LUCIÉRNAGAS EN ROMANCES

Siguen resplandeciendo nuevos valores, en las letras, peruanas. El más indicado a presentar, a la bella dama, es el buen Luis Manuel Lòpez Farfàn. Autoridad, que se ganado por la calidad de persona, talento y fecundidad.
LOS JUEVES CON LUCHO
UN LIBRO UNA OPINIÓN
LUCIÉRNAGAS EN ROMANCES
La autora, Clara Salas, orgullosa arequipeña, es Magister en Educación Universitaria y Gestión Educativa en Maestra, consagrada escritora; hace muy poco fue premiada por partida doble: en el 16 Concurso Nazionale e Internazionale Di Poesía e Narrativa "Club de la Poesía", por su poema " Algarabía de la Congregación "; y en la Institución de prestigio Internacional, como Mujer Representativa Mesa Redonda Panamericana Arequipa.
Como poeta, ha publicado el poemario "Luciérnagas en Romances". Lo desglosaré para que aquilaten los merecimientos implícitos en su versos.
En estado contemplativo la noche con su flotante cabellera y sus visiones que asemejan luceros encendidos, sorben las crepusculares sombras; sus lánguidos ojos extrañan al sol ya ido, ahora cunde la reinante tenebrosidad. La atmósfera está en modo silencio, aunque alguna que otra blanda brisa airea una fugaz melancolía. Todo es aparente paz y sosegada calma. De pronto, luces intermitentes, parpadeantes sobresaltan al cosmos, ¿qué ha sucedido?
La respuesta es de una mano diestra que está perfumada de alabastros:
LUCIÉRNAGAS EN ROMANCES
"El firmamento ya no es / un deshidratado desierto / sin estrellas ni luna / ¡Luciérnagas en romances, juguetean! / resplandecen como ninguna. / Son fulgurantes romances / que entre empinados y pendientes / transportan su zumbido candil / clarificando sendas ... / Plácidas emergen / y por tus bosques tiritan / alumbrando tu caminar..."
Acercarse a una iglesia de Santa Clara en Avignon, un viernes santo, le cambio la vida al poeta Petrarca. Conoció a Laura, el flechazo fue instantáneo. Durante setenta años la amó infructuosamente, dedicándole trescientos sesenta y cinco poemas, ¡nada menos!
Salvando las distancias, la ilustre arequipeña, busca imposibles. Se aferra a ellos. El dolor que le sobreviene se encapsula en el lenguaje quedó y mudo de la congoja. Necesita alas así como un cuerpo etéreo para cantar como el mirlo blanco que traspase de melodías su corazón: ansía viajar acompañada de los celajes hacia lugares donde sus sueños se diluyeron.
La versadora nos alcanza su desesperanza:
MI CAMINO
"Camino entre nubes negras, / suelo parar, para ver quien llega / ver si puede jalarme, / pueda llevarme, / pueda arrancarme / de esta realidad. / Sueño caminar en un índigo sendero / circundado de fraganciosos brotes / de hermosos horizontes / de volátiles rapsodas / de pájaros cantores. / Pero veo mis nubes negras, / que me gritan, llaman / y sin dudar regreso a ellas, / que me conocen, / me extrañan / como yo las extraño..."
Todo poema es la interpretación de un instante en la vida de todo rapsoda. Crea un microcosmo que en complicidad con su alma buscan pertrecharse de coloridas alas para enrumbar hacia su destino: el infinito. La poeta está errante. Otea con desazón a las avecillas que de los verdes y copiosos ramajes extraen, cuales mágicas arquitectas, las ramitas para crear su nidal. Sobre una mata de bungavillas ha descubierto, alborozada, aquella pequeña cabaña. Allí aposentará a quien con solo mirarlo le eriza la piel.
Esto es lo que presiento dice, muy decidida, la autora:
TE LLEVARÉ
" Te llevaré / como un recuerdo perfecto / el más adorable, / el dolor más intenso. / Mar dulce de mi soledad / constante brisa seca. / Te llevaré como el tatuaje de mi alma / música que suena / pero no provoca el vaivén / de mis caderas. / Mueca que intenta ser sonrisa / amargo el sabor de saberte / feliz lejos de mis ojos / de mis caricias tercas / como el tatuaje de mi alma / música que suena. / Te llevaré como la amarga dicha / sabiendo que eres feliz / pero también incompleto..."
¡Qué de reminiscencias nos trae la noche! Orladas de continuos luceros saludan, junto a los noctívagos vientos, a la inconmovible luna. Se oyen voces errantes como aleteos de mariposas que estuvieran pintando arabescos buscando que hechizar a la "corona de una testa inmensa". Estos burilados insectos no pueden, por sus ojos unidireccionales, ver la lindezas de sus coloridas alas; no cejan y se dispersan para trasmitirles sus constantes galanteos.
La versificadora con tenue dulzura nos explica:
LUNA ENAMORADA
"Usted en una noche mágica, / hizo llover mariposas en el corazón de luna, / la dejó tibia, frágil y enamorada. / Le regaló en un beso de miel todo su amor / dejándola abierta a sueños y fantasías. / Pero ahora Luna ya no brilla / pues necesita miel que beber. / Luna espera en la noche fría / deshojando estrellas / tibia, frágil y enamorada. / Cuenta los días y desespera / entre sueños y fantasías / extrañando las mariposas ..."
Todos los seres humanos soñamos. El mar también. Se diría que balbucea diálogos con las procelosas olas; de manera rauda está viajando buscando lejanas arenas: lleva como obsequio las preciadas pedrerías que ha acumulado en sus incontables años de perenne oleaje. ¿Qué busca? ¿Qué lo atrae? ¿Qué vivo deseo lo atormenta al caerle la copiosa lluvia? Sus mensajeros le han informado que muy cerca se ha formado una catarata que horada rocas y brama creando albas espumas, dejando la visión del soñado remanso.
La dama que ha sido tocada por el espíritu de la poesía, que ha sido testigo, nos lo cuenta:
DEJAR DE SER ESPUMA
"Transparente es el mar: se alza y se llena; / y después de estallar en oxidados ruidos, / corta su voz, apaga sus latidos, / y se dilata en la extensión serena. /Sabe que hay una rosa que lo refrena; / y sus sueños al ver desvanecidos, / se queja con furiosos alaridos / y como un mundo rueda en la arena. / Corazones que el ansia de luchar obstina: / venid conmigo a la arenosa futura, / verás como el mar también, se inclina; / el agotarse ¡ay! cuando el aliento se oprime, / es solamente reverenciar la playa / ¡y dejar de ser ola, / y dejar de ser espuma!
Luciérnagas en romances, es un poemario al que hubiera querido desglosar verso por verso. Me sugieren tantas gratas complacencias, que hasta las he acumulado en mis pensamientos como si fueran esas piedras esmaltadas que floreaban las calles de Bizancio, que con inusitado énfasis ponderaba Vallejo.
Me queda el consuelo de estar vestido elegantemente de frac, chistera y bastón, en mi interior, al leer este sorprendente poemario de la dama arequipeña.

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