LA LEALTAD INCONDICIONAL
Pero antes de que terminara el tiempo, alguien ya había venido a consolarlo: su mejor amigo, su protector, su perro.
Sin dudarlo, el perro se sentó a su lado, apoyando su gran cabeza contra él, como si dijera: "Estoy aquí, no estás solo".
No había juicio en su mirada, ni preguntas. Solo lealtad infinita y amor incondicional.
Es en estos pequeños momentos cuando uno se da cuenta de que un perro es mucho más que una mascota.
Es un hermano, un guardián del alma, un refugio silencioso para el corazón herido de un niño.
Porque en su mundo, sin importar el error, sin importar el castigo, él siempre estará ahí.
Tomado de la red Fomentando la lectura.
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