8 DE OCTUBRE EN EL PERÚ
En el Perú, existen hombre que han hecho historia. Y eso no se puede negar. Pertenecen a la reserva de los hombres con VALORES. Dieron todo, a cambio de nada. Nunca buscaron la figuración y mucho menos el protagonismo.
Hoy día le pertenece a Miguel Grau Seminario. Por ahí leí y escuché más de alguna. Este magnánimo PROHOMBRE, posee un segundo nombre. Se dice que su nombre completo sería Miguel María Grau Seminario.
La gran trayectoria de la vida de Miguel Grau, le permitió, ganarse un sitial en lugares inimaginables. La desaparecida reina del Reino Unido, tenía un gran retrato de nuestro almirante, en un lugar especial de su oficina oficial.
Del mismo modo se dice que poseía una buena colección de libros, donde se narra la vida y trayectoria militar de Miguel Grau. Los ojos le brillaban, de emoción, cuando se sumergía en la lectura de la vida de nuestro marino.
Según se dice, el "Caballero de los Mares" y "Peruano del Milenio", en cierto momento expresó a toda la tripulación “En este buque nadie se rinde”. No se precisa el momento. Lo importante es que lo declaró.
Durante su vida como marino, sin decir una palabra al respecto. El Titán de los mares demostró todo lo que poseía, y los practicaba a diario valores de integridad, honor, caballerosidad y amor a la patria,
Un hombre que tuvo coraje, humanidad llegó a él mismo dar la orden de salvar a los náufragos de los barcos que había derrotado, sereno, espiritual. De una gallardía indomable que mostraba ante sus enemigos en alta mar.
Puro sentimiento de honestidad, honradez, vocación de servicio, desprendimiento, heroicidad lealtad y su heroísmo.
Él sabía que algún día, no muy lejano, ofrendaría su vida al Perú que traicionaba el inicuo y tristemente célebre Califa. Con estoicismo, fueal encuentro con su destino.
Miguel Grau y Arturo Prat fueron grandes amigos. El chileno le enviaba grandes regalos a nuestro heraldo de la gloria para el Perú. Y Miguel Grau le correspondía.
Y, hasta es seguro que Prat, lleno de emoción y alegría. Viajaba, desde su amado Chile, hasta la misma Piura para encontrarse con su entrañable amigo. Para disfrutar los deliciosos, exquisitos, platos en base a un buen pescado y mariscos que preparaba con sus finas como delicadas manos la dama Dolores Cavero, esposa de nuestro héroe.
Ambos marinos eran intrépidos y valientes. Sinceros y leales en sus convicciones. Amaban a sus respectivos países. Muy amigos. Debió haber sido muy especial -la conversación-, el momento en que, quizás, alguna vez, coincidieron, en que se enfrentarían en combate.
Seguro que ambos rieron a mandíbula batiente; desechando que ese momento llegaría. Una sonrisa y un abrazo, de hermandad, habría puesto punto final a tan desdichado e inoportuno pensamiento. Pero una cosa es el pensamiento otro el sentimiento de hermandad. Y otra cosa son los pensamiento, los sentimientos, y la cruda y cruel realidad.
Ambos utilizaron toda su sapiencia, valor y amor a su país. Cuando llegó el momento de enfrentarse. Los espolonazos del "Huáscar" jugaron un papel muy importante en este combate. Prat en cubierta, espada en mano, arengaba a sus marinos a hundir al Huáscar.
Miguel Grau, consciente de que con algunos espolonazos el "Huáscar", iba a disuadir para el rendimiento de los marinos sureños. Los embistió varias veces y al primer espolonazo. Arturo Prat, debido al fuerte golpe, de pronto cae en la cubierta del "Huáscar". Se pone de pie y virilmente ordena a sus marinos que lo sigan para abordar el "Huáscar".
Pero nuestros marinos ametrallan al intruso. En el fragor de la batalla, desaparece la razón, se impone únicamente el deseo de terminar de una vez por todas con el enfrentamiento. Y cuando Grau, da la orden de alto, para que no disparen. Ya era demasiado tarde. Su entrañable amigo yacía muerto en nuestra cubierta. Y la corbeta "Esmeralda", se iba a pique.
Los marinos chilenos que se había arrojado al agua. Pedían no ser ametrallados, por los peruanos. Ahí Grau directamente ordena ¡Alto al fuego, recojan a los náufragos!
Los marinos chilenos, agradecían el gesto tan magnánimo. La figura, de Grau, siguió haciendo crecer la leyenda. El aura que ya poseía nuestro "Caballero de los mares". Irradió mucha e inimaginable luz
De lo narrado, nunca hablan las historias. Chile contaba con Armando Barros Arana, Benjamín Vicuña, y otros historiadores. Perú como siempre, todo lo hace improvisado. No tenía a nadie que narrara los hechos.
Pero un testigo de 17 años -en ese tiempo-, contó la historia -posteriormente-, muchos años después "El flaco" como le decían, los nuevos marineros, al Grumete Medina. Último sobreviviente y compañero de Grau.
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