JOSÉ SANTOS CHOCANO: "WHITMAN TIENE EL NORTE; DARIO EL CENTRO Y YO EL SUR"

LOS LUNES CON LUCHO
JOSÉ SANTOS CHOCANO:
"WHITMAN TIENE EL NORTE; DARIO EL CENTRO Y YO EL SUR"
El lunes pasado les esbocé algunos apuntes sobre Oscar Wilde y el primer cuento que leí en mi vida: "El ruiseñor y la rosa". Esta vez les noticiaré cómo fue mi encuentro con la poesía.
Se originó como fruto de una tarea escolar en mi primer año de secundaria. El profesor José Lindo (de grata recordación) nos distribuyó hojas impresas, "son poemas, apréndanselos, lo declamarán la próxima semana, es nota de lenguaje". Lo miré displicente. Un titulo se enseñoreaba: "Blasón", autor: José Santos Chocano, Perú.
Ni bien llegué a casa introduje el impreso de Chocano en el libro de Wilde; constituía --en ese entonces-- mi lectura diaria. Junté sin saberlo a dos altísimos poetas (es mi parecer). Soy unigénito en el sentir y en el leer. Admiro a estos juglares no por las escondidas ostras que moran en su profundidad, sino por las innúmeras perlas que descubro en su interior.
Tomé "Blasón" y pausa a pausa traté de entenderlo. La última estrofa del soneto asemejaba el cimiento donde descansaban los versos anteriores: "...La sangre es española e incaico es el latido / y de no ser poeta, quizá yo hubiese sido / un blanco aventurero o un indio emperador".
Hubo un ¡cataplum! en mi interior. Me parecieron palabras de "Las mil y una noches" que junto a mi padre oía embelesado por la radio, en boca de mi héroe, Simbad el marino.
En esos instantes hice clic con la poesía. Y con ¡Chocano! En un post a Gamboa Jeremías, le hacía conocer esta preferencia. Me respondió extrañado ¿Chocano? Lee a Eielson.
A mi padre le hablé casi implorante que me habían "exigido" en la escuela que compre un libro de este poeta. El acicate fue un botoncito dorado obtenido como premio por "mi declamación del poema Blasón", según se leía en la tarjetita que lo acompañaba.
No sé como multiplicaría sus magros ingresos Ildefonso, mi padre, lo cierto es que a los pocos días me entregó, con su mejor sonrisa, un envoltorio. Era un libro: "Alma América" de José Santos Chocano, con dedicatoria al rey de España, Alfonso XIII, con prólogo de Unamuno, Rodó, Menéndez y Pelayo y con un preludio de un tal Rubén Darío.
La errante vida de Chocano fue la del hombre que camina siempre enhiesto, con el mentón levantado, arrasando con todo lo que encuentra a su paso. Ególatra era el calificativo más común de sus incontables detractores. Los tenía de todos los pelajes.
Indetenible viajante: "Hace ya diez años / que recorro el mundo / ¡He vivido poco! ¡Me he cansado mucho!" En los países de América o Europa en los que anduvo, deslumbraba a reyes, presidentes, generales, caudillos, revolucionarios, dictadores, escritores.
Asediado, amado, tuvo cuatro hijos con diferentes damas. Una de sus hijas llevó el nombre de Alma América, como su poemario.
Si hubo una persona en su vida por la que sentía real admiración, era Rubén Darío. He leído su proficua correspondencia: Chocano le escribía diez cartas, Darío respondía dos.
Le disculpaba constantemente su aparente indiferencia que intuía provenían de su dipsomanía; tal como ocurría con Vargas Vila, escritor huraño, egocéntrico, narcisista, que ante la presencia de Darío quedaba fascinado. Le escribió un bello libro biográfico: "Rubén Darío".
Cuando el autor de Prosas profanas presentó su obra "Los raros" en vez del incienso acostumbrado, Chocano lo denostó aduciendo mella en la puridad del idioma castellano, afirmó: "Este libro está afrancesado". Se distanciaron.
La reconciliación fue en España. Chocano le escribía: "...Ya sabes que a mí debes acudir como a un hermano, como a tu mejor hermano". Darío respondía: "...Te recomiendo a ti mi poeta y amigo que comprenderás mañana mi profundo cariño y que escuches mi voz en la voz de un niño y que aceptes la hostia en la virtud del trigo..."
Luis Alberto Sánchez escribió, sin duda, la más completa biografía de él: "Aladino o vida y obra de José Santos Chocano"; "tenía atisbos de genio" llegaría a decir del llamado "El Cantor de América".
Como Wilde, Chocano está en mis quereres desde los trece años. Sé que es desigual, ampuloso, grandilocuente, ¿Qué versificador no lo es cuando quiere innovar? No hay poeta ni prosista perfecto.
Chocano cuando quiere ser "tan suave tan ala" como dice Vallejo, nos cuenta:
"...Porque es pura y es blanca y es graciosa y es leve, / como un rayo de luna que se cuaja en la nieve, / o como una paloma que se queda dormida..."(La magnolia).
En vena pensativa, dice:
"...Todos llegan de noche / todos se van de día / el amor es tan solo una posada / en mitad del camino de la vida..." (La canción del camino).
No hay nada mejor escrito sobre los equinos, lean:
"...¡Los caballos eran fuertes! ¡Los caballos eran ágiles! sus pescuezos eran finos y sus ancas relucientes y sus cascos musicales..."(Los caballos de los conquistadores).
En lo histórico; "...Que quien tomó la vida por asalto, solo pudo morir de una estocada" (La muerte de Pizarro).
¡Nos falta espacio para proseguir!
La síntesis o fundamento de su poesía, la definía así: "En mi arte caben todas las escuelas, como en un rayo de luz, todos los colores".
Chocano murió asesinado de varias puñaladas asestadas por un desquiciado cuando viajaba en tranvía, estando por Santiago de Chile.
El poeta que fue coronado con laurel de oro en el Perú, clamó en "La vida náufraga": "...Yo no espero ya ahora más que un metro cuadrado / donde tengan un día que enterrarme de pie...".
Y así aconteció. El año 1965, sus restos fueron repatriados de Chile y enterrados en el Cementerio Presbítero Maestro. Yace en una superficie de un metro cuadrado y de pie, como fue su deseo.

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