EL INKA, EMPERADOR

El INKA no era un simple rey. Él era un rey de reyes. Considerado como hijo descendiente directo del díos Sol y de la Luna. Tenía muchos privilegios. Era dueños de una personalidad única.
EL INKA, EMPERADOR
PERCY ANTONIO COLLAO ALVA.
El INKA tenía una formación única. Y para ser digno sucesor del trono tenía que someterse al rito del warachicuy. Este rito era solemne. Obligatorio para quien lo ejecutara. En otro momento, escribiré acerca de esta magnífica ceremonia. Es basto el tema.
Por ahora describiré algunos aspectos de nuestros magnos soberanos. Por ejemplo existían grandes especies de talleres, en donde; hermosas mujeres seleccionadas, entre muchas, tenían el privilegio de confeccionar las ropas a nuestros INKAS. Si esposa la COYA, también tenía ese privilegio. De todas maneras eran mujeres bellísimas.
El atuendo de los hijos del dios Sol se cambiaba a diario. Esa ropa no era utilizada nadie. Es decir la podía a reutilizar, bajo pena de muerte. Esas prendas eran quemadas a manera de rito. La ropa de la familia real era incinerada; se les podía hacer un maleficio.
Hay que tener en cuenta que debido a la gran extensión que alcanzó el Tawantinsuyo. Se podían conseguir los hilos de los más finos, con los cuales se confeccionaba el exquisito atuendo para la familia real. Otra cosa era el teñido de las lanas o hilos.
Por ejemplo la lana de vicuña era destinada en forma exclusiva, primero, para el INKA. Y esas prendas tenían incrustaciones de plumas de finas aves exclusivas. En otros casos lucían entre los mismos tejidos piedras preciosas.
De la composición de la vestimenta me ocuparé en otra oportunidad. Merece una extensa crónica, con sus ilustraciones correspondientes.
Lo que hay que resaltar es que en la corte que rodeaba al INKA, habían muchas personas; más mujeres que tenían tareas específicas. El Tawantinsuyo no era excento de creencias y supersticiones. Se dice que no muy lejos del INKA, algunas mujeres esperaban con paciencia que ocurriera cualquier imprevisto.
Tal es el caso que habían mujeres que recogían los cabellos que se desprendían de la cabeza del INKA, cuando lo peinaban o en todo caso se le caía por casualidad. Enseguida, una de las mujeres que vestía un atuendo que la diferenciaba de otras; corría hasta donde se encontraban, el cabello, de su señor. Hacia su obligada venia, recogía el o los cabellos que estaban en las ropas del soberano. O en otros casos ella veía que habían caído al suelo. Recogían todos, no dejaba ni uno en el suelo y se los comía. Ésto, lo hacía en forma pública. Porque ese cabello o cabellos, del Emperador, podían ser utilizados para hacerle brujería. Ahora esas mujeres no eran cualquier mujer. Ellas pertenecían a la, nobleza, de las civilizaciones sometidas 
Del mismo modo también, estaban cerca al Emperador,  otras mujeres, que estaban cerca de él. Vestían topas que las identificaba. Y que siempre estaba atenta a alguna carraspeada de su divinidad. Veía que él hacía el ademán de expulsar el esputo o flema. Ella iba corriendo, recibía lo expulsado por su divinidad, en sus manos y en plena corte se lo introducía en su boca y se lo tragaba. Ella estaba atenta a cualquier necesidad de su amo y señor. Se dice que nunca fallaba; porque lo que expectoraba  el INKA podía ser utilizado para hacerle algún daño. Estas mujeres también eran de la nobleza de las culturas sometidas.

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