16 AÑOS

Hoy continua esta sección que promete. Muchas gracias a los lectores que me apoyan pidiendo que continué con esta sección. Las crónicas tiene mucho de verdad.
16 AÑOS
PERCY ANTONIO COLLAO ALVA
Ambos eran estudiantes escolares, de secundaria. Ella llevaba vestía el uniforme color azul, falda plisada, blusa celeste, cuello blanco, chaleco azul, zapatos negros medias blancas cubanitas. Él vestía un uniforme comando, medias negras y zapatos color negro. se quedaron mirando fijamente. Él estaba embobado y ella quería recibir su primer beso.

Se desocuparon dos asientos. Él, hizo el pase para que ella se sentara cerca a la ventana. Ella sonrosada, sonriendo, cerró los ojos e inclinó la cabeza, con una venia, indicando muchas gracias. Él tomó asiento al costado de la niña bonita.

Ahí se acercó el cobrador, que le llamaban Corazón. Vestía sport, con una camisa de flores, pantalón a la moda, una casaca de tela suelta. Un diente de oro resaltaba en su blanca dentadura. Su peinado todo para atrás, con un mechón que le caía en la frente. Extendió la mano derecha, que lucía cinco anillos todos con una piedra de distintos colores.

Con la seguridad, que dan los años vividos. Corazón sonrió. Le guiñó con el ojo derecho al muchacho. Éste se sonrojó. Ella ni se había dado cuanta. Apenas levantaba la cabeza. Había sacado el monedero de su gran maletín. Extendió la mano, para pagar su pasaje. Entonces ella escuchó

¾—No se preocupe la niña. Ya está pagado el pasaje— ...de nuevo ella se sonrojó... El chofer había encendido la radio. La canción se escuchó con claridad.

Tú tenías quince años

Yo no había cumplido aún los dieciséis

Desde entonces soy feliz

Tal y como lo soñé.

El viaje continuó. Él llegó donde debía bajarse. Al ponerse se pie. Ella, levantó la mirada. Ahí se encontró con los ojos de él. Ambos, sonrieron. Era la tímida, forma de decirse hasta mañana. Ella, se sonrojó.

Otro día. No fue al día siguiente. Se volvieron a encontrar. Ambos se miraron con detenimiento. Quedaron frente a frente. Estaban en medio del pasadizo del urbanito. Ella puso su pesado maletín en el piso del bus. Él, se colocó los cuadernos en la cintura; pero a su espalda.

De pronto una maniobra del chofer y ambos, se abrazaron; para no caer. Sonrojados, ambos, en esta oportunidad. Al mismo tiempo se cogieron del pasamanos del techo. Y se rieron a más no poder. Y ambos sintieron que una mano les tocaba, la mano. Levantaron sus miradas y comprobaron que eran sus manos. Las que se rozaban. De nuevo ambos sonrojados, bajaron la mirada. Levantaron, ambos, la mirada.

De pronto Corazón gritó —Arica, quiénes bajan en Arica— él se tenía que bajar. Había llegado a su paradero. Ambos se miraron desconcertados. Y Corazón los había estado observando.

Otro día, no al día siguiente. El muchacho subió al ómnibus. Ya arriba, vio que Corazón le extendió la mano. Como el vehículo estaba casi vacío. El cobrador se sentó al costado del chico diciendo —sí, ya sé que esperas a..., pero ahora el asiento está desocupado— él se sorprendió, al verse descubierto.

Sorprendido comprobó que Corazón, le había dicho el nombre de la chica que llamaba toda su atención. Si sobre todo cuando estaba en clase de matemática. Curso que él detestaba. Y era porque sus anteriores profesores, bueno habían sido sus profesores.

Entonces, Corazón habló —mira -le llamó por su nombre-, está bien, es comprensible que ambos estén enamorados, se ve hace ratón. Pero te pido no arruines tu vida ni la de ella. Tú me comprendes— Enseguida subieron pasajeros y Corazón tenía que seguir con su trabajo. El chico suspiró y de pronto había llegado a su colegio; frente al mar. La bajaba era por la puerta posterior. El muchacho pidió bajar. El cobrador y el pasajero se miraron. Ambos sonrieron. El mensaje había llegado bien. Y sobre todo había sido bien entendido.

Algún día después. Los chicos se volvieron a encontrar. Era la hora de la salida. Les tocó viajar juntos. Esta vez él habló —te invito a la Biblioteca del Callao— ella sonriendo respondió —está bien, cuándo y a qué hora— Otros escolares apuraron al muchacho. En la vereda. Él se despidió de ella, agitando la mano. No había podido responder. Los otros escolares se reían, comprobando la travesura.

Pero a la salida fue el desquite. Nuevamente se encontraron y él le dijo —¿está bien el jueves a las seis de la tarde? Una hora nomás— ella mostrando sus hoyitos en ambas mejillas sonrió respondiendo con un largo —si...—

Ese día ella estrenó su carné de lectora. Él mostró su carné muy usado. Ingresaron él le dijo permíteme escoger el libro, por favor dame tu carnet— ella sonriendo dijo —Perfecto...—

Mientras él iba a buscar el libro. Ella ubicó un lugar apartado, que estaba vacío. Puso su block de notas en el lugar que reservaba. Es que se había presentado otro estudiante. Pero ella con cortesía y una sonrisa. Había enviado su mensaje.

Casi al instante se apareció, el susodicho. Se sentó en el lugar reservado. Le dijo —cierra los ojos y extiende tu mano— él enseguida sacó un popular chocolate con maní, lo depositó en las manos de la chica. Se sentó a su lado y le empezó a leer de Mario Bennedetti

 HAGAMOS UN TRATO

                                        Compañera
                                        usted sabe
                                        puede contar
                                        conmigo
                                        no hasta dos
                                        o hasta diez
                                        sino contar
                                        conmigo
¿Es verdad lo que me dices?

—Si ... respondió mirándola fijamente... —Sí, ya sé no te intereso— dijo él, mirando al suelo, bajando la cabeza.

Ella, puso su mano sobre la mano de él —yo no he dicho nada, no te atrevas a poner en mi boca, palabras que nunca dije— mientras se cubrió la boca con una mano. Y abrió sus grandes y hermosos ojos. había hablado una chalaca verdadera

—Él perdóname, no te quise ofender— 

Ella, sonriendo, lo miró con ternura y le respondió con un tácito silencio. Él muy preocupado preguntó —¿Entonces sigo?— había abierto sus ojos chinitos.

Ella sonriendo —¡Si, por favor!—

Entonces, pasó de página y suspirando entonó

                                                VICEVERSA

                                        Tengo miedo de verte
                                        necesidad de verte
                                        esperanza de verte
                                        desazones de verte

                                        Tengo ganas de hallarte
                                        preocupación de hallarte
                                        certidumbre de hallarte
                                        pobres dudas de hallarte

                                        Tengo urgencia de oírte
                                        alegría de oírte
                                        buena suerte de oírte
                                        y temores de oírte.

                                        O sea
                                        resumiendo
                                        estoy jodido
                                        y radiante
                                        quizá más lo primero
                                        que lo segundo
                                        y también
                                        viceversa.

Enseguida, ambos soltaron una fuerte carcajada. Todos los lectores, muy enojados voltearon a mirarlos. Ambos hundieron sus rostros en los libros abiertos.

El Bibliotecario, se acercó a la pareja y espetó —la próxima los saco del salón. Acá se viene a leer y no reír a carcajada— ambos sonrojados al instante asintieron con la cabeza. No había duda. Habían recibido una buena reflexión.

Pero para evitarse nuevos problemas. Optaron por ponerse de pie y retirarse. Él cogió los dos libros y fue a entregarlos

En la calle como tocados por una descarga eléctrica. Se colocaron uno frente a la otra. Y se dieron un suave beso.

Avanzaron unos pasos. Él la llevó hasta la pared. Y se besaron frenesí. Uno de esos improvisados moralistas que nunca faltan. Que circulaba justo por ahí gruñó —¡¿Qué descaro, estos mocosos, besándose en la calle. En mis tiempos qué se iban a ver estas cosas. Si quieren hacer sus cosas, vayan a un lugar oscuro, para que nadie los vea!?— Y así hicieron. Cogiéndose de la mano. Terminaron la cuadra. Cruzaron la calzada y se perdieron, entre el local donde quedaba la Ymca y el Real Felipe.  Apenas, estaba oscureciendo.

Él le hizo caso al consejo de Corazón. Terminaron su etapa escolar. Hoy, son una pareja de adultos mayores. Y se siguen amando como el primer día. Les pediré que compartan el secreto. Ah, en ese tiempo ella tenía 13 años y él, casi 16.

Aquí la famosa canción, de marras, por el mejor intérprete, Danny Daniel


Ahora, si gustan pueden cantarla aquí en Karaoke 16 años. Los varones se imaginan que le están cantando a la mujer que aman. Y ellas. Cantenla imaginando, que su enamorado Romeo se las está cantando. Total, soñar no cuesta nada. Y si es gratis y da placer ¿Por qué no? 



Y como refuerzo. Aquí tiene la letras completa. Siempre es bueno, Tener un refuerzo
                                        16 AÑOS
                                Nunca olvidare mi vida
                                Esta tarde fría del invierno aquel
                                Yo esperaba en un portal
                                Comenzaba a llover
                                
                                Tú llevabas un paraguas
                                Yo tome tu brazo y me cobije
                                Comenzamos a reír caminando sin saber

                                Nunca mi amor olvidare
                                Cuando por primera vez yo te bese
                                Nunca mi amor olvidare
                                Todo el mundo de ilusión de nuestro ayer

                                Nunca olvidaré las horas
                                que pasamos juntos en aquel café
                                la emoción que yo sentí
                                al acariciar tu piel.

                                Tú tenías 15 años.
                                Yo no había cumplido aún los 16
                                Desde entonces soy feliz tal y como lo soñé

                                Nunca mi amor olvidaré
                                Cuando por primera vez yo te bese
                                Nunca mi amor olvidare
                                Todo el mundo de ilusión de nuestro ayer

                                Nunca olvidare las horas
                                Que pasamos juntos en aquel café
                                La emoción que yo sentí al acariciar tu piel

                                Tú tenías 15 años
                                Yo no había cumplido aún los 16

                                Desde entonces soy feliz
                                Tal y como lo soñé...

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