La idealización, el amor al baile de su país. lo demuestra nuestra colaboradora
TANGO
Isabel Pisani
desde el pentagrama a los pies del compadrito.
Africanos, andaluces, quechuas e italianos
arremolinan su oleaje de sones exiliados
en el tango humillado de los pobres arrabales
y de indómitos porteños del paraíso expulsados.
El cachafaz y su percanta cincelan filigranas
que suben por sedientos muslos y cinturas,
y la danza como ancla pasional y traicionera
sublima el amor en tan fatal y sensual pintura.
Una mano se anida erótica en la otra ,
y dos miradas se acarician con ternura.
Todo es vuelo grácil en el corte y la quebrada,
todo arreboles en la fusión postergada.
El tango es un bandoneón que rezonga,
un sentimiento triste que se baila,
un gaucho taciturno en la milonga.
Es la escuela del lunfardo con caireles,
voz popular y organito de barrios y burdeles.
No es de opulentos ni lectores severos.
Es del conventillo febril y la morocha argentina.
Es la poesía atormentada y clandestina,
un cambalache de afanes y besos rastreros.
Es el cuerpo en la danza de la vida,
el sainete criollo de minas y malevos.
Aunque hoy rito de academias y teatros,
como en misa, los letristas se desnudan.
Desde Gardel a Piazzolla en torvo abrazo
con mil compases su mística depuran.
la imagebn fue recogida del internet
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