EL MUNDO DE LA MUERTE.

Yo no me explico por qué, cuando, un ser querido se asoma a la inmensidad. Todos coinciden en decir el último adiós. No es el último adiós de ninguna manera. Solo, es un hasta pronto. Solo es un hasta luego. Porque tarde o temprano, todos vamos a seguir el mismo camino. Sabemos que todo lo que empieza en este mundo, tiene un final. Tarde o temprano lo que empieza se acaba.
EL MUNDO DE LA MUERTE.
PERCY ANTONIO COLLAO ALVA.
El hecho de “perder” a un ser querido, nos acongoja, no causa pena, nos deprime. Pero en el fondo aquel ser querido que se nos adelantó, ya no sufrirá nunca más: frio, hambre, sed. Para ese ser querido, las necesidades humanas, dejaron de ser su preocupación. De ahora en adelante tiene otras “tareas” que cumplir. Recorrer otros caminos, que recorrer. Conocer al padre más consentidor que siempre tuvimos Dios, que nos perdona, aun sabiendo que somos pecadores.
Por otro lado, según ciertas versiones orientales que circulan entre sus miembros. El, ser humano se niega a reconocer que ya no está en este mundo. Si ha sido bromista, pues seguirá haciendo sus bromas, pero como él es espíritu, no se le siente. Algunos, de nuestros seres queridos que ya no están con nosotros, dicen que se niegan a creer que han dejado el mundo físico. Es que estamos tan aferrados a este mundo material que nos queremos ir. Otras versiones afirman que ciertos espíritus –se quedan-, y como tienen la facultad de ver el pasado, presente y futuro, nos tratan de prevenir de algunas malas consecuencias o reveses que sufriremos por errores que cometemos. Realmente, se desconocen todas estas versiones, porque al final, se las consideran como meras especulaciones. Es que nadie ha retornado, del otro barrio. Y pensar que algunos escriben por las redes, pidiendole a su padre: "Papa, ven escapate un ratito para abrazarte y besarte nuevamente". Absurdo verdad. La pregunta seria: ¿Y por que esos pedilones, no se dan un vuelta por el otro barrio, sisitan a sus padres y vuelven para ver que tal les fue?
En muchos casos hasta se crean historias. Muchas personas tienen miedo de salir, a la calle, pasada la media noche. En el Callao hubo un tiempo en que se comentaba de la aparición de la “viuda negra”. Cuentan que algunos, ebrios borrachos que retornaban a sus hogares a altas hora de la noche se encontraban con la escultural mujer que recorría las calles en busca de algunos “donjuanes” y se les aparecía y tan cercana era la presencia de la dama que llegaban a percibir el aroma de rosas. Cuentan que en el Barrio Fiscal N 2 del Callao. Se apareció varias veces a los bohemios y al día siguiente los encontraban tirados en el suelo, sin sentido, es decir privados. Era una regla general que los “donjuanes, siempre se les encontró botando espuma por la boca. Y tenían una cara de terror, como si hubiesen encontrado con la muerte frente a frente.
Estuve un año lectivo en el Seminario San Juan Bautista, de la OP de Santo Domingo de Guzmán, era un niño de 12 años. En los claustros era famoso un sacerdote, ya entrado en años que de chiquillo se había pasado la lagaña de un perro, como todo púber travieso y de ahí le quedo capacidad de ver a las animas. Cierta vez, se dirigía a su celda, cuando escucho un coro de voces que cantaban en perfecto latín antiguo. Y por el ambiente corría un viento muy frio, helado, se diría mejor. Al instante recordó la capacidad que tenía y no avanzo ni un paso más. En eso vio a un grupo de sacerdotes que, iluminados por una antorcha, se dirigían con dirección al Altar Mayor. Este dominico, de inmediato se subió la capucha del hábito que es de color negro y el grupo de sacerdotes paso sin que se dieran cuenta de que él estaba ahí. La comitiva de dominicos propiamente no pisaba el suelo y las voces eran bastantes extrañas.
Yo por mi parte en la casa donde vivo, he visto dos personas, un hombre y una mujer entre los 30 y 40 años que se pasean por toda la casa. Como no les temo a los muertos. Los veo pasar de la cocina a la Sala sin causar pánico ni mucho menos. Se dice en los fueros populares que se les suele encender una vela, los días lunes, con oración incluida y entonces se les pide que protejan la casa de los ladrones noctámbulos.
El mundo de los muertos en pena –deambulan-, quizás buscando que se les haga justicia o en todo caso tienen un apego al mundo de los vivos, que no desean irse. O en otro caso, tienen algún guardado que quieren que se descubra, joyas, monedas antiguas, etc.

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