LA MAMACHOLE

No es la foto de la Mamachole, es de una paisana huancaina. Ella era más alta y erguida.
Esta crónica es un homenaje a todas las mujeres del campo. Que aún siendo mayores siguen trabajando como si lo años no pesaran nada.
LA MAMACHOLE 
PERCY ANTONIO COLLAO ALVA 
En uno de los lugares más profundo del Perú. Me refiero a las zonas alejadas a la capital. Estos lugares pueden estar en la sierra o en la selva. Para este caso hay que remarcar lo que sucedió en la región de Junín, provincia de Huancayo, distrito de San Jerónimo de Tunán.
Íbamos de visita a la familia Oré Vásquez. Eran los nietos de una señora de avanzada edad conocida como la Mamachole. 
Sus nietos eran nuestros amigos: el mayor Jesús a quien le habían puesto de la apelativo de "Tico" le seguía Carmen a quien llamaban "Camucha" terminando encontrábamos a Elvis.
La Mamachole siempre fue cariñosa, solidaria, empática. Nos recibía en su casa qué contaba con muchas habitaciones libres estos eran dormitorios. 
El cholo Américo, que es mi tío, hermano de mi mamá ya fallecido. Solterón empedernido, palomilla, trompeador, amiguero. Pero un hombre con gran corazón.
De él aprendí que debía llevar algunas algunos víveres muy especiales: azúcar, arroz, velas, fósforos. Cosas que no abundaban en la zona y que eran  de mucha utilidad y también alimentos.
A partir de la segunda vez cuando visitamos la tierra de Catalina Huanca. Ya fui como una visita personal. Atiné a llevar los mencionados productos. Todos llegamos. Los hermanos fueron a la casa de su mamá doña felicita Vázquez. A la hora de dormir nos íbamos a la casa de la Mamachole, que distaba de unas cuadras.
Nunca pensé que llevar esos presentes significó mucho para la Mamachole. Me abrazó con mucha ternura y a la vez con bastante fuerza es que el regalo le había encantado Y ninguno de sus nietos, no le llevaba, nunca, nada. Ellos solo llegaban con su presencia y la Mamachole abría las puertas de su casa. Y nos albergaba, a todos, sin excepción, como si fuésemos su familia.
A pesar de su edad ella trabajaba en el campo era una agricultora de papas, habas, camote, alcachofa, etcétera de productos 
Ella era muy entusiasta cuando llegábamos en fechas que eran de fiesta. Ahí mismo mandaba a sacrificar un carnero. De su alacena se acaba papas, camotes, ocas, mashua. Y encabezaba la comitiva que preparaba la deliciosa pachamanca la pachamanca verde, al estilo de los huancaínos 
El color verde era porque, además del ají colorado molido llevaba abundante chincho una hierba aromática que le daba un sabor exquisito, a la carne.
Luego de haber comido opíparamente. La Mamachole mandaba a sacar chicha de jora, de un gran  cántaro que había preparado ella misma con anticipación sabiendo que íbamos a llegar.
Barriga llena corazón contento hacíamos una sobremesa. Y conversábamos de diferentes temas relacionados con el campo o con la economía peruana.
Era muy graciosa cuando contaba sus anécdotas por ejemplo cuenta que una vez sería más de la una de la madrugada 
En que unos perros, callejeros, se pusieron a pelear entre ellos. Y hacían una gran bulla. Entonces, ella se enojó mucho. Y salió con su basinica que contenía orines. Ella salió tan confiada que persiguió a los perros y les arrojó el contenido de la basinica. Cuando ya se disponía a retornar a su casa. Se dio con la ingrata sorpresa de que su puerta estaba cerrada. Y que no había sacado la llave. Entonces se preguntó a sí misma "y ahora cómo voy a ingresar a mi casa". 
Decidida entonces se trepó, como pudo, a un muro o pared. Y comenzó a gatear es decir a caminar de rodillas. A la vez que se iba rogando —ayay mami, ayay mamá, que no me voy a caer. Ayay mamá, ayay mami...— era su forma de pedir ayuda y protección a la virgen María.
Ha pasado tanto tiempo que un día nos enteramos por sus nietos que había fallecido la mamá la Mamachole no pudimos ir al velorio ni al entero porque nos entramos. Tiempo después de este penoso hecho.

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