En el fragor del combate, en el enfrentamiento. Se ven a los verdaderos que son. El maestro Nicolás, como el Quijote, lanza en ristre; avanza por camino de las letras. Muchos perros han enmudecido; porque han entendido que tiene, toda la razón.
OMBLIGO DE CIELO
Nicolás Hidrogo Navarro
Hay un cruento espanto de firmamento entre el xilófono atrofiado de la alborada. El éter cenital, cae a pedazos -y entre aruñones-, sobre el fatídico fragor del pretil del universo. Tu tétrica periférica voz pleonasmo, es un añil trueno afónico deslizándose entre el cráter de la noche. Tus jugosos pezones ébrios de gemidos, cuelgan como uvas griegas de parral Champagne, entre el libido hambriento y excitado acantilado de mi boca.(Sic)
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