¡SER VIEJO!

Cuando tiras la toalla al piso, Dios la toma y la coloca otra vez en tus manos y te dice "No olvides que esta lucha es de los dos". 
¡SER VIEJO!
El envejecer tiene sus ventajas y son muy buenas
Una de las ventajas de envejecer, es que nunca vas a querer cambiar a tus increíbles, verdaderos y escasos amigos, que encontraste en esto que se llama vida y la muerte nos da. 
Nuestra vida, en el fondo es maravillosa. Tenemos lo que muy pocos tienen nuestra querida familia. Y hemos pagado muy bien por ese privilegio, tenemos algunas canas normales o ya no tenemos el vientre más plano, normal.
A medida que hemos madurado, nos hemos vuelto más amable, y menos crítico conmigo mismo. Pero también, algunas veces nos hemos convertido en cascarrabias y pocas pulgas.
Lo que no podemos negar; es que nos hemos convertido en nuestro propio amigo, nos amamos más a mi mismo...
Yo al menos no tengo ningún sentimiento de culpa por comer unas galletas de más, o hacer la cama cuando quiera y como quiera. A lo mejor puedo comprar algo tonto que no necesito.
Me he ganado el derecho a ser desordenado o extravagante. Y a nadie le debe ni puede importar.
He visto a muchos amigos y seres queridos abandonar este mundo demasiado pronto. Y antes de que se dieran cuenta de la gran libertad que trae consigo la vejez.
¿Quién me puede reprocha, si me pongo a leer o a jugar con mi ordenador o hacer lo que yo quiera hasta las cuatro de la madrugada y dormir hasta el mediodía?
¿A quién le molestará que me quede en la cama o frente al televisor, todo el tiempo que yo quiera?
Puedo bailar al son de aquellos éxitos maravillosos de los años 70, 80 y 90. Y si de paso me entran ganas de llorar por un amor perdido, pues lloro, estoy en todo mi derecho... 
Y cuando quiera, caminaré por la playa con esos pantalones cortos, demasiado ajustados para un cuerpo ya en declive, y me sumergiré en las aguas con abandono, a pesar de las miradas de conmiseración de otros más jóvenes y dinámicos. Y que no se asombren ellos también envejecerán.
Sé que a veces tengo algunos descuidos y desordenes en la memoria. Pero creo que con respecto a algunas cosas de la vida lo mejor las olvido y no pasa nada.
Siempre tendré el privilegio de recordar las cosas más importantes. Y olvidar las que quiera o me de la gana.
Por supuesto, que a lo largo de los años, que he vivido, mi corazón se ha partido o hecho añicos más de una vez. A quién le puede interesar, si solo me ha sucedido a mi.
Sin embargo, los corazones partidos nos proporcionan fuerza, comprensión y compasión. 
De todas maneras existirán corazones que nunca han sufrido. Dichosos aquellos que tienen el corazón inmaculado; pero a la vez, es lamentable, lo tendrán estériles, ellos nunca conocerán la alegría de ser imperfecto.
Tenemos la suerte de haber vivido lo suficiente como para tener gris lo que nos queda de cabello y para conservar la risa juvenil grabada para siempre en los surcos profundos de nuestra cara.
Muchos nunca se rieron, hay que mirarlos con compasión; ellos  murieron antes de que les salieran canas.
A medida que vamos envejeciendo, es más fácil ser positivo e independiente. Y cada vez nos importa menos lo que piensen los demás.
Tenemos la libertad de ya no nos cuestionaremos, a nosotros mismos.
De todas maneras nos hemos ganado el derecho a estar equivocado. A quién le importa?
Entonces, te preguntas, o si no te has preguntado, y tienes extrañeza:
Me gusta ser viejo. Tengo tanto placer de ser la persona en la que me he convertido.
Sé que no viviré para siempre. Eso sí lo tengo bien presente, pero mientras esté aquí, no perderé el tiempo lamentando lo que pudo haber sido y no fue, y todavía menos preocupándome por lo que será, porque es seguro de que ni lo veré.
Tengo tantas libertades por ejemplo se me apetece comer un postre en cada comida. Lo como y quién me puede cuestionar?
¿Ahora, entiendes lo que quiero decir?
¡Si eres mi amigo nunca encontrarás defectos en mi; porque nunca lo buscarás, porque no tienes esa necesidad. Así es que si eres mi verdadero amigo nunca me separaré de ti, porque desde que te conocí resides en mi corazón! Porque yo lo he decidido así 

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