Kan Sánchez, único en su genero. Es un hábido lector. Siempre sediento de aprende. Domina el verso tan igual como la prosa. Ha llegado al pináculo donde se encuentra, por méritos propios. Esa sutil perseverancia con que se entrega cuando produce, es equiparable a quienes idearon, crearon. construyeron y escribieron la mitología griega. Salud, buen Ken.
LOS LUNES CON LUCHO
UN LIBRO UNA OPINIÓN
LÍVIDA VIDA
Tengo en mis manos un poemario que me llamó a escalofríos. Su autor un perseverante arracimador de connotados versos: Ken Sánchez. Es un proficuo poeta y novelista; encasquetado con más de una docena de obras publicadas, se ha permitido, osadamente, abrir una profunda grieta por donde se introdujo a la ciudad de la muerte.
Lívida vida, es el nombre de su escrito.
Para crear casi perfectos textos sobre cualquier género se debe estar pertrechado de sapientísima erudición: los temas lo exigen. Tiene que exteriorizar, tal un artista sobre su lienzo, todo su saber e inspiración, evitando que se presente el mínimo escorzo de sombra; me refiero a esas vívidas latencias sórdidas que pugnan por aflorar y que el autor tiene que ir bordando con el corazón apretado, para que ninguna lágrima, en el caso de los poetas, manche la impolutez del papel en blanco.
Entretanto leía y releía la obra de Ken, un tráfago de perspectivas disímiles se apoderaban de mí. Desde "Sombra de la muerte" hasta "Aquí termina el fin" me sentí como si hubiera pasado una temporada en el infierno, recordando los versos de Rimbaud. Al igual, La Divina Comedia nos avisa que tanto el Infierno como el Purgatorio son estados físicos; lo etéreo e inasible es el Paraíso.
Me dejé llevar, a sabiendas que las palabras adquirían vida, bien asido de las manos guiado por un Virgilio redivivo, hacia lóbregos vericuetos donde se enseñoreaba el dolor. Negrura total. Incluso vi desfilar por las páginas de Lívida vida, a los Cuatro Jinetes del Apocalipsis: La Guerra, el Hambre, la Peste y la Muerte.
Ken Sánchez, dejó de lado el elitismo intelectual al que son tan proclives algunos autores. Se ha permitido explorar los alcances de sus decires con versos diáfanos en los que no distingo fragilidad: rielan acompasados según sea el flujo de sucesos de cada estrofa.
La verdad y la ficción se entremezclan en el poemario, con prevalencia en lo primero. Debe pervivir, lo demuestra el cuerpo del libro, por encima de razones o conceptos filosóficos.
El poemario Lívida vida, está llamado a ser, por su pulida construcción, un sólido bloque al que cada tarde el sol bañarå.
"Es hermoso aferrarse a la vida, con mucha más fuerza, en el último instante" (Página 23)
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