LA AMISTAD Y LA POLÍTICA
Los seres humanos somos un espécimen, muy particular. Es decir, somos de un modelo definido, ejemplares únicos y tenemos determinadas características de una especie muy bien definida. Ante todo, somos de hábitos, costumbres y sociables. Decimos de hábitos –porque somos de una manera de ser permanente, adquirimos, modos de vida, mediante la repetición de actos-. En cuanto a las costumbres ¬-adoptamos prácticas generalmente admitidas por un grupo social y se remiten a la tradición, folklore, usos y modas en que surgen, esnob "imitamos con agrado las maneras, opiniones, etcétera, de aquellos a quienes consideramos distinguidos" o de clase social alta para aparentar ser igual que somos iguales, cuando en realidad, somos imitación. Y en cuanto a sociables –somos únicos necesitamos relacionarnos con nuestros semejantes y concluimos en ser pares-; aunque para eso debamos superar, muchas veces, diferentes obstáculos, barreras, que nosotros mismos hemos creado, impuesto para vivir, con comodidad, en el medio que habitamos. Muchas veces tenemos que superar: idiomas, distancias, comidas, creencias religiosas, etc.
Pero, al grano. Una amistad, si es verdadera, tiene un cimiento, una base sólida. Esa base va a resistir todas las desavenencias, diferencias, que se puedan presentar a lo largo del tiempo en que dure la vida de los amigos, amigas. Esa base no puede ni debe desvanecerse, como una burbuja en el aire, por cualquier causa o motivo. Si una amistad se rompe, bueno, es seguro a no se cimentó bien la base.
Una amistad, en definitiva, no se puede ni se debe romper por una diferencia ideológica, una fe religiosa, una preferencia por un equipo de futbol, un tinte racial, la pertenencia un barrio, un regionalismo o cualquier otro motivo. La amistad, es una especie de hermandad silenciosa. La amistad, es una especie de cofradía muy íntima. La amistad, es una valoración mutua. La amistad, es una confianza recíproca. La amistad, es identidad. La amistad, es una complicidad mutua. La amistad, es algo que no se ve, pero se siente y se vive. La amistad, es solidaridad. La amistad es sin temor a equivocarme, es equivalente o tan igual que el amor, pero aún más diáfano y limpio, que se vive. Por todo lo expuesto, la amistad es verbo.
Cuando digo que la amistad, es equivalente al amor; es porque el amor nunca muere, el amor cambia de lugar. Así pues, la amistad, tampoco nunca muere, cambia de lugar. Porque, así como encontramos a una persona que amamos y nos desdeña; así pues, también en la amistad y cuando encontramos personas que no quieren ser nuestros amigos y de pronto aparecen personas nuevas o reaparecen viejos conocidos que nos esperan con los brazos abiertos; entonces aparece la magia de la amistad.
Hoy día veo con preocupación que algunas, personas, que peinan canas como yo, y que fueron grandes amigos desde el colegio se han enemistado, se han dividido y manifiestan abiertamente sus discrepancias por la opción electoral que libremente eligieron. En algunos casos llegan al enfrentamiento verbal, otros abiertamente lo declaran en las redes sociales, acusándose el uno al otro.
Pero, si supieran los enemistados la verdad de los políticos, en verdad le va a doler demasiado, al enterarse algunos amigos que se separaron por una determinada opción partidaria; y comprueben cómo los congresistas –de muy diferente ideología-, terminada la jornada de trabajo, no son enemigos; más bien son íntimos, se bromean, departen el jolgorio de vivir muy bien a costas de quienes votaron por ellos.
En conclusión y definitivamente, no vale la pena enemistarse con un buen o mejor amigo porque se tiene diferente forma, manera de pensar.
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