su maquinaria informativa, que
convierte la información en propaganda.
La información convertida en propaganda cumple a cabalidad eso de “miente,
miente, que algo queda”.
Quedó la mentira convertida en verdad.
Y así ha sido digerida por muchos peruanos.
Esta mentira disfrazada de verdad es la que nos dio a Kuczynski, a Toledo, al Mago de la Coima -dos veces-, a los Humala, a Belaúnde, que más andaba en las nubes que en suelo peruano y que los dueños de los periódicos y la televisión peruanos lo promocionan como el presidente más honrado del Perú en agradecimiento a la devolución de su poder de la prensa. En agradecimiento es que echan tierra sobre los escándalos que sacudieron sus dos gobiernos con la compra sobrevalorada de buques, como el "Ucayali", la corrupción de los automóviles Mercedez Benz y pasan por alto el jolgorio de corruptela que significó “Cooperación Popular” – el Sinamos belaundista. No dice, la prensa agradecida, que Belaúnde reventó las planillas públicas llenando de empleados innecesarios los ministerios en pago a su fililación en el partido Acción Popular y ocultan también el mayor delito histórico del arquitecto: llenar el magisterio de "maestros" que a duras penas podían escribir sus nombres; pero fue una forma de pagarles su lealtad partidaria. Los dos gobiernos de Fernando Belaúnde Terry fueron tan corruptos como el de PPK, el de Toledo o el del Mago de la Coima. Esto lo saben muy bien los dueños de los periódicos, pero lo callan por agradecimiento al hombre que les devolvió sus periódicos - herramientas vitales en el tráfico de poder e influencia.
Así vive y así opera la prensa "democrática"
peruana: mintiendo.
Y opera así porque no está en manos de periodistas,
sino en manos de gente de negocios, de grupos de poder.
Para incrementar sus negocios y su influencia trafican con la información. Un indicativo de esta degeneración del periodismo lo tenemos en José Graña Miró Quesada, copropietario del setenta por ciento del poder de la prensa peruana encabezado por “El Comercio” -el diario que izó la bandera de Chile en la cúpula de su edificio del centro de Lima durante la invasión chilena-. Este empresario del periodismo peruano estuvo metido en el caso de corrupción más grande de la historia del país en las últimas décadas y sin embargo nunca la denunció en sus diarios ni en su canal de televisión. Al contrario: la tapó.
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