PACIENTE CON ALZHEIMER, PIDE A SU ESPOSO, QUIERO DORMIR CONTIGO.
PERCY ANTONIO COLLAO ALVA.
"Ayer mi esposa que sufre del Alzheimer. Hizo esto.
Vivimos en una casa que tiene tres pisos. En el primero está la sala-comedor. En el segundo están los dormitorios y en el 3er piso, se tiende la ropa para que de seque. Es una torre.
Sucede que ayer por la noche. Absorto en mis preocupaciones. Después de dejar a mi esposa durmiendo. Subí al tercer piso.
Ahí tengo algunas macetas donde cultivo piñas. Y una papaya enana, de maceta. Está, al parecer va a producir papayas.
Más allá tengo dos plantas de sábilas. En macetas. Se estaban muriendo. Las regaba todos los días y no brotaban.
Hace poco mientras las regaba, empecé a conversarles. Uds tienen que ayudarme. Uds son muy buenas. Siempre quise tener unas sábilas de vuestra especie. Uds traen salud. Uds pueden ayudarme a que se regeneren las células cerebrales de mi esposa y a mi en la soriasis que me quiere invadir'.
De pronto ese día noté que sus delgados brazos. Ya no estaban negros. secos. Si bien, es cierto, ellos estaban muy delgados. Ahora tenían un color verde muy intenso. Les segui conversando.
Después de un breve momento. Recogí la ropa de mi esposa. Y bajé dónde están dormitorios. Grande fue mi sorpresa al, ingresar al dormitorio de mi esposa y encontrar su cama vacía.
Muy preocupado dejé la ropa en la cama. Fuí al otro extremo de la cama. Pensé se habrá echado en el suelo. Llegué y no estaba.
Alarmado miré las ventanas. Estaban cerradas. Con mi mente agradeci a Dios. Seguí revisando el baño. Y no estaba.
Desesperado salí y fuí a mi dormitorio. Ahí estaba ella. Dormida como una nena. Encima de mi cama. Había tratado de levantar las cobijas, pero el sueño le había vencido. Sus manitas juntas. Su carita de niña buena. Estaban sobre sus manitas.
La miré con ternura. Le dí un beso en la frente le dije —no te preocupes, mi amor— La cargué y en mis brazos la llevé hasta su cama. Bueno, nuestra cama. Por mi parte, había decidido dormir separado de ella. Porque como no controla sus esfinteres. Tuve miedo de que me empapara con sus orines.
Pero, eso, ahora ya no me importa. Entendí su mensaje Quiero dormir contigo!
Me hizo recordar a mi hija. Cuando tenía 6 años. Se peleó con su mamá, mi esposa, y le dijo —ahora me voy a dormir con mi papá— Mi esposa le respondió —no hay ningún problema— La pequeña, enseguida se subió a mi cama. Me dió un beso en la mejilla y me dijo —Papá ahora, voy a dormir contigo. Voyam dormir con mi papá—
Si mi hija en forma expresa me había dicho —ahora, voy a dormir contigo— Bueno mi compañera de toda la vida. Con su actitud, me lo dejó bien en claro. Pues desde esta noche, duerme con tu hija.
Al día siguiente. La pequeña se levantó de la cama. Como si no hubiera sucedido nada. Saludó a su mamá, con un sonoro beso. Se aseó. Desayunó, se lavó los dientes y me dijo —¿Ya vamos a mi colegio?—
Por otro lado mi esposa nunca me ha pichoneado —orinado, para el vulgo—
Así es que a buen entendedor pocas palabras. Mi esposa me había pedido a gritos, —¡Ya pues, quiero dormir contigo!—
Así es que cuando ordena la jefa. la reina. Este seguro servidor se convierte en el más humilde de los siervos. Y acata la orden. Sin dudas ni murmuraciones. No faltaba más.
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