LOS LUNES CON LUCHO
LAS ÚLTIMAS PALABRAS
Felices o infelices --cada quien así se lo propuso-- la verdad monda y lironda es que la vida, impajaritablemente, tiene su punto de acabo. Lo que no sabemos es cuando ocurrirá. La excepción son los suicidas. Estos cada día aumentan en cantidades espeluznantes: una muerte por mano propia ocurre cada cuarenta segundos.
Eligen a su albedrío el día la hora y la manera de llevarlos a cabo. Borges los llamó los precipitados. La literatura nos alcanza historias, creíbles todas, de personajes novelescos que no aceptaron los "frescos racimos" de la vida prefirieron los "fúnebres ramos" de la muerte.
Les alcanzo dos ejemplos: "El club de los suicidas" de Robert Louis Stevenson, (búsquenlo, un jolgorio su prosa y argumento) su personaje se infiltra en una sociedad secreta; sus socios buscaban a Thanatos (muerte): clientela muy especial. Mediante un estipendio convenido hacían realidad su deseo. Stevenson es autor de muchas novelas clásicas; estoy seguro que, en nuestra adolescencia, todos hemos leído "La Isla del tesoro". Despertó en sucesivas generaciones la inquietud por la lectura. Estando en Samoa hacía reunir en círculos a los nativos y les contaba cuentos. Lo llamaban el "sucitanga": "cuéntanos como la lluvia" (bastante), le gritaban.
Casi de igual cariz, en la novela de Vargas Llosa "El hablador", el personaje, un indio machiguenga, recorre las tribus de la amazonía peruana; a los moradores los hace poner en círculos y les noticia durante casi dos días, acontecimientos verosímiles e inverosímiles. El de Stevenson era un sucitanga; el de Mario, un hablador. Ambos eximios novelistas.
Y, una muerte que me obsede: el calavérico frasco de arsénico que bebió Emma Bovary, en la novela de Flaubert. Atribulada por sus deudas pecuniarias y desengañada de sus dos amantes que le dieron la espalda en los instantes decisivos, escancia el veneno. Sus espantosos estertores aún omnubilan la placidez de mis sueños.
No recuerdo donde leí esta historia, pero viene a pelo con estos apuntes. Se las entrego.
...El jardinero del califa está cortando rosas, de pronto observa que a poca distancia está la muerte haciéndole muecas. Corre en busca de su amo y le cuenta. El califa tratando de protegerlo, le dice: Toma el caballo más veloz, dirígete a mi castillo de Sanmarkanda, diles a los guardianes que cierren todas las entradas y que redoblen las vigilancias. Estarás seguro. El jardinero sale veloz.
Luego de unas horas el califa ingresa a su jardín y encuentra a la muerte. Le recrimina: ¿Por qué intentaste llevarte a mi fiel trabajador haciéndole señas para que se te acerque? La muerte le contesta: no lo estaba llamando, movía mis manos sorprendido de verlo aquí, cuando esta tarde tenía una cita en Sanmarkanda con él.
Matrimonio y mortaja, del cielo bajan.
Esta "breve rendija de luz entre dos eternidades de tinieblas" que es la vida, no debemos encadenarlas con tormentosos presagios: contrapongámoslas con sensaciones esperanzadoras. Un hombre muere, su alma se desprende y llega a un lugar extraño. Pregunta, ¿es esto el paraíso? No, le responden, de allí vienes.
LOS EPITAFIOS DE LOS FAMOSOS
Los escritores o personajes de alcurnia literaria, sabiendo próximo su fin, dejaron escritos en marmóreas lápidas, sus epitafios. Condensaron --pensando en la posteridad-- en sus últimas palabras, algo así como un balance de lo que fue su pasar terrenal. Dechado de perfección estilística muchos de ellos.
Me atrevo a equiparar estos epitafios, con esas prosas asombrosas, siempre breves, con que académicos del Premio Nobel, justifican sus motivos para laurear al escritor. Por ejemplo, el de Vargas Llosa fue: "Por su cartografía de las estructuras del poder y sus afiladas imágenes de la resistencia rebelión y derrota del individuo". Mario dijo: "Yo no hubiera podido escribirlo mejor".
La elección de los ficcionadores literarios con estética propia, que vienen a continuación, se deben a mi arbitrariedad. De igual manera, los parcos comentarios que lo anteceden.
WILLIAM SHAKESPEARE.
Como empecinado romántico, prefiero a los trágicos amantes de Verona, "Romeo y Julieta": "...la rosa no dejará de ser rosa y de esparcir su aroma aunque se llamase de otro modo..." Reinan lindos versos (busquen la escena del balcón). Y tan pronto vi al portento de Alberto Isola, actuando en "El rey Lear" corrí, presuroso, en busca del libro.
Epitafio:
"Buen amigo, por Jesús, abstente de cavar el polvo aquí encerrado. Bendito el hombre que respeta estas piedras y maldito el que remueva mis huesos".
MOLIERE.
Actor igual que Shakespeare. Sigo prefiriendo "El avaro a "Tartufo". Los diálogos conforman el armazón de todas sus obras teatrales. Son brillantes.
Epitafio:
"Aquí yace Moliere, el rey de los actores. En estos momentos hace de muerto y de verdad que lo hace bien".
QUEVEDO.
Sus poemas, ora mordaces ora satíricos y constantemente burlescos, nos ofrecen la sensación de que nada de lo humano le era ajeno. Enojado con Góngora, le escribe: Yo untaré mis versos con tocino, para que no me la muerdas, gongorilla. Pulposa prosa.
Epitafio:
"Qué mudos pasos traes, !oh muerte fría!, pues con callados pies todo lo igualas".
GOETHE.
Cometeré un sacrilegio: diré que "Las cuitas del joven Werther" (búsquenla), historia epistolar amorosa que deriva en trágedia, la antepongo al "Doctor Fausto", que es genial. Soy romántico !Qué le voy a hacer!
Epitafio:
"Luz, más luz".
DICKINSON
Sus poemas, descubiertos después de su partida, están impregnados de sugestivos y tiernos versos: "...Para fugarnos de la tierra / un libro es el mejor bajel / y se viaja mejor en el poema / que en el más brioso y rápido corcel.../ Llegan al millar sus composiciones. En "Cómo leer y por qué", el renombrado crítico literario, Harold Bloom, (USA,+) le dedica una meticuloso y admirativo homenaje. Yo, ni corto ni perezoso, lo busqué. Se quedó conmigo.
Epitafio:
"Me llaman"
POE.
Sus cuentos son bruñidos diamantes. Los conocemos. Empero, como que ningunean una novela de prosapia: "La narración de Arthur Gordon Pym" (búsquenla). Y me quedo con el poema "El cuervo". Al interiorizarme en su prosa me conmueve comprobar que está como autoflagelándose: en sus cuentos, sobre todo.
Epitafio:
"Dijo el cuervo, nunca más".
RILKE.
Le hizo exclamar a Eielson, uno de nuestros primerísimos poetas: "Yo buscaba a un dios y lo encontré en Rilke". "Las memorias del Duino" (búsquenla), es una visita imprescindible para quien se precie de poeta. Fue secretario del escultor, Augusto Rodin a quien "esas malas voluntades" quebraron la amistad.
Epitafio:
"Rosa, oh contradicción pura, places ser el sueño de nadie bajo tantos párpados".
WILDE
El más amado por mí. Todo en él es suma perfección. Fue mi primera lectura y estoy seguro que también será la última. "Puse todo mi genio en mi vida y solo mi talento en mis obras". ¡Cómo te odiamos "Bosie! Acérquense a "El ruiseñor y la rosa", siempre lo recomiendo.
Epitafio:
"Tras mi palabra no replicaban, y mi razón destilaba sobre ellos".
BORGES
Un ser que parece extraído de la imaginación, pero fue muy real, muy poeta, muy cuentista. Releo: ""Funes el memorioso" y "Emma Zunz" (búsquenlos) y...todos sus cuentos. Ha tenido pocos detractores, aunque, un enconoso Leopoldo Marechal, autor de un clásico: "Adán Buenosayres", lo malquería; y, nuestro libelista Alberto Hidalgo, asentado por allí, aseguraba que le presto diez pesos, de entonces, y no se los devolvió...
Epitafio:
"...y no tengan miedo".
HUIDOBRO
Opacado por la luz de Neruda el de "Canto General"; pero, su poemario "Altazor", es un sol que en la hora del crepúsculo colorea la mar. Los poetas deben tenerlo siempre presente. Gran amigo de César Vallejo.
Epitafio:
"Aquí yace el poeta Vicente Huidobro. Abrid esta tumba: al fondo se ve el mar".
WOOLF
Releo su libro de ensayos,"Horas en una biblioteca". Pasión por la lectura que rebalsa lo convencional. Y de yapa me regalo, en días frígidos, con "El faro". Tristitia por su lúgubre final.
Epitafio:
¡En contra tuyo volaré con mi cuerpo invencible e inamovible, oh muerte!
FITZGERALD
No hay dudas. A todos nos zamaqueó su novela maestra, "El gran Gatsby". Es una de las más citadas en el orbe literario. Época dorada de los veinte, con fiestas alucinantes con días de vino y rosas y el amor que se convierte en camino intransitable...y trágico. No olvidarse de sus cuentos, muchos antologizables.
Epitafio:
"Estuve borracho muchos años, después me morí"
PONCELA
Epitafio:
"Si buscáis los máximos elogios, moríos".
WELLES
Genio de la cinematografía. "El ciudadano Kane" tramonta edades, siempre será un film para el futuro. ¿Recuerdan la palabra Rosebud, que exclama el magnate antes de morir y que origina la trama de la película?. Su significado era incierto. Lo acabo de averiguar. Es el nombre de las partes pudendas de una dama.
Epitafio:
"No es que yo fuese superior, es que los demás eran inferiores".
BACH
Considerado entre los grandes compositores de música sacra. Un amigo me compartió hace poco, "Misa en Si menor, analizado por un musicólogo y "Tocata y fuga". El deslumbramiento fue instantáneo. Es el de los tres genios de la "B": Brahms, Bach y Beethoven; le agrego Mozart.
Epitafio:
"Desde aquí no se me ocurre ninguna fuga".
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