LA HORA DE LA SALIDA DE UN COLEGIO ESTATAL.
PERCY ANTONIO COLLAO ALVA.
Nosotros teníamos dos salidas la primera era a la 12 de mediodía y la segunda era a las 5 y 30 pm, por la tarde hasta el día siguiente. En ambos turnos encontrábamos en la puerta de nuestros planteles, apostados lo más cerca a la puerta a muchos vendedores ambulantes. las voces se escuchaban fuerte anunciando su productos: sanguito -especie de mazamorra de harina de maíz; era un cerro en una fuente, iban adornados con grajeas caramelitos de colores-, mambo -gelatina, de diferentes colores, que traían en unas fuentes de porcelana-, papa rellena -los traían en cajas de cartón engresados por el aceite, pan con atún -pan con tiburón para los contemporáneos-, este venía en un triciclo y en medio una gran fuente con el pecado sancochado, aderezado con cebolla, sal y limón-. Apareció por ese tiempo un vendedor, primero con una simple caja de cartón, después una canasta siempre cubierto con una tela blanca, muy limpia, le llamábamos “Cachito”, lo encontré mucho años Bueno, los vendedores que vendían más eran aquellos que tenían sus productos en manteles de costalillo de harina, muy blancos. Luego de realizada las compras, cada quien tomaba su rumbo. Los muchachos de la Generación 70 -como acertadamente nos denominó el Dr. Gilligan-, nos íbamos derechito con rumbo a La Casa del Presidente -fue una casa para los Presidentes-, con piscina y jardines muy bonitos. Maravilla por nuestro tiempo se había creado el “General Prado chico”, la primaria de las “Gallinas Ponedoras”, creo que se entiende -pero para los neófitos -quienes ignoran para el vulgo-, es que desconocen que he resaltado las letras-, ya ese seguro que desaprueba el examen -ya va a vacacional, obligado-, es porque nunca copió. Es que ahí encontrábamos a las chicas más bonitas, para nosotros. Es que el viaje en el “urbanito” es otra historia. Aunque también existía el Colegio Particular “Concordia Universal“. Mencionaré a algunas chicas, pero nombres nomás y sin mencionar el colegio donde estudiaban: Laura, Beatriz, Jenny y una de cabello bien ondulado “la monito“ -caramba choque con Chocano-. Estoy escribiendo, por si acaso, del “José Olaya”, de La Perla, Callao. Que está ubicado entre la calles: Washington, Atahualpa, Brasil y La Paz.
Es menester puntualizar que la GUE Bartolomé Herrera, está ubicado en el cuadrado que conforman las cuadras 11 y 12 de la avenida La Marina -queda el frontis, la puerta principal-, a la izquierda hoy la calle Jorge Castro Harrison, a la derecha El Pasaje Cueva y a la espalda -paralela a la avenida La Marina-, hoy le llaman Camino del Inca -esta zona era una zona de cultivo, después una pampa-, ahí había un portón por ahí ingresábamos y salíamos los alumnos. Eso si aquí puntualizo, punto aparte era tomar, los Urbanitos “San Miguelito”, cuyo paradero inicial estaba ubicado en la calle San Miguelito, hoy Jorge Castro Harrison -en honor a nuestro director del mismo nombre. Esperen muchachos ya voy por ahí: Viril impulso canción que forja... Estoy escribiendo de la GUE “Bartolomé Herrera”. A la salida, también, vendían sanguito, mambo, papa rellena, y el ya conocido, pan
con atún -pan con tiburón para los
contemporáneos-, Me olvidaba, todo lo vendían en un pedacito de papel periódico en blanco -le llamaban, papel de despacho-. Aquí pude conocer varios colegios por ejemplo el “Municipal” de Pueblo Libre -chicas de nuestra clase, las chicas de las GUE ”Teresa Gonzales de Fanning”, ”Elvira García y García”; “Las Vedrunas” -chicas pitucas-.
Eso que ahora llaman “bullying”, que a uno lo agarran de lorna, monse, pavo, chanchito -como quieran llamarlo-. Eso siempre ha existido. Los únicos que estaban a salvo de caer en manos de esos abusivos eran aquellos que tenían hermanos, primos, vecinos o amigos en años superiores. Ahora, si estabas solo, cosa cambiaba. Tenías que hacerte respetar solito. Algunos buscaban a los más tromèadores. Recuerdo que el Olaya había un estudiante conocido como el ”Gordo Villar” y eso que medía 170, como no era tropeador, le pagó al palomilla ”Negro Conga”, que vivía en Ancash, Ruggia. El negro le pegó como a 7 chiquillos. Y de ahí nadie e metió con el gordo. Y si no piña.
En ambos planteles siempre se daban las broncas, peleas, mechaderas -te la corto para la salida-, y los rivales sacaban el dedo meñique y lo jaban cada uno para su lado. La pelea estaba pactada. Eso si a cada peleador lo acompañaba su mancha, sus amigos simpatizantes o curiosos. Era fijo que uno o ambos contendientes se iban a su casa con un ojo morado o un labio roto, un diente meno, etc. A veces, se establecían algunas reglas, “nada en el suelo”. Es decir si uno de los peleadores caía al suelo, se detenía la pelea y se le daba tiempo para que el caído se ponga de pie. En otras se decía ”vale de todo”, pobrecito el que se caía al suelo, le llovían patadas por todo el cuerpo. A veces nuestro pantalón comando terminaba con una de las rodillas agujereadas, te caías al suelo. O las posaderas
La broncas de los muchachos del bartolo eran en la calle que hora e conoce como Camino del Inca o Cueva.
Las broncas del Olaya eran en la avenida La Paz. A veces íbamos a buscar pelea a los varones del Concordia Universal o los del Politécnico Canadá.
Todo era producto de nuestra edad, adolescencia.
A me olvidaba, la fotos fueron recogidas del Internet.
Excelente esquina Percy Antonio. Muy gratos recuerdos. Recordar, volver a vivir¡¡¡
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