PERU: TIERRA DE CAUDILLOS.

Cierta vez, hace muchos años, cincuenta para ser más exacto, cuando me inicié como redactor de planta, en el Subdecano de la Prensa Nacional el diario EL CALLAO, me llamo la atención una respuesta que a mi me sonó como grito de guerra: ¡Quiero ser un caudillo! Gritó un imberbe futbolista. Con la palabreja de marras, le pregunté al Director Juan Alberto Campos Lama, que era economista, no era periodista, su respuesta fue inmediata y sobre la marcha escribí un artículo; publicado y aplaudido.
PERU: TIERRA DE CAUDILLOS.
Percy Antonio Collao Alva.
El Perú, actual, es fiel reflejo de lo que fue: el inkanato, la invasión española, la independencia y su nacimiento como república, así como la denominada guerra del salitre –que no nos enfrentamos solo a Chile, realmente nos enfrentamos a Inglaterra y hasta Alemania, conspiró contra nosotros-. Desde esos tiempos nuestra sociedad no ha cambiado en nada. Razón tuvo Pablo Macera -nuestro historiador, que estuvo a punto de convertirse en Presidente de la República del Perú- en dividir nuestra historia en sólo dos etapas: Autonomía y Dominación.
Como están cerca las elecciones generales, voy a tratar la etapa de la «Autonomía». Que dicho sea no somos autónomos, para nada, así es.
Empezaré, por la infausta guerra del pacifico. Voy a citar hechos reales. Cuando los chilenos, armados y azuzados por Inglaterra nos invadieron, allá por 1881, había muerto Miguel Grau –mientras vivía, navegaba, Grau-, ni un sureño pisó nuestra sagrada tierra.
Eso sí, ya durante la campaña terrestre, por donde pasaban, las hordas del país de la estrella solitaria, dejaban desolación, destrucción, muerte. Realmente las tropas chilenas cometieron desmanes y medio en Chorrillos, Barranco y Miraflores de los días 13, 14 y 15 de enero de 1881. Fusilaron a bomberos peruanos e italianos -en el cementerio de San Pedro, Chorrillos, hay un obelisco, casi en la misma puerta-, porque estaban apagando un incendio. Saquearon las mansiones chorrillanas, barranquinas y miraflorinas. El historiador y escritor: Enrique Congrais Martín escribe que inclusive los chilenos se mataban entre ellos mismos; estaban tan borrachos de beber tanto vino y pisco saqueado de las bodegas, en Chorrillos y Barranco. Se dice que un soldado chileno estaba violando a una hermosa chorrillana, otro chileno que había visto, antes, a la misma víctima y la había escogido para sí, con la bayoneta calada atravesó a ambos –las bayonetas de los sureños eran propiamente una mediana espada por su gran longitud-. Todos estos hechos fueron conocidos por las flotas: inglesas, francesas, italianas, norteamericanas; que, por recomendación de sus respectivos gobiernos, no debían permitir destrozos en las delegaciones, en Lima, de sus respectivos países. La guerra hubiera tomado otro cariz, si «El Califa» no hubiera aceptado la tregua que rogaron los de la estrella solitaria –absurdo verdad, conceder una tregua al enemigo que había cometido atrocidades, inaudito-, pero real. Ese sujeto de lo mostachos, hizo caso omiso, a la iniciativa que tuvo Cáceres de atacar en ese momento al invasor. Va saliendo un traidor, da nauseas escribir su nombre. Basta con su apodo. Por eso llamo Colmena a la avenida que cruza la Plaza San Martín.
Es más, se dice que Du Petit Thouars –comandante en jefe de la flota francesa-, era devoto de Santa Rosa de Lima y fue de visita a la Monja Superiora de la orden de las dominicas, que era francesa y ella le confió que temía por su seguridad y vida de ella y su comunidad. Entonces Petit Thouars se dirigió, en persona, al jefe de las fuerzas armadas chilenas General Manuel Baquedano González y al comodoro Galvarino Riveros Cárdenas, exhortándolos a que sus tropas, por favor, no cometieran desmanes. Entonces Baquedano, soberbiamente, sentenció: «Lo siento, no podré contener a mis leones», ante lo cual Du Petit Thouars respondió: «Entonces, yo no podré contener a mis cañones». Otra versión dice que Petit Thouars habría dicho: «Si ustedes atacan el puerto del Callao, los extranjeros bombardeamos Chile, ¿Qué les parece?». Y no sucedió nada. Otra versión dice que: Petit Thouars, en persona, visitó a los heridos por ambos bandos y preguntó ¿Por quién lucha? La respuesta fue contundente y uniforme de todos los chilenos: ¡Lucho por Chile! Cuando formuló la misma pregunta entre los heridos peruanos, las respuestas eran diversas: ¡Lucho, por Cáceres! ¡Lucho, por Piérola! ¡Lucho, por Iglesias! Y así sucesivamente citaban a distintos «líderes». No sé porque esa respuesta, me trae a colación, a la mente, cada vez que se presentan los procesos electorales, en el Perú. Por ejemplo, tenemos hasta la fecha: veinte y cinco (25) partidos políticos en carrera, claro, algunos se han quedado en el camino. Considero que es ocioso y una pérdida de tiempo mencionar a tanta montonera de sujetos que prometen lo que, en definitiva, saben, son conscientes que no pueden, no van a cumplir. Estos sujetos y sujetas, muchos de ellos, están envueltos en procesos judiciales. En definitiva, soy un convencido que nunca o escasamente ha surgido, en el Perú, un líder, político, de verdad.
Continuo en la próxima.
Las imágenes e han recopilado del internet.

Comentarios