Silencio para ser cantado (o La camisa)
¿Quién recogió mi camisa del agua
labrada de Patria, guerrilla
y canoa?
La agité muriendo a la orilla
De mi vida abierta en hoguera.
¿Quién vino hasta el río
para recogerla?
Mi sangre antigua cuando
me moría
volvía tan dulce mientras
se marchaba
que olvidé el recuerdo y la muerte,
olvidé de donde venía.
Tendí mi camisa a morir conmigo.
Al recogerla con tu bayoneta
ondeó en mi camisa tu
bandera nueva.
Y mi sangre antigua en el
limo del río
lavó la camisa, lavó la memoria.
Era una garganta de luz en
el agua.
Y yo sé soldado que usas mi camisa
labrada de Patria, guerrilla
y canoa.
Yo sigo viviendo dentro tu camisa
vestido de limo debajo de un río.
El bosque armado (o La canoa)
Una canoa en Puerto Maldonado
En la canoa un grito
Y un disparo
Una ribera sorda
Más disparos
Un guerrillero muerto
Y un remero
Una canoa en Puerto Maldonado
Un largo viaje vuelve
Con el río
Una campana estalla
Bajo el agua
Voy a dormir el resto
De mi asombro
Para llegar temprano todavía
Que hay un camino abierto
Y una estrella
Un bosque armado un lirio
Y una huella
Una canoa en Puerto Maldonado
Un largo viaje vuelve
Con el río
Una campana estalla
Bajo el agua
Voy a dormir el resto
De mi asombro
Para llegar temprano
Todavía
Que hay un camino abierto
Y una estrella
Un bosque armado un lirio
Y una huella
Una canoa en Puerto Maldonado
Un guerrillero muerto
Y un remero.
Las flores buenas de Javier
Óyeme, hermano,
contesta hasta mi sombra
qué piensas de la muerte que te dimos y el frío.
La sangre que entregaste nos ahoga
desde el fondo del tiempo y tu canoa.
Ay, hermano, si pudiera suplicarte,
suplicarte tan fuerte que volvieras
desde un triste tañer, joven ausente.
Alerta estoy a tu costado abierto,
inmolada paloma solitaria,
deja mirar tu río cuando vuelva
aquel que me prometen tus flores de poeta
las sombras, los silencios, los dolores
lloran aún más hondo al recordarte
haciendo guerra con tus flores buenas.
El fusil del poeta es una rosa
Mientras jugó la guerra de los niños
con un fusil hecho de cualquier cosa
quizá de arroz, quién sabe de una rosa
envejeció de amor cargando furias.
Y se enroló a morir donde antes quiso
simplemente sucede y como dijo
ese día el fusil era una rosa
rastrillada en el aire, peligrosa.
Ese día era el sol más sol al río,
más río el río y más la guerra era
y más la muerte desde la ribera
contra el leve fusil que era ese día
solamente una rosa.
Ese día era el sol más sol al río
más río el río y más la guerra era
y más la muerte desde la ribera
y una granada el verso detonado.
Abierta está la rosa colorada
en la margen del río enraizada.
Quedó al rocío que llovió de un río aquel
hundido río en sus venas rotas,
abierta está, alerta como entonces
al hombro del poeta.
Va ganando la guerra con su rosa
la boca desde el río, sus pájaros, sus árboles.
Y es que jugó la guerra de los hombres
haciéndose un fusil de cada cosa
que no fuera un fusil.
Ese día se armaba de una rosa
El fusil del poeta es una rosa.
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