EL SUPLICATORIO.
PERCY ANTONIO COLLAO ALVA.
La canción de Nelson Ned, cae como un anillo al dedo.
¿Quién fue? ¿Quién no tuvo en la vida un fracaso de... -examen-, una desilusión -desaprobado-?
Vamos el que nunca sufrió de ese pesar que levante la mano y tire la primera piedra. Huy ni el viento.
Claro de esa preocupación, solo, se salvan los estudiantes responsables. Pero son tan poquitos. Que esos, de seguro se van, directo, al cielo de frente, en un expreso bala, que les envía San Expedito, con la bendición de San Pedro.
Esa experiencia, los desaprobados, se suscitan en primaria, secundaria y con mayor frecuencia en los estudios universitarios.
En la primaria, los padres ejercen esa función. Bueno, sus hijos aún son pequeños y no tienen la madurez emocional, como para reaccionar, de esa manera, frente a la terrible hecatombe, repites, repruebas, desapruebas el año. Aquí empiezan a aparecer los tipos de padres, complacientes. Pobrecito mi hijito, la maestra lo desaprobó porque él es el más bonito y tranquilito de todos sus compañeritos, en el aula. No hay duda la tiene cólera.
En la secundaria, cambia la cosa. El estudiante, ha empezado a madurar, por aquí o por allá. Tiene algunas aspectos que necesitan madurar. Y seguro ya madurarán. Pero aún así le teme más a las caricias de la "cariñosa" -chicote, correa, cordón de la plancha, en fin lo que encuentre la mamá a la mano; para el vulgo- Y ajusticia, castiga al hijo por desaprobar, el año, el curso. A que pedirle -no por favor, hágalo por mi abuelita, su mamá-; implorarle, no -que eso duele-; rogarle -no por la humanidad, n o por Dios-, quizás, tal vez, podría ser. Total ruegos más ruegos menos. Te arrodillas, juntas las manos, imploras. Todo recurso vale en estos momentos y recuerdas la canción de Los Iracundos, sí los uruguayos, "Voy a pedirte de rodillas..." Claro en ese momento no existe "el suplicatorio", como vamos a ver en breve. O al menos, no se le conoce con ese nombre.
Al grano dijo el gorgojo y con sus compinches se comió todo el granero. Eso sucede en la universidad. Primero vienen los parciales; bueno vas asegurando los primeros avances. Viene la segunda vuelta, aprobaste, qué chévere, eso es muy bueno.
Al terminar el ciclo te caen los finales, clasificas -apruebas, para el vulgo-, puedes pasar raspando, como soldado raso -con 11, once, para el vulgo-. Pero lo importante es que ya aseguraste el próximo ciclo, año, la categoría si utilizamos términos futbolísticos.
Y si no viene el primer desborde del río, desaprobado, te jalaron, te bocharon, te tiraron. Entonces, el docente declara __Pasan a sustitutorio, zutano, mengano, perencejo__ Uf qué bueno, excelente no estoy en esa lista.
A se quedó la monja, qué bueno era copiona. Dios la castigo. Desaprobó una de las invidentes -seguro que la evaluación fue oral-, no pudo leer el libro de braille; que siempre la salva de cada situación.
Oye se quedó el compañero, el tonero, el fiestero. Si ese, que el único día que descansaba era lunes, porque recién empezaba la semana. Bueno, cada perro sabe como mata sus pulgas. Felizmente nos salvamos los que estudiábamos -si aunque ustedes no lo crean-.
Estamos dando vuelta, por el rodeo -el aula-. Sale uno ñato de risa. Aprobó, un vago. Enseguida sale una compañera levanta la mirada al techo. Y agradece a todos los santos que se encomendó. Empieza con San Judas Tadeo -si el Santo de todo lo imposible- y se saca del pecho el crucifijo, lo besa. Algunas lágrimas le brotan de la emoción.
De pronto. Se abre la puerta. Sale la maestra. Una doctora, joven por cierto. Yo digo que es muy bonita. Otro añade, es soltera. Entonces un voz de una compañera __Cuidado que se acerca la maestra__
En efecto, ahí viene, ella, toda una dama. Con su maletín, los exámenes en las manos, que no ha podido guardar por la prisa. Detrás de ella la siguen en procesión, cinco alumnas y un varón.
y empieza, el último recurso, el tan temido el EXAMEN SUPLICATORIO.
El varón impertinente, se adelanta y le impide el avance a la profesora. la mira con ojos suplicantes __Maestra, sé que no he sido un alumno regular. Pero con su curso pierdo el año. Asígneme un trabajo. Se lo entregaré puntual, pero no me desapruebe- ...entonces la Dra. serena le mira de frente, a los ojos, y le responde...
- Ud. lo ha dicho, qué bueno que se reconozca. Lo que es. Pero ahora ya es tarde. Por Uds. soy la ultima docente en entregar los registros de notas. Y hoy día lo debo hacer. Lo siento, no puedo hacer nada por ud. __cabizbajo, derrotado, resignado, el compañero se retira__
La docente sigue avanzando. En eso una compañera. Más llorona que María Magdalena; tanto o un poco más que una plañidera -mujeres, contratadas, que lloren en los velorios, se visten de rigoroso, luto, negro, nadie la conoce, no son de la familia; pero todos saben que son las plañideras-.
Suspirando la docente, se detiene. Se queda mirándola fija y le pregunta -¿qué puedo hacer por ti?__ la chica le dice __¡Profe, regáleme los 4 puntos que me faltan!__
La maestra con calma le responde __Bien te los regalo, pero igual no pasas__
La conmoción sigue. El alboroto, es en todas partes. Los estudiantes. como todos en nuestra vida. Cosechamos lo que hemos sembrado. Así es la vida.
La imagen, fue recogida del internet.
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