EL NIDO VACÍO
Llegaste a mi nido
planeando suavemente
te paraste con tal naturalidad,
en una rama cercana,
que ni te pregunté
¿Estás bien?
Comenzaste a trinar una canción
que estaba relacionada con el dolor
Estirando, mis alas
te invité a venir
terminando tu canción
me miraste;
tu melancolía
me dolió el corazón.
El sol se despedía
y tú, no tenías a dónde ir.
Las primeras chispas
anunciaban la lluvia.
El viento, sin compasión
casi te hace caer.
Como estaba cerca
llegué a tu lado
te alenté: Vamos tú puedes!
Y llegaste a mi nido vacío
y caíste desmayada.
Estabas tan quieta
que pensé,
que sólo tu cuerpo estaba ahí.
La lluvia, caía inclemente,
no había sitio para los dos.
Entonces con mis alas
cubrí tu cabecita;
ahí vi recién tus primeras lágrimas.
Y tu mirada triste
me contó todo lo que habías sufrido.
No había nada qué decir,
extendí mi alas, cubriéndote toda.
Respiré tu dolor
y así nos quedamos dormidos.
Los primeros rayos del sol
me despertaron.
Con las alas acalambradas
me incorporé.
Tú yacías en el fondo
de mi nido
que ya no estaba vacío.
Comprobé con dolor
que tenías las dos alas quebradas
y una herida
cerca del corazón.
Canté mi mejor trino,
suavemente, para ti,
como con a nadie se lo había hecho.
Te incorporaste,
con dificultad.
Tu trino fue de dolor
Me maldije
por no poder ayudarte.
El sol se despedía
y tú, no tenías a dónde ir.
Las primeras chispas
anunciaban la lluvia.
El viento, sin compasión
casi te hace caer.
Como estaba cerca
llegué a tu lado
y con: vamos tú puedes
llegaste a mi nido vacío
y caíste desmayada.
Estabas tan quieta
que pensé, que ya te habías ido.
La lluvia, caía inclemente,
no había sitio para los dos.
Entonces con mis alas
cubrí tu cuerpo
tu cabecita;
ahí recién vi tus primeras lágrimas.
Y tu mirada triste
me contó todo lo que habías sufrido.
No había nada qué decir
Respiré tu dolor
y así nos quedamos dormidos.
Los primeros rayos del sol
me despertaron.
Con las alas acalambradas
me incorporé.
Tú yacías en el fondo
de mi nido
que ya no estaba vacío.
Tenías las dos alas quebradas
y una herida
cerca del corazón.
Canté mi mejor trino,
suavemente, para ti,
como con a nadie se lo había cantado.
Te incorporaste,
con dificultad.
Tu trino fue de dolor.
Me maldije
por no haberte podido ayudarte.
Te miré,
tu mirada me dolió
Y blasfemé
¿Dios, dónde estás?
Acaso no ves el dolor de ella
y la tortura mía, de no poder hacer nada.
Recordé el trinar que mi padre
compuso y le trinó,
en el adiós a mi madre.
Lo hice igual para ti.
Y cuando terminé,
tu cuerpecito estaba ahí
quietecito
ya te habías ido.
Cerré mis ojos
y ahí mismo, me quise unir a ti,
el viento silbaba
un rumor fúnebre
el sol quemaba fuerte
pero yo sentía frío
Y, yo me quedé
nuevamente solo,
mirando tu cuerpo
y preguntándome
¿En verdad, tú, ayer
habías llegado a mi nido...?
Comentarios
Publicar un comentario