TORITO DE PUCARÁ

El distrito de Pucará está ubicado en las faldas de peñón o cerro calvario, cerca del complejo arqueológico de Pucará, provincia de Lampa, Región de Puno; a 62 kilómetros de Juliaca por vía asfaltada. EL TORITO DE PUCARÁ es icono de las comunidades de Pucará, Cheqa Pupuja y Santiago de Pupuja, cuna de la importante cultura Pucará se encuentran construcciones arqueológicas y cuenta con una historia muy rica en tradiciones.
TORITO DE PUCARÁ
PERCY ANTONIO COLLAO ALVA.
Lo que nos iba narrando, en quechua, el Dr. José María Arguedas; mi abuela María, lo iba traduciendo. Recuerdo que el Dr., Estaba sentado en un gran tronco de árbol. A mí me llamó la atención, sus bigotes, es que mi papá nunca se dejó, crecer, los bigotes; desconozco la razón y al final de cuentas como era el menor de la casa, era el segundo cero a la izquierda; es que antes estaba mi hermana de seis años. Algo se me quedó de, lo que nos contaba nuestra Maruja, que al torito le rajaban el pecho, le echaban rocoto molido a su nariz y a su ano. Mi hermana y yo nos reímos cuando escuchamos por primera vez esa palabra. Realmente no sabíamos que significaba. Pero nos pareció lo más gracioso cuando nuestra María, juntando sus dedos se los llevó, hacia el lugar que utilizamos para sentarnos y enseguida a su nariz a la vez que exclamaba
  • Achachao
No sabíamos si eso significaba: dolor o mal olor. Terminada la narración, dos paisanas trajeron el quipe llenecito, de frutas, bolsitas de caramelos, galletas, bombones, etc. Como era un mocoso inquieto, me bajé como pude y cogí una naranja, mi hermana cogió un chocolate de triángulo. Los devoramos a prisa. Disfrutamos la fruta y el dulce, felices varios días; éramos niños, no había duda.
Allá por 1974, recuerdo que una amiga que bailaba ballet, Susana, había conocido a un admirador en el coro –su templao, su pretendiente-, y este casualmente como era de Pucará, le confesó su amor y le entregó un regalo. Una cajita muy bonita, pesaba algo. Y Susana fue a nuestro encuentro, porque quiso compartir con nosotros, Daniel y yo, en qué consistía el regalo. El grupo de danzas, siempre se demoraba un poco para comenzar los ensayos. Rompió como pudo el papel y ante nuestros ojos apareció una caja de cartón hecha exactamente para el regalo. Tímidamente destapó la caja y apareció ante nuestros ojos un hermoso TORITO DE PUCARÁ. El objeto no era de colores. Era de color natural, tierra, pero resaltaba algunas de sus partes porque tenían un color más oscuro, por ejemplo, la lengua, los adornos de su lomo, su pequeño rabo enroscado y cierta parte, etc. Enseguida Susana dijo
  • Vamos a enseñárselo al Dr. Josafat Roel Pineda.
Más de prisa, que de pronto salimos de la sala de ensayos y apresuradamente llegamos al segundo piso de una de las secciones donde quedaba la oficina del Dr. Josafat. Susana apenas había cubierto su torito. Ingresamos, casi corriendo y Susana le mostro el torito. Fue fantástico ver como le cambió el rostro del Dr. sonriendo le preguntó
  • Susana, es suyo?
  • Si.
Respondió nuestra amiga. Entonces el Dr. cogió al torito lo observó detenidamente. Lo volteó palpó la base de las patitas. No había duda, estaba ensimismado, absorto, feliz. Luego de esa rigurosa inspección, dijo:
Susana, Ud. tiene un torito de Pucará, autentico, valioso de por sí. Lo hace más valioso lo bien conservado que está. Es muy antiguo. Me atrevería a decir que es de 1800. Claro que eso se corroboraría con algunas pruebas ¿Pero, cuénteme cómo ha conseguido este preciado torito?
Dani, sonriendo, acotó
  • Este es un regalo que un pretendiente. Se le ha declarado y está esperando ansioso, la respuesta.
El Dr. sonriendo, movió la cabeza de un lado hacia otro, sus ojos reflejaban una felicidad única y calmadamente exclamó
  • Vaya, que magnifico presente ¿Saben la historia del TORITO DE PUCARÁ?
Al unísono en coro respondimos
  • No.
Yo sabía algo, pero tenía pánico quedar en ridículo, ante la autoridad eminente del Dr. Roel. Así es aplique: en boca cerrada no entran moscas
Así es que, encendiendo un cigarrillo, con ese porte de autoridad que representaba por su erudición, pero a la vez de humildad empezó:
La historia de TORITO DE PUCARÁ, se pierde en la noche de los tiempos. Su historia tiene que ver con la transculturización. Hay que tener en cuenta que, durante la invasión española, impusieron a nuestros ancestros sus usos, costumbres, cultura, es decir, todo.
La primera corrida de toros, la realizó Francisco Pizarro, eso sucedió casi apenas se fundó Lima. Siempre es bueno tener presente de que hasta esa época nuestros ancestros nunca habían visto un toro. Fueron los primeros en ver cómo se torturaba a un pobre astado. Varios caballos fueron despanzurrados por los toros. Pero, aun así, los españoles, seguían con la algarabía, la fiesta.
Pasó el tiempo y a nuestros ancestros se le ocurrió realizar una fiesta diferente, relacionada con la marca del ganado. Es así que lazaron a un eral, novillo, ya de dos años. Controlado el astado, lo lazaron nuevamente por cada pata. Enseguida lo echaron, lo tumbaron, al suelo y varias personas, fuertemente, sujetaron las sogas de la patas del bicho. Vencido el animal se acercó un hombre con un gran cuchillo, muy filudo, filoso y le comenzó a abrir el pecho; el animalito berreaba de dolor. Seguidamente con una aguja que cosen costales, aguja de arriero, le cosían: adornos de diferentes colores; para que no se infectara le echaron cañazo y cenizas de la fogata. Otro adorno le cosieron en la cabeza. Y así sucesivamente. Después, hicieron que el toro se parara en sus cuatro patas y le echaron rocoto molido, en batán, con pepas y todo, en la nariz y en su ano. Por eso el torito de pucará, se lame la nariz y tiene la cola levantada. Entre gritos de algarabía, liberan al animal y le van rociando cañazo. Mientras el toro a más no poder, huye por el campo libre.
Durante casi un año el toro deambula por los cerros y pobre ser humano que se pone al alcance de su vista. Es un muerto de seguro.
Al año siguiente, los vaqueros con unas 20 o 30 vaquillonas, en celo –dispuestas a aparearse-, salen a traer al toro para la fiesta. En el redil, corral, hacen que el toro ingrese a un callejón exacto para que pase el animal que inmovilizado, donde no puede hacer nada. Ahí con una aguja de arriero le cosen en el lomo una MOÑA, que es una almohadilla que tiene sujeta una muñeca o un premio. Luego de esto abren la puerta y dejan salir al toro que apenas ve a un hombre, trata de embestirlo, por todo lo que ha sufrido. Todos los toreros son espontáneos. Ninguno es torero profesional, no se permite ese tipo de personas. Los espontáneos, salen a torear, con lo que encuentran a la mano. Unos cogen un quipe y ole para aquí y ole por allá. Como quiera que los paisanos han estado brindando, toda la noche por la fiesta que promete que va a ser buena. Se les ve que caminan en zigzag, algunos caen al suelo y prontamente se levantan y erguidos, rígidamente, van envalentonados a enfrentar al astado. Muchos de los espontáneos, vuelan por los aires y van a caer: de cabeza, de costado, de frente. Un paisano grita, ha caído aparatosamente, resultando con las piernas o brazos fracturados, costillas rotas más allá. Y los tragos siguen, como agua que brota de un puquial. Eso sí, todos los toreros, espontáneos no tienen la misma suerte. El toro coge por el vientre a un valiente que se ha lanzado y lo lanza por los aires, cuando van a ayudarlo en una camilla improvisada, comprueban que está muerto. Bueno, así es la fiesta, cuantos más muertos resulten la fiesta ha estado muy buena. Si nadie muere, la fiesta ha estado mala. Dan por terminada la fiesta taurina, cuando uno de los toreros logra arrancar la MOÑA, dejan en libertad al animal que va a deambular por las punas y si en su camino encuentra a un pastor, arriero, caminante; pues el toro los embiste sin compasión.
De otro lado tenemos la leyenda del TORITO DE PUCARÁ se dice: “Que en Pukara, se registraba hace mucho tiempo una sequía prolongada, ya no había agua, se estaban secando los pozos. Entonces cierto día a un campesino indígena se le ocurrió hacer una ofrenda de sacrificio al Dios Pachakamaq, decidió subir al peñón de Pukara, llevando consigo un toro y de esa manera hacer sus peticiones de lluvia. El toro que llevaba parecía adivinar que algo le pasaría y se resistía subir con su amo. Ya estando arriba, el toro quiso sobarse en el peñón, logró hincar con su cuerno la roca… Y asombrosamente brotó agua, tanta agua que el pueblo pudo sobrevivir. La población asombrada por tal milagro admiró mucho más al toro. A partir de ese entonces el toro constituyó un elemento ritual, utilizado en la marcación del ganado. Esto provocó la inspiración de artesanos alfareros, que en un inicio fue símbolo de ceremonias, y ahora le atribuyeron poder de protección, cuando es colocada en los techos de las viviendas” (Fuente: Edilburgo Castillo. 56 años). Claro está en la Cultura Andina se teje una serie de mitos que conllevan a entender el misterio y origen de historias fantásticas que enriquecen la creencia popular, especialmente la asociación de un animal traído de España y fusionada con la Illa y/o qonopa andina. Antes relacionada con la llama un tótem muy venerado por los ganaderos del altiplano, como la sustitución de la llama de carga por el caballo y el toro como protector utilizado en los rituales de “señalización” del ganado.
En la primera década del siglo anterior, después de haberse inaugurado el transporte en ferrocarril del sur Juliaca a Cusco pasando por la estación de Pucará, un villorrio en ese entonces –hoy distrito José Domingo Choquehuanca- nace la auténtica denominación y su fama del Torito hacia el mundo. Se dice que un día los alfareros exponían sus productos artesanales frente a los visitantes viajeros en la Estación de Pucará, donde llamó la atención grandemente a los primeros turistas y estos con voz asombrosa dijeron: “que hermoso torito” “hermosa obra de arte” y preguntan a los lugareños que se llamaba el poblacho o la estación? sobre esto contestan: “Estación de Pucará –y el gringo contesta- ¡Ah Pucará! ¡TORITO DE PUCARÁ! (Huargaya 2010.p.15).
La fabricación del torito muestra una expresión de mofa, de burla ante las caprichosas costumbres de dominio de los españoles como la tauromaquia europea, frente a esto los alfareros pucareños demuestran burlescamente sus toros con todos los atuendos del toro de lidia. Al respecto afirma el V.M. Aun Weor que dicha práctica del toreo viene de la Civilización Atlante3, donde exotéricamente se desata la lucha entre el bien y el mal, donde el torero con traje de luces representa el bien que vence, mata al mal, Ego representado por el toro negro. Esotéricamente significa la lucha del hombre contra su defecto psicológico: lujuria.
Las tres últimas versiones fueron recogidas del internet, al igual que las Fotografías.


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