EL ALZHEIMER Y EVA.

EL ALZHEIMER Y EVA
PERCY ANTONIO COLLAO ALVA.
Así en el estado en que me encuentro siendo vulnerable al COVID-19, visito a una buena compañera que se encuentra afectada por el Alzheimer. Cuando llego a su casa, la encuentro como ausente. Ya no es la misma que hacía gala de todo su bagaje de historia y Geografía.
En esta oportunidad trataré, los recuerdos de sus hijos. Tiene dos: Mirko Ilich y Fausto Antonio. Recordaba, con ella al primero, desde pequeño hasta ahora elisto e inteligente. Con una capacidad de estudiar bastante similar al de su mamá. si con sus estudiantes fue amorosa, con sus hijos lo fue más
Por otro lado Mirko gozó de la presencia de su abuelo, es decir de don Fausto Ríos Francisco, muy conocido como Pico de oro. Es que este señor tenía una tremenda facilidad de expresarse. Buen verbo exquisitas palabras y mostraba una nitidez en sus recuerdos. Recuerdo que Mirko desde muy pequeño tenía una buena memoria. Le gustaba hablar, disertar. Alguna vez, Eva alentó a su hijo y lo invita a dar un discurso, antes de almorzar, entonces comenzó:
  • Querido abuelo, amada madre 
Y así prosiguió y de pronto le salió lo de niño, 
  • También dedico estas palabras al Topo Gigio. Es que en ese tiempo, Mirko, tenía cinco años. 
Todos lo aplaudimos estruendosamente. El pequeño no se amilanó. Muy por el contrario enfatizó acerca de la miserias, que sufren la gente que produce en el campo. Y es que momentos antesu abuelo había hablado de los bajos precios que siempre lehan pagado lo intermediarios a los agricultores. Y ellos a su vez revendían el producto a un precio mucho mayor que lo razonable. Era el orgullo de Eva, mostraba su joya con bastante orgullo. Ahora, nada de esos acontecimientos, recordaba, Eva, miraba a un punto fijo y ahí su melancolía la atrapaba y no la dejaba por nada. sabía que todo eso pertenecía a un tiempo que se había perdido en la nada.
También, recuerdo, a Fausto Antonio, de bebé. Eva como toda amorosa madre, le cambiaba los pañales como si fuera un rito. y le decía amorosamente TATO y con es apelativo creció, el niño. Desde pequeño fue un lector habido. Era un dulcero empedernido. Un día sentado en la mesa, cumpliría unos cuatro años, cuando su mamá empezó a repartir la torta, el pequeño con su vocecita ronca le dice
  • Mamá, apúrate que tengo hambre!
Eva le respondió con amor
  • Espera hijo, el primer plato es para ti.  
Una vez atendido, el niño devoró su pedazo de torta con el mayor de los gusto, es que era su cumpleaños.
Pensar que hoy todos esos recuerdos ya no existen. Pensar que todo ese recuerdo se quedó en algún recodo que nunca volverá a visitar. Porque el Alzheimer la conduce al olvido permanente. Lo que conté con lujos de detalles. Pero, ella sonriendo miró a otro lado. Ya lo pasado, no me interesa, como dice la canción. 
Esto fue como un pequeño homenaje, por su onomástico.
La foto fue recogida del internet.

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