PERÚ: DISYUNTIVA ¿AGRICULTURA O MINERÍA? III
La agricultura fue la fuente primigenia, de riqueza en la época de autonomía como lo definió bien Pablo Macera. Desde los albores del hombre andino su vínculo con la tierra, es inherente. Al hombre agricultor le puedes quitar todo, él deja que se lo lleve; pero toca la tierra, es su madre, da la vida por ella, muere por su Pachamama. La tierra lo alimenta, le da su casa, la tierra alimenta al ganado, la tierra posee agua. Aquel que niegue eso, no conoce la idiosincrasia del hombre peruano ¿Por qué el hombre de los andes, inclusive el hombre de la costa está apegado a la tierra? Bueno en el caso del hombre andino trabaja la tierra. En la costa también el hombre trabaja la tierra. El apego del hombre peruano a la tierra es innato. El hombre de la ciudad ¿Por qué tiene jardines, por qué siembra macetas? Ahí muestra sutilmente que no ha perdido su vínculo con la tierra. Y también tiene rasgos de gamonal: cuando tiene un jardín, en casa, y contrata a un jardinero para que pode y arregle su jardín. Eso qué refleja, los rezagos de la mentalidad gamonal que aún conserva. Otra cosa son los adinerados que compran tierras de cultivo y las convierten en urbanizaciones.
¿Que un hacendado trataba bien a los trabajadores del campo? Eso tiene un nombre PATERNALISMO, trato bien a mi “indio”, entonces este va a trabajar con mayor empeño y voluntad. Que el hacendado les regalaba productos a sus trabajadores. Por ejemplo, es tiempo de cosecha, el hombre de campo sabe que la primera cosecha es la ganancia del hacendado; ahí están los mejores frutos. Una vez terminada la cosecha. El hacendado contento, le dice a su caporal: ya que esos indios limpien bien el terreno. Entonces los trabajadores del campo, realizaban la rebusca, el rastrojo, es decir se recogían, lo que quedaba, los restos de papa, camote, etc. Pero algunos trabajadores del campo, también guardaban algunas papitas de primera escondida. Entonces colocaban esa papa en el fondo de sus costales y encima ponían la papa maltratada o con algún daño. El caporal pasaba revista de vez en cuando y miraba que los “indios” se llevaban las papas que no eran aptas para el mercado. Los caporales, muchas veces abusaban, violaban a las hijas de los campesinos. Muchas terminaban embarazadas y llevaban por siempre el estigma de no tener apellido paterno. En Cañete allá por 1975 conocí a algunas negras –no es peyorativo, de ninguna manera-, jóvenes muy bonitas, que nos miraban: algunas con recelo –no querían que les sucedió lo que les sucedió a sus madres-, otras, se hacían amigas de nosotros, quizás con la esperanza de que las sacásemos, como nuestra pareja, inclusive, no les interesaba ser amante de algunos de nosotros, mozalbetes universitarios.
De otro lado conversaba con varios profesores, de la universidad, que habían sido dueños de grandes haciendas en el norte y que les habían pagado S/ 0.50 cincuenta centavos por un árbol que producía fruta. En verdad, siempre lo consideré que era injusto. Pero después me enteré que los apristas habían recibido la consigna de meterse a como dé lugar en los puestos claves de la reforma agraria y para muestra un botón: Luis Gonzáles Posada, hermanito menor de Consuelo Gonzáles, la esposa de Juan Velasco Alvarado, “El Chino”, no sabía que estaba durmiendo con el enemigo. Sucede que al joven LGP le entregaron el Seguro del Empleado y el Seguro Obrero, que funcionaban a las mil maravillas. Cuando terminó su estadía en el gobierno, todo quedó hecho un caos. Ni qué se diga de todo el aparato estatal, se llenó del contingente aprista. Con Belaúnde aumentó un poco más y con AG todo quedó en el acabose.
Por ejemplo, cuando un hacendado vendía su hacienda, se hacía pagar por los nuevos dueños, tierra, ganado, productos y los trabajadores iban gratis, sin seguro y sus hijos sin escuelas.
El hacendado, era muy bueno porque cuando había las Fiestas Patronales, obsequiaba, un torito, trago, yonque, cañazo; gracias papá, decían juntando las manos en muestra de sumisión.
Quienes se encargaban de pagar por las haciendas que habían sido convertidas en cooperativas, realizaron abusos y medio; venganzas quizás. Pagaban irrisorias sumas de dinero por tierra muy productivas.
Una forma de abuso lo denuncia José María Arguedas en su cuento “el Pongo”, que se lo contaba a mi padre que había trabajado, como ayudante de peón, en una de las haciendas de Las Palmas en Surco. Él, se jaraneaba, cuando le narraba la sentencia que tienen que cumplir eternamente. Nunca, se cansó de escuchar el bendito cuento. Quizás sería porque a los 12 doce años, había tenido que dejar la escuela, para trabajar en el campo como ayudante de peón. Le pagaban y eso aumentaba el presupuesto familiar. También me contaba que en el puesto de “gañan”, ganaba un poco más. Él aprendía rápido todo; pero tenía dos aspectos, en contra su estatura: 1,65 bajito, chato y era flaco como una vainita seca. Los gañanes tenían que ser altos y fuertes.
Si bien es cierto, no hay agua, es cada vez más escaso el líquido elemento. Todo tiene solución. El hombre ha llegado a la luna y no va a poder solucionar el problema del agua. ¿Que no se puede?, viene a mi memoria las palabras de mi Instructor de Pre Militar del mítico CNV Colegio Nacional de Varones, cuando no tenía fronteras, que a la letra decía: “El hombre, todo lo puede; lo único que no puede es resultar embarazado y parir un hijo”. Y es una verdad. Considero una tontera que los países poderosos estén enviando naves exploradoras a ver, comprobar si hay agua. ¿Yo pregunto y el mar? ¿Qué, es arena o tierra? ¿No se puede tratar el agua de mar? Fuentes dignas de crédito, declaran que un portaaviones, procesa 700, 000 litros de agua que para consumo humano, diariamente. Y nuestros hombres del Instituto de Energía Nuclear, no se han enterado de ese dato. Acaso, el IEN, tiene una burocracia improductiva. ¿Dónde están trabajando los nuevos talentos que egresan todos los años de la UNI? Lo más fácil para ellos y perjudicial para el Perú; es que estos ingenieros emigran a otros países. Claro, “por mi mejoría, mi casa dejaría”. Y así vamos de mal en peor. Es decir, la educación gratuita estatal, no rinde frutos en el Perú. La educación, gratuita, estatal que pagamos todos los peruanos con nuestros impuestos; son fuente de riqueza de los países desarrollados. Ofrecen jugosos salarios y nosotros seguimos siempre abajo, sin posibilidad de levantar la cabeza económicamente.
Pueden subsistir la agricultura y la minería. Pero hay que manejar bien ambos campos. De ninguna manera se debe priorizar a una de ellas, sobre las otras.
La imágene y algunas ideas han sido recogidas del internet.
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