EL DIVISIONISMO EN EL PUEBLO PERUANO
Es innegable que la juventud ha despertado en algunos países de América del Sur. Para mostrar su rebeldía utiliza las redes, se congrega y protesta realizando movilizaciones. Eso es muy bueno para la sociedad en su conjunto. Lo malo es que este movimiento es amorfo, no tiene alguien que la encabece: un líder.
De otro lado es imposible concebir, aceptar a una juventud pasiva, amorfa, dócil y manipulable. Hay que tener en cuenta que la juventud va a tomar la posta muy pronto de las riendas de nuestro país. Y digamos las cosas con claridad De otro lado también no todos los adultos van a estar de acuerdo con la plataforma de lucha de los jóvenes, eso es normal diría yo. Las razones son obvias: los jóvenes piensan como jóvenes y los adultos piensan como tales.
Todo tipo de manifestación juvenil debe ser recibida con beneplácito; si los adultos se equivocan; ¿por qué los jóvenes van a estar exentos del error? Hay que tener en cuenta que en el Perú muchos fueron los jóvenes quienes elevaron sus voces de protesta. Ahora debido a su inexperiencia es comprensible que cometan errores; es seguro que muy gruesos. También hay que tener en cuenta que en toda movilización popular siempre van a infiltrarse indeseables, oportunistas, etc. Eso de ninguna manera puede, servir, ser motivo como para tipificar, identificar a los jóvenes como manipulables. Hay que tener en cuenta que los adultos alguna vez tuvimos esa edad. Movimientos sociales, revueltas, siempre van a suceder. De igual manera, siempre van a presentarse personas no están de acuerdo con los motivos que las protestas. Y ni qué se diga de los infiltrados.
Aún así se deja sentir, se respira un aire nuevo. Eso es favorable para el pueblo en su conjunto. Pero esos movimientos a todos los peruanos no le va a caer bien. Esos que está en contra de las movilizaciones masivas de los jóvenes, le están haciendo el juego a la corrupción o es que quieren una juventud pasiva, no definitivamente no; esa es una juventud enferma, conformista, resignada a la suerte de los políticos cazurros corroídos por el óxido del lastre de una sociedad caduca, podrida que pide a gritos cambio.
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