MAMAGINA
Mamagina así te llama tu única nieta. A quien su mamá le puso tú mismo nombre como un reconocimiento a la gran mujer que eres. Eres una persona maravillosa. Tu vida es una leyenda que un día escribiré lo mejor posible. Porque te mereces eso y muchas cosas más.
No me explicó cómo es que hay algunos hijos que le piden a sus padres "escápate un ratito de dónde estás, solamente para decirte te quiero". Si bien es cierto te asomaste a la inmensidad, nunca partiste de este mundo, para mí, y el día que partas será cuando cuando yo vaya hasta donde estés o en el peor de los casos, será cuando te olvidemos y eso nunca sucederá. Pero eso no está dentro de nuestros planes familiares.
Mamagina, tú eres mi primer amor. Me llevaste nueve meses dentro de ti. Y cuando salí a este mundo, sentí frío, miedo, estaba desconcertado. Entonces comprendí que ya nada sería igual. Recuerdo cuando me dormía, muy confiado. Y es que tú colocabas una prenda tuya a mi costado. Y el aroma de tu ropa; me daba la seguridad de que estabas a mi lado. Y así estuvieras en silencio yo sabía reconocer el sonido, el ritmo de los latidos de tu corazón.
El respeto hacia tu persona era y es tan grande que de niño te trataba de USTED me parecía demasiado atrevido que otros amigos trataran de tú a su mamá. Y nuestra Inés, tu hija, mi hermana mayor empezó a tratarte de tú. Solo así pude romper ese miedo, ese respeto y te dije, te trate de tú.
Cuando quiero conversar, cierro los ojos, o mejor si me duermo; y ya al instante estoy contigo. Entonces te cuento mis cuitas, mis problemas, mis preocupaciones, mis triunfos. Y sé suceden las fabulosas noches, en que sueño contigo. Y ahí me conversas. Y comprendo, sé que tú me respondes, te comunicas conmigo me previenes de algo malo que me pueda suceder. Pero ahora tu idioma, tu lenguaje, es tan diferente, que me cuesta trabajo entenderte. Entonces intuyo y diferencio que te alegras con mis triunfos, que me previenes cuando cuando algo malo me puede suceder y que a veces me regañas por algún error que cometí.
Qué rico, excelente sabor tenía el picante tacneño que preparabas, con su chicha de jora. Los tallarines rojos con pollo, que le echaba queso parmesano. El cuy chaqtado o en su salsa de maní, con sus papas amarillas y su arroz blanco, graneado que saboreábamos, cuando era mi cumpleaños o algún evento familiar. Los frejoles canarios, con su bistec o con su trozo de bonito o su seco a la norteña.
Por eso yo he decidido, nunca utilizar una flor blanca en el Día de la Madre. Siempre luciré mi clavel rojo orgulloso de tí mi linda mamá, mi hermosa Mamagina.
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