Es parte de la vida de DANIEL ALFREDO SOTOMAYOR CAMPOSANO. Artista por excelencia. Primer y único huancaíno que se coronó Campeón Nacional de La Marinera Norteña en Trujillo
LA APARICIÓN DE DANIEL
PERCY ANTONIO COLLAO ALVA.
Pareciera que lo estuviera mirando. Él saltaba a la fama. Tenía 17 años. Ahí estaba Entre los monstruos de Huancayo. Bailando el Huaylarsh. Nunca faltábamos a los ensayos.
Andrés Juárez, iba a la cabeza jalando el elenco. Y cerraba, el grupo, iba al último, Sergio Misari. Eran los mejores bailarines de Huaylarsh. Para todos los novatos eran nuestros ídolos.
Andrés Juárez, hoy ingeniero industrial ya jubilado en la D´onofrio, aún está vivo, cantaba "Yo soy huancaíno". Y Sergio Misari Ingeniero, en Minas, trabajó para la Southern Copper Corporation, también jubilado, ya fallecido; excelente danzante de La Tunantada. Autor de un libro de esa especialidad. Aquella vez bailaba con su amor eterno Gloria Loza.
Todo aconteció en la Concha acústica de "Campo Marte". La hora estelar las 7 pm. El más joven Daniel Alfredo Sotomayor Camposano, nos representaba a todos los nuevos, casi íbamos por la misma edad. Los dos antes nombrados, Ya pisaban los 25 años.
Los hinchas de Daniel éramos, Yolanda que bailaba Toro-mata. Con sus pañuelos, excelente todo era innato. Juana, que estudiaba Derecho. Quien escribe, estudiaba Educación. Susana Fernández, joven y excelente balerina. También estaba Mariquita, profesora, también balerina. Se me escapan los nombres, de los compañeros. Los años no pasan en vano. Caray, nos pasan la factura. Y sin compasión.
Esa noche, Daniel se consagró, en su debut y nosotros campeonamos haciendo barra. Éramos seis. Pero hicimos más bulla que toda la concurrencia.
Que fascinante. Primero ingresó la Orquesta Típica, ocho maestros bien afiatados. La mayoría de los músicos eran un 8 parados, es decir bien gorditos. Algunos parecían un seis, por la pancita.
En ese tiempo cada danzante bailaba con su Haylarsh, por ejemplo "Choclito verde", para Misari y otros. Eso lo coordinaban antes de ingresar. Los danzantes con los músicos.
Fue espectacular el ingreso del elenco. La Sra. Rosa Alarco, Directora del COPEUSM -Coro y Peña de San Marcos-, para el vulgo. Ella miraba el espectáculo desde un lugar preferencial.
Los danzantes eran unos profesionales. Hombres y mujeres, entraron sonriendo. Todos bien peinaditos. Sus vestimentas todo en orden y pulcritud. Las mujeres, llevaban sus trenzas de lana negra. Lucían sus chapas que les encendía las mejillas.
El Huaylarsh, es una danza de campo, trata del sembradío de la papa. Según recuerdo.
Después de hacer su coreografía, de ingreso. Siempre guapeando los varones. Y las mujeres no se quedaban atrás. Todo estaba listo, se colocaron las dos columnas. Frente a frente. En un lado, izquierdo, estaban las Huamblas y al frente, a la derecha, estaban los machos. Las chicas eran hermosas y jóvenes universitarias.
De pronto la orquesta empezó a cambiar tonada. Sacándose el pañuelo azul del cuello y el sombrero negro en la otra mano, Andrés Juárez, ingresó con su paso característico. Siempre guapeando. Como buen macho huanca. Su pareja ingresó girando sobre sus pasos, linda la chica. El nombre se me perdió en el recodo de algún recuerdo, entrometido.
Frente a frente la pareja. Se miró. Ambos sonrieron. Y empezaron a hacer las delicias de los espectadores. Con sus zapateos característicos, que identificaba a cada pareja de danzante. Y la orquesta, se detenía para empezar el triplete de contrapunto.
Al final del tercer encuentro Andrés sacando pecho, muy delgado. Echado para atrás, siempre guapeando. Dejó ver su blanca sonrisa. Con el sombreo negro en la mano izquierda y el pañuelo azul en la mano derecha. El chaleco abierto dejaba ver su pulcra camisa blanca.
Y su pareja sujetando sus polleras, dejando ver su negro cotón. La talqueada, blanquísima, lucía sus bordados de hilo grueso o pabilo. Los zapatos de escolar, quietos, indicaban que había concluido su participación. Ambos se retiraban con los pasos que le identificaban. Ya terminaban de ubicarse en sus lugares. Cuando ingresaba la siguiente pareja.
La Sra. Rosa Alarco, disfrutaba de su trabajo. Era la respuesta que le daban los jóvenes cultores del arte de nuestros ancestros.
De pronto una figura más delgada de todos. Indicaba que era el turno de una nueva pareja. Con su cara de niño. Y como los buenos machos. Ingresaba Daniel. Sacando el pie derecho que lo cruzaba delante de su pie izquierdo. Con el cuerpo bien erguido. El sobrero negro en su mano izquierda y el pañuelo azul, agitando en la mano derecha.
Y en su rostro, de niño bueno, brotaba todas las ansias de ser un ganador. Con una radiante sonrisa. Le indicaba al público que, en forma espontánea, se puso de pie para aplaudirlo. Era contagiante. su estilo. Muy peculiar de su Santa Rosa de Chilcay, a orillas del río Canipaco. Las arengas gritando su nombre Era el marco de su apoteósico triunfo. Terminada la intervención de nuestro biografiado con su pareja. Ambos se retiraron.
En tropel los seis bullangueros bajamos a los camerinos. Fresco como si no hubiera hecho nada. Daniel enrollaba su blanca camisa. De vuelta a La Casona, en el burro. Salimos todos con elenco a la cabeza. Nos dirigimos al Palermo. Bar ubicado en la avda. Colmena.
La hora se pasó tan pronto. Pero estábamos felices de estar bien representado por un excelente danzante como DANIEL ALFREDO SOTOMAYOR CAMPOSANO.
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