LA PAREJA QUE COMPARTE TODO
Una pareja de ancianos entró a una dulcería y se sentó junto a una mesa donde unos jóvenes estaban almorzando.
El anciano se acercó a la caja e hizo su pedido, hamburguesa, papas fritas y un refresco.
Desenvolvió la hamburguesa, la cortó por la mitad y puso una mitad junto a su esposa; con mucho cuidado, contó todas las papas fritas e hizo lo mismo. Llenó dos vasos del refresco y lo puso entre él y su esposa.
La anciana empezó a comer su media hamburguesa, la gente se le quedó mirando con compasión. Un joven se les acercó y con educación, les ofreció —les compro otra ración de comida—
La anciana respondió —no se moleste, estamos acostumbrados a compartirlo todo—. La gente se dio cuenta de que el anciano no había probado bocado, sólo miraba como comía su esposa, y de vez en cuando, bebía un poquito de refresco.
El joven se acercó otra vez y les repitió su oferta —les compro otra ración de comida— Esta vez fue el anciano el que le explicó —no, porque estamos acostumbrados a compartir todo.
El joven entonces le preguntó al anciano. —¿Y usted qué está esperando, para comer, entonces?— mientas los miró con detenimiento.
¡Los dientes! ...respondió el anciano y sonrió...
Texto y fotografía tomada de la red
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