EL CUMPLEAÑOS DE DON "EICO"

Esa nota, tómenla como un reconocimiento a don Edilberto Samuel Gómez Romero. En la foto sustraída del su muro del Facebook. Un patriarca con sus nietos. Hoy día es su cumpleaños. No se dicen cuántos son, es mala educación.
EL CUMPLEAÑOS DE DON "EICO"
PERCY ANTONIO COLLAO ALVA.
Los años no pasan en vano. Con los años vienen la sabiduría, la paz, el inmenso placer de vivir con plenitud. Si bien es cierto, también llega un achaque por aquí, una mano que se agarrota por ahí, una cojeada por allá. ¿Pero nadie te quita lo bailado. Ni mucho menos el sabor de lo has saboreado.
Hermosas épocas en que podías caminar por la Avenida Arequipa, del pituquísimo Miraflores y treparte al mejor estilo de Tarzán -con ropa de civil-, y coger con tus propias manos, los gordos y deliciosos pacayes. que el rapazuelo, quizás de 14, 15 o 16 años, extraía con habides, prontitud y los dejaba caer, para que su sobrina de 6 años, los recibiera e iba formando un paquete. 
La carga estaba completa, cuando ya no había ningún pacay comestible a la vista.
Entonces, el tío, cogía los pacayes. Pelaba con destreza y le alcanzaba a su pequeña sobrina; compañera de recolección.
Pero de vez en cuando se presentaba una situación de riesgo, la petisa gritaba desde abajo ¡Tío, "eico" un chiquio, me está quitando los pacayes! Enseguida, bajaba el salvador y le daba unas cuantas caricias en los cachetes al improvisado ladrón abusivo. Y éste desaparecía; tal como había llegado.
Y cuando no era época de pacay. Bueno ahí estaban las grandes, gordas y dulces moras. Fruta que se tenía que comer con mucho cuidado, porque bastaba que te cayera una gotas de su jugo, en la ropa, y la mancha era el cuerpo del delito que no volvía borrarse nunca jamás.
No había motivo de invadir los pequeños y hermosos ranchos; que eran parte de las preciosas casas. Donde vivían, grandes, familias de buenos apellidos de la alta y rancia alcurnia -ellos tenían sus propios huertos internos-; de esa Lima que se fue. Y no volvió jamás.
¿Dónde habrán quedado, esas familias y sus arrugados pergaminos? ¡Vaya Ud a averiguar!
De la avda Arequipa, se tenía que, subir o bajar al naciente, pujante y populoso distrito de Surquillo. En ese tiempo no existía el zanjón o la vía Expresa ¡No que bah! En ese lugar yacían los rieles de los tranvías. Por ahí circulaban los "eléctricos". Así llamaba, la gente de Surquillo, a los tranvías. 
En las partes posteriores -fuera de vagón-, viajaban, trepados, colgados, como monitos de piano; los gorreros. Eran los muchachos que en ese entonces los llamaban "palomillas". 
¿Y los ladrones, asaltantes? 
¿Qué son esas cosas? 
Delincuentes hombre, no te hagas. Esos que ahora portan revólveres, etc. 
A ya, no en ese tiempo no existían eso que ud está diciendo
¿Cómo que no?
¿Si en verdad! ¡Es que esos, eran otros tiempos! 
¡Así! ¿Cómo así? 
¿Oiga ud no sabía que había un tiempo en que se amarraban a los perros con salchichas? 
¿Oiga ud me está tomando los últimos pelos que me quedan? 
¿Qué, por qué? 
¿Cómo iban a amarrar a los perros con salchichas? 
¿No cree? 
¡Vamos los perros se hubieran comido las salchichas? 
¡Buenos, los perros de ahora; pero los perros de ese entonces, no!
Es que a lo mejor no existía el hambre como existe hoy.
Toda la vida ha habido hambre.
Y qué comían, los muchachos que no tenían plata.
¿Los palomillas?
¡Claro!
¡Pan con plátano!
¿Y la sed?
¡Refresco de pescuezo de caño! 
¿Y era buen refresco?
¿Ahí no ve a los señores de 80 o 90 años, caminando muy orondos. 
¡Ud, no se está olvidando de una cosa?
No, no, creo
Si
¿A ver diga ud?
¿A quién y por qué le decía "eico"?
A ver, tome nota, no se repite la lección. Es que en ese tiempo. Su hermana mayor, ya señorita. Estaba al frente de loa casa. Como a las 10 de la mañana pasaban unos camiones. Un negro, montado en el techo del camión gritaba __ A diez centavos los bonitos __ 
Otra vuelta ¿No ve que ya no me quedan pelos?
No me interrumpa __ siga ud __
Bueno como la señorita tenía un sol. Un sol, era un montón de plata __ ¿Así? __
Compraba diez bonitos. Los más grandes, gorditos, piel dura, fresquesitos. Y como siempre a su costado estaba su hermanito le decía __ Te ayudo Reginita __
Ya pues, hijo, ven
Y envueltos en papel periódicos, llegaban a la casa con los bonitos. Enseguida, la hermana mayor. Provista de un gran cuchillo. Lo afilaba en una piedra y empezaba a abrir a los bonitos. Todos tenían hueveras blancas o amarillas naranja. Separaba las hueveras. Trozaba el pescado. Los lavaba con esmero. En un fogón de leña ya se estaban cocinando los camotes. En otro fogón colocaba una gran olla. Vertía casi un litro de aceite. Sazonaba con sal el pescado y los pasaba por harina de maíz, que ella misma había molido. Y a la olla, con aceite. Un par de vueltas al pescado y ya estaba doradito. Sacaba los primeros pescados doraditos y los colocaba en una fuente. 
Mientras tanto los camotes ya estaban sancochados. los esparcía por alguna fuente. Los pelaba. Las cáscaras, las juntaba para los chanchos que criaban.
El mocosito estaba sentadito, esperando. Cuando la hermana mayor daba la orden. Se acercaba el chico y mientras comía decía "eico". Y así nació la leyenda don "Eico".
Ahora ud querido lector ve a ese patriarca con sus nietos. Bueno, ese señor, es don "EICO", que quería decir "qué rico".

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