EL RETRATO MALDITO DE DORIAN GRAY

Fantástica capacidad de hacernos llegar este relato. Muchos, solo verán un narracion de la obra teatral de Óscar Wilde.
EL RETRATO MALDITO DE DORIAN GRAY
Delia Isabel Corona 
Dicen que en el corazón de Londres, entre callejones sombríos y mansiones que guardan secretos de siglos, existió un hombre cuya belleza desafiaba al tiempo. Su nombre era Dorian Gray.

Era joven, apuesto, con un rostro que parecía tallado por los mismos ángeles. Fue Basil Hallward, un artista de gran sensibilidad, quien lo conoció en una de esas tardes de inspiración bohemia. Fascinado por su hermosura casi irreal, Basil le pidió retratarlo.

Dorian aceptó, halagado por la atención… sin saber que aquel retrato sería el principio de su maldición.

En el taller de Basil, mientras el óleo aún olía a eternidad, otro hombre observaba en silencio. Lord Henry Wotton, cínico y encantador, pronunció palabras que cambiarían para siempre a Dorian:

—La juventud es lo único que vale la pena tener… y tú la perderás.

Esa noche, frente al retrato terminado, Dorian pronunció un deseo temerario:

—Daré mi alma… si este retrato envejece por mí.

El tiempo pasó. Dorian permanecía intacto. Su piel, su figura, su encanto… no se alteraban. Pero el retrato, encerrado en una habitación secreta, comenzó a cambiar.

Su rostro pintado se volvió cruel. Sus ojos, antes llenos de vida, se hundían en una mirada vacía y podrida. Cada pecado, cada traición, cada acto perverso que Dorian cometía, se grababa en aquel lienzo oculto. Mientras Londres lo adoraba, el retrato revelaba su verdadera alma corrompida.

Amó sin amar. Usó y desechó. Una joven se quitó la vida por su desprecio. Y aún así, Dorian no se detenía. Su rostro, siempre juvenil, lo convertía en un enigma. Algunos murmuraban que era un vampiro. Otros, un demonio disfrazado de hombre.

Pero la culpa… la culpa nunca duerme.

Cada vez que subía al desván, al ver el retrato deforme y grotesco, sentía la punzada del abismo. Una noche, desesperado, Dorian tomó un cuchillo y gritó:

—¡Acabaré con esta maldición!

Y lo hundió con furia en el corazón de la pintura.

A la mañana siguiente, los criados encontraron el cadáver de un anciano repulsivo en el suelo. Y sobre el caballete, el retrato había vuelto a su forma original: bello, joven… inmortal.

Era Dorian, tal como el mundo lo conocía.

Pero ya era tarde. Su alma, finalmente, había pagado el precio.

FIN...

Relato basado en “El retrato de Dorian Gray” de Oscar Wilde. Adaptación libre por; Los relatos de ABY.

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